Una Adriana (casi) redonda

Barcelona, 16 de junio de 2024. Gran Teatre del Liceu. Cilèa: Adriana Lecouvreur. Aleksandra Kurzak (Adriana Lecouvreur), Freddie de Tomasso (Maurizio), Ambrogio Maestri (Michonnet), Daniela Barcellona (Princesa Bouillon), Felipe Bou (Principe Bouillon), Didier Pieri (Abate de Chazeuil), Carles Daza (Quinault), Marc Sala (Poisson), Carlos Cremades (Un mayordomo), Pau Bordas (Un mayordomo), Irene Palazón (Mademoiselle Jouvenot), Anaïs Masllorens (Mademoiselle Dangeville). Cor i Orquestra del Gran Teatre del Liceu. Patrick Summers, dirección musical. David McVicar, director de escena.

Noche brillante en el Liceu, de esas en que todos los elementos funcionan razonablemente bien. Se trataba de una reposición de la exitosa, y ya conocida en Barcelona, producción de David McVicar. Tanto desde el punto de vista escénico como desde el punto de vista musical la función, sin tener nada de apoteósico, fue realmente redonda con alguna salvedad que inmediatamente referiremos.

La produccion en cuestión es, como se suele decir, "clásica", es decir, con decorado y vestuario de época (siglo XVIII concretamente) y sin audacia alguna en lo que se refiere a la lectura del texto. Por una parte la obra no se presta a otra cosa, y por la otra la escenografía es de lo más funcional. Aunque la dirección de actores podía ser más refinada en algun punto también a este nivel la cosa fue más que aceptable. De manera que se trata de una producción que ya fue justamente valorada por el público en su momento y lo sigue siendo ahora.

La dirección musical, a cargo de Patrick Summers , no fue la más refinada que imaginarse pueda pero funcionó la mar de bien como concertación y permitió a los cantantes exhibir sus virtudes, así  como a la orquesta y el coro. Entre las virtudes de Aleksandra Kurzak (Adriana) está la de cantar con muy buen gusto y bello fraseo ahí donde la parte no exige un plus de dramatismo. Cantó muy bien en el primer acto y recibió la aprovación del respetable. Sin embargo, ahí donde la orquesta aprieta y exige un auténtico forte la voz pierde calidad de forma notoria y se va atrás en la zona aguda. Se puede decir que la parte le queda grande, aunque se agradecen los bellos momentos de lirismo que también aportó. Tratándose de la parte protagonista este sería un pero, dado que Adriana Lecouvreur es precisamente una obra donde las grandes divas suelen lucirse.

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En la modesta opinión de un servidor el elemento más brillante del reparto fue Freddie de Tommaso en su caracterización de Maurizio. Las anteriores impresiones sobre este tenor siempre me habían generado una cierta sensación de derroche o incluso desperdicio. Desperdicio de unas cualidades vocales excelentes al servicio de una musicalidad de gusto dudoso. Sin embargo no hubo nada de eso en esta Adriana Lecouvreur. De Tomasso cantó con elocuencia, bello fraseo, agudos brillantes e incluso los matices necesarios. Se suele decir de este cantante que canta "a la antigua" y ese comentario tiene siempre el retintín de un reproche. Pero esta obra la estrenó Caruso de manera que si De Tomasso canta "como los tenores de antes" tanto mejor, lo podemos considerar un modo "sui generis" de interpretación históricamente informada. Si cantara barroco esto jugaría a su favor.

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También Ambrogio Maestri tiene esa dicción que nos retrotrae a gente como Taddei o Bruscantini (salvando las distancias) y dio toda una exhibición en ese sentido. Como ese tipo de dicción comporta a veces un canto un tanto abierto su única debilidad la pudimos encontrar en alguna nota aguda, pero el papel tampoco exige mucho en ese sentido y su actuación fue, en conjunto, excelente. La Princesa Bouillon corrió a cargo de Daniela Barcellona, que ha acumulado un merecido prestigio en un repertorio de marcado perfil belcantístico. Por otra parte empieza a ser ya una cantante veterana y ese factor se hizo notar puntualmente. Sin embargo, construyó bien su personaje y resisitió con suficiencia los embates de la orquesta, logrando una actuación brillante en conjunto y muy en sintonía con el resto de los elementos. 

Como otras obras veristas (o habitualmente calificadas como tales, no vamos a entrar ahora en debates bizantinos) Adriana Lecouvreur tiene un montón de personajes secundarios, algunos más que otros. De entre los que más quizás se podría desear una mayor presencia vocal al Príncipe Bouillon de Felipe Bou, aunque se movió en los parámetros generales de corrección. Lo mismo se puede decir del resto, destracando el hecho de que Carles Daza y Marc Sala podrían instalarse por su cuenta, dada la recurrencia de sus apariciones conjuntas y el brillo que sacan a todas sus misiones. El nivel de ciertos secundarios en el Liceu es muy destacable últimamente y también Didier Pieri, Carlos Cremades y los demás ofrecieron prestaciones destacables en un contexto coral de buen nivel y gran eficiencia. Desde luego no hubo nada sorprendente en la velada, pero a veces eso puede ser hasta una ventaja y la Adriana que vimos el otro dia establece un listón suficientemente exigente.

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Fotos: © Sergio Panizo