Hollander_Bayreuth24_b.JPG 

Vendetta y desolación

Bayreuth. 01/08/24. Bayreuther Festspielhaus. Wagner: Der fliegende Höllander. Michael Volle (Höllander), Georg Zeppenfeld (Daland), Elisabeth Teige (Senta), Eric Cutler (Erik), Nadine Weismann (Mary), Matthew Newlin (Marinero). Dimitri Tcherniakov, dirección de escena. Orquesta y Coro del Bayreuther Festspielhaus. Oksana Lyniv, dirección musical. 

Cuarto año de presentación y presumiblemente último de poder disfrutar de esta producción, firmada en la regia por Dmitri Tcherniakov, y desde el foso con la batuta de Oksana Lyniv. En 2026, por el 150 aniversario de la inauguración del Festival de Bayreuth en 1876, se habla de que se van a poder ver en el escenario del Festival todas las óperas de Wagner. Será un Festival-aniversario realmente especial, en el que además se estrenará una nueva producción de la ópera Rienzi, nunca antes vista en Bayreuth. ¿Será este Höllander el que se verá en esa edición tan especial? ¿Serán todas las óperas escenificadas o habrá alguna en concierto? Katharina Wagner no lo ha asegurado ni desmentido, pero sí que será una edición histórica llena de sorpresas.

Volviendo a este Fliegende. Como suele ocurrir en Bayreuth, esta cuarta reposición de la producción, ofrece un resultado global excelente, suma del work in progress característico del Festival, producciones que se van puliendo con los años.  La producción de Dmitri Tcherniakov transforma a Senta en la verdadera protagonista de la ópera. Con una fuerza individual y una personalidad que la aíslan de un entorno cerrado y convencional. Para la Senta de Tcherniakov, la aparición del Holandés es una mera excusa para romper con una sociedad caduca y desnortada que ella rechaza y critica. La sorpresiva muerte del Holandés a manos de Mary por medio de un escopetazo al final, no solo supone el fin de un patriarcado omnipresente, sino también el símbolo de una liberación femenina que trastoca la famosa redención femenina wagneriana en una actualización contemporánea que casa perfectamente con el sentido liberador de la ópera.

Si la producción funciona como un reloj, la dirección de actores de Tcherniakov afila cada personaje ajustándolo a la revisitación de la trama hasta fusionarlos con la partitura de manera orgánica y teatralmente muy convincente. Oksana Lyniv también ha ido puliendo su lectura de la ópera hasta alcanzar una explosiva versión. Liberadora, catártica y con unos tempi donde el nervio dramático y su recorrido llegan a un final de lirismo y furia llenos de belleza. La orquesta responde con su consabido sonido pleno y rico en todas sus secciones. Mención a unos metales espectaculares y unas cuerdas que recogen el melodismo exacerbado de la partitura de manera expresiva y con un fraseo a flor de piel.

Hollander_Bayreuth24_d.JPG

Michael Volle puede que sea el mejor intérprete wagneriano actual. Por su profundidad interpretativa, control idiomático, dominio del rol en todas sus aristas dramáticas y dueño de una articulación y control de la emisión de verdadero maestro. Es evidente que el instrumento ha perdido brillo y metal, pero la compensación a nivel expresivo, comunicativo y con una emisión donde los matices no tienen secretos para él, compone un Höllander de una madurez irresistible frente al cual solo cabe quitarse el sombrero. Más mérito si cabe el haber interpretado el rol con una muleta debido a un accidente previo a la función que no le impidió firmar una función modélica.

La Senta de la soprano noruego Elisabeth Teige es digna de admiración. Teige ha hecho de su personaje una recreación personal que la ha llevado por los teatros más importantes de Europa, gracias a un timbre metálico con su vibrato personal e inconfundible. El dominio de los reguladores, el control técnico de toda la tesitura y unos agudos emitidos con autoridad además de una gracilidad teatral muy efectiva, la convierten en una Senta impecable.

Hollander_Bayreuth24_c.JPG

Georg Zeppenfeld sigue regalando la majestad canora que posee, con un Daland mórbido, jocoso y autoritario sin caer en la antipatía que puede causar el personaje. Es cierto que comenzó aparentemente con la voz cansada, pero su interpretación fue a más, la acústica del Festspielhaus no tiene secretos para él, y rubricó su interpretación con su hermoso color terso y oscuro y una extensión canora que es un puro gozo. Firmó un Daland que se llevó una ovación unánime de un público que lo adora.

De timbre brillante, sonoro y con punta, el Erik del tenor Eric Cutler compensó el peso de un personaje que Tcherniakov viste con las alforjas de un novio celoso, posesivo y maltratador, con una interpretación vocal extrovertida e impecable.

Algo opaca y tímbricamente árida la Mary de la mezzo Nadine Weismann. Sin embargo borda su personaje a nivel teatral aquí con un sorprendente giro final que pone la guinda al pastel envenenado con que Tcherniakov sirve la trama.

Solar, de color atractivo, lírico y pulido el canto del Steuermann del tenor estadounidense Mathew Newlin, debutante este año en la Colina Verde. Demostró las tablas propias de un cantante que forma parte de la compañía de la Deustche Oper de Berlín desde 2013, y quien cada vez está protagonizando papeles de mayor enjundia en una carrera de prometedora ascensión.

Magníco el coro, que aunó los colores, matices y fuerza expresiva que Wagner le otorga en la partitura que los trata como un personaje más de la ópera. Otro espléndido trabajo de su director el ya veterano Eberhard Friedrich. Si hay algo de lo que el Festival puede estar orgulloso es además de una orquesta excelsa y una acústica única, es la de tener el que sin lugar a dudas es uno de los mejores coros de ópera del mundo.

Hollander_Bayreuth24_a.JPG

Fotos: © Enrico Nawrath