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Nombres a seguir y baile de tenores

 

Birgit Nilsson Days 2024

Platea Magazine asistió a los dos últimos días de los Birgit Nilsson-Dagarna 2024 (9 y 10 de agosto), con un programa compuesto por el recital de la soprano Matilda Sterby, premio Stipendium 2024, y la ópera en versión de concierto: Un ballo in maschera, de Verdi, interpretada en la pista central de Båstad, sur de Suecia, a pocos kilómetros del lugar de nacimiento de la icónica Birgit Nilsson.

 

Matilda Sterby, premio Stipendium 2024 

La Birgit Nilsson Fundation, creada por la propia cantante para ayudar a jóvenes intérpretes líricos y difundir el legado de una de las intérpretes de ópera más importantes de todos los tiempos, tiene sobretodo dos focos sobre los que centra como Fundación. Uno es el Birgit Nilsson Award, el premio de música clásica más importante del mundo por su dotación económica, 1 millón de dólares y que se otorga cada tres años. Aquí pueden recuperar la crónica sobre su último premiado, el chelista Yo-Yo-Ma en 2022. 

El otro son los Birgit Nilsson Days, en los que la Fundación ofrece una programación de difusión lírica, con clases magistrales y con una actuación del premio Stipendium, premio anual concedido a un/a joven cantante sueco con el que la Fundación ofrece su apoyo y una dotación económica de 250.000 coronas suecas (unos 21.500 euros). 

Este premio ha tenido ganadores de la talla de cantantes como las sopranos Hilllevi Martinpelto (1990), Nina Stemme (1996), el bajo-barítono John Lundren (2006) o la soprano Malin Byström en 2008. Reicientemente recibieron este prestigioso premio la soprano Johanna Wallroth (2021) o la mezzo Ida Ränlöv, última ganadora del galardón el año pasado.

Este 2024 la beneficiaria a sido la soprano Matilda Sterby (Estocolmo, 1991), quien ofreció un precioso recital en la iglesia de Västra Karup, zona urbana y lugar de nacimiento de Birgit Nilsson en la provincia/condado de Skåne, en el sur de Suecia y a pocos kilómetros del municipio de Båstad.

Acompañada con extrema elegancia y naturalidad por el pianista Matti Hirvonen, Sterby escogió un completo recital basado en lieder de Richard Strauss, Korngold y el compositor sueco Wilhem Stenhammar, además de arias de Mozart, Puccini y Dvorak. 

Lo primero que sorprende de Sterby es un instrumento lustroso, rico en armónicos, que llenó la Iglesia de Västra Karup, edificio donde la propia Nilsson cantó en innumerables ocasiones frente a sus vecinos. 

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Con una voz de soprano lírica poderosa, de registro amplio y de agudos potentes y acerados y un centro y graves de notoria riqueza y pulposidad, Sterby se presentó con una voz impactante al nivel de la tradición de las grandes voces suecas siguiendo la estela de la inalcanzable Nilsson. 

Si con dos magníficos Befreit y Cäcilie de Richard Strauss, Sterby confirmó que su voz se pliega a las siempre exigentes demandas canoras de la escritura straussiana, confirmó con los lieder Was Du mir bist y Welt ist stille eigenschlafen de Korngold, que el repertorio germánico le va ideal a su voz, por estilo, color y dominio del registro.

Con el aria de Mimí de La Bohème pucciniana, Si, mi chiamano Mimì, rol que ya ha interpretado en escena, reveló un futuro prometedor en el repertorio del autor de Turandot.

Con un italiano de dicción correcta pero con margen de mejora, cantó un caudaloso Porgi amor de Le nozze di fígaro y una rica y sentida Per pietà, aria Fiordiligi del segundo acto del Così fan tutte, demostrando que con Mozart también es una voz de radiante futuro.

Una mayor riqueza en el dominio de los matices, y colores, parcela que ganará con la experiencia y las tablas operísticas le darán a Sterby una estimulante posición en el peleadísimo y exigente mundo de las sopranos actuales, donde Matilda parece tener cosas importantes que decir.

Un premio-beca bien merecido que con este recital confirmó que el nivel de las sopranos escandinavas sigue teniendo una escuela y unas voces de calidad incuestionables. 

Al día siguiente y como colofón de los Birgit Nilsson Days, se ofreció en la pista central de tenis de la localidad de Båstad la ópera de Verdi Un ballo in maschera.

  

Tenores in maschera

Un ballo in maschera

Båstad. 10/08/24. Tennisstadion. G. Verdi: Un ballo in maschera. S. Escobar / M. Fabiano (Gustav), F. Zetterström (Anckaström), J. El-Khoury (Amelia), D. Barcellona (Ulrica), M. Monzó (Oscar), A. Ljungqvist (Horn), A. Lorentzson (Ribbing), M. Lindegård (Matrosen). T. Uggla (En Domare/En Betjänt). Västra Bjäre kyorkokör, Förslöv-Grevie kyorkokör, Helsingborgs konserthuskör & Coristas de los coros de Skåne. Dir. Coro.: M. Paulson. Helsinborg Symfoniorkester. Dir. Mus.: P. Giorgio Morandi. 

Despúes de conocer la región de nacimiento de Birgit Nilsson, con las visitas del Museo casa-natal de la soprano sueca, el Birgit Nilsson Museum, pequeño pero interesante museo con una ingente cantidad de audios y videos de la diva sueca, y la también iglesia del municipio de Båstad, con inscripciones del rey Gustavo III de Suecia en su altar central, los lazos que unen la ópera Un ballo in maschera con la vida de la Nilsson y Suecia son más que obvios.

Fue uno de sus roles verdianos fetiches, ahí quedó su mítica grabación a las órdenes de Georg Solti y acompañada por Bergonzi, Simionato, McNeil y la soprano estadounidense Sylvia Stahlma, donde Nilsson protagonizó una Amelia de muchos kilates.

Es sabido también los problemas de Verdi con la censura de su tiempo, que obligaron a cambiar los nombres del libreto original, basados en la historia real del asesinato del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras, lo que llevó al compositor a trasladar la historia finalmente a los EE. UU. con los nombres de Riccardo por Gustavo y Renato por el aristócrata Anckarström.

Båstad es conocida internacionalmente por los aficionados al tenis por su torneo sobre tierra batida, que existe desde 1948 y que lo convierte en el torneo más antiguo del país escandinavo. 

El hecho de interpretar esta ópera en la pista central del torneo, esto es al aire libre y microfonada, responde a los expresos deseos de la Fundación Birgit Nilsson a la difusión de la ópera lejos de la capital y dirigida a un público que en su gran mayoría quizás nunca habían asistido a una función de ópera. Desde este punto de vista la función fue un éxito con un público entregado que aplaudió numerosas arias, conjuntos y escenas con una contagiosa energía.

Superadas las inclemencias de un tiempo que amenazó con lluvia y tormenta hasta el mismo día de la representación, la función pudo tener lugar con la aparición de viento y temperaturas más propias del otoño que no impidió un resultado más que satisfactorio.

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Ya se sabe de los avatares que siempre envuelven una representación operística, en este caso con las características de una ópera al aire libre, con micros y un baile en el reparto que hizo peligrar la función incluso durante su representación.

Con cambios en el reparto programado, canceló la Ulrica de la mezzo de los EE. UU. Elisabeth DeShong, y anunciada su sustitución por una madura pero muy efectiva Daniela Barcellona, la ópera comenzó con la sorpresa para el público de la cancelación last minute del tenor Michael Fabiano como Gustavo. 

Siendo como es un titulo donde la voz del tenor es eminentemente protagonista, con el coprotagonismo evidente de Amelia, salió como sustituto el tenor español Sergio Escobar.

Avisado el día anterior, donde viajó desde Madrid y cantó heroicamente en el ensayo general el día anterior de la función hasta altas horas de la noche, Escobar se presentó con los signos evidentes de un cansancio vocal provocado por la situación. 

Con todo, Escobar demostró una profesionalidad máxima, estilo, una voz de atractivo squillo y un instrumento que se adivinó idóneo por color y potencia. Lo dio todo desde el inicio de la ópera, y cuando llegó al monumental duo del segundo acto, Teco io sto, la voz se rompió y tuvo que octavar agudos, y evitar hacer sufrir más un instrumento tocado por los acontecimientos que ya no pudo acabar la ópera.

Después del único descanso de la ópera, en el tercer acto salió Michael Fabiano, quien interpretó el aria más famosa de la ópera de su particella, Ma se m'è forza perderti, con un timbre adecuado y una potencia que parecieron no casar con su anunciada indisposición. Fabiano acabó con una más que digna muerte solucionando su actuación sustituyendo al que había sido su propio sustituto, ver para creer.

En el resto del reparto brilló con luz propia la soprano valenciana Marina Monzó como Oscar en su debut sueco. Monzó dominó la coloratura, los agudos y picados con una soltura y dominio del estilo que la hicieron ser una de las absolutas triunfadoras y protagonistas de la velada. El público así lo confirmó con fuertes ovaciones en todas sus intervenciones así como al final de la ópera.

La soprano libano-canadiense Joyce El-Khoudry fue una refinada Amelia. Dueña de un atractivo timbre perlado de soprano lírica, dominó con mejor resolución los pasajes de medias voces y bellos piani, que no las partes más dramáticas, sobretodo en el dúo y el tercer acto, donde la emisión se endurece y los agudos sufren con un sonido esforzado que marcan los límites de su voz.

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El barítono sueco Fredrik Zetterström, fue un Anckarsatröm potente y bien resuelto. Premio Stipendium en 2013, demostró un color idóneo y un buen control técnico con un fraseo noble y una articulación más que meritoria. La potencia de su voz baritonal puede encontrar en un rol como este el limite dramático de su instrumento, pero lo solventó con una presencia vocal e interpretativa notoria.

Entre los secundarios, un equipo completo y muy profesional, destacó la voz del joven bajo sueco Magnus Lindegård, como marinero de potente color oscuro, timbre homogéneo y atractivo porte que lo puede convertir en un futuro Stipendium, tiempo al tiempo y una voz a seguir.

El maestro Pier Giorgio Morandi se plegó con veterania y un estilo cuidado a las características de la representación, con atención especial al fraseo de la orquesta y un acompañamiento de los cantantes muy orgánico. 

La Helsinborgs Symfoniokester navegó por la exigente orquestación verdiana con un resultado aceptable. Sin sobresalir ninguna sección en especial, construyeron un sonido teatral y de lirismo generoso que dejó a los solistas vocales el protagonismo que la exigente partitura les ofrece. 

Con un coro formado eminentemente por coros amateurs, la parte coral cumplió con más animosidad que pulcritud estilística.

Hay que felicitar la suma profesionalidad de la presidenta de la Birgit Nilsson Fundation, la soprano Susanne Rydén, quien salió a explicar y comunicar los cambios en el reparto con elegante porte y compresión del público.

Dos intensos días de ópera y descubrimiento de nuevas voces que consolidan el prestigio de las becas Stipendium y la capacidad de la Birgit Nilsson Fundation de ofrecer unas jornadas de música vocal y ópera a un gran nivel al que solo cabe aplaudir y desear que continue con su labor muchos años más.