BethTaylor_Schubertiada24_a.jpeg

Brisa y espuma en Vilabertran

Vilabertran. 26/08/2024. Schubertiada de Vilabertran. Canònica de Santa Maria de Vilabertran. Beth Taylor (mezzosoprano), Hamish Brown (piano). Obras de Rossini, Schubert, Brahms, Fauré, Elgar, Debussy, Honegger y Harty.

Brisa marina, velas hinchadas y espuma. De eso iba el recital que Beth Taylor y Hamish Brown nos ofrecieron el otro dia en Vilabertran, a falta de algun tipo de relación aparente entre los autores que componen un programa tan ecléctico. Desde el punto de vista musical el programa puso a Beth Taylor en la tesitura de cantar estilos muy diversos y lo que es más, en cuatro idiomas distintos. En realidad la claridad de la dicción no es la más reseñable de las virtudes de esta cantante, que tiene muchas otras, pero al variopinto programa hay que añadir este factor de versatilidad.

Natural de Escocia, pais rodeado de mar, Beth Taylor nos llevó para empezar a Irlanda, isla vecina. My Lagan Love era el nombre de la canción de Hamilton Harty que abrió el recital con aires celtas melismáticos. Ahí se pudo apreciar un timbre lleno y voluptuoso en zona central. El salto estilístico fue muy notable al pasar a Debussy y sus Trois melodies de Verlaine, que completó el cuadro vocal de la cantante para lo bueno (un registro grave poderoso) y para lo malo (cierta tendencia a desapoyar los pianos y ciertos cierres de frase). 

Estando en Vilabertran no podía faltar Schubert y tratándose de una velada de aires marineros Meerestille (sobre poema de Goethe) venía muy al caso. La dicción alemana de Beth Taylor resulta más idiomática que la francesa a pesar de cierta tendencia a manipular las vocales y la verdad es que la secuencia dedicada a Schubert (incluía también Gruppe aus dem Tartarus y Lied eines Schiffers an die Dioskuren) fue un tanto irregular, con momentos brillantes al lado de otros más discretos.

BethTaylor_Schubertiada24_c.jpeg

Y pasamos a Rossini: La regata veneziana. Si bien las condiciones vocales de esta cantante son muy notables en muchos aspectos no pareció que encontrara su lugar en esta música a pesar de la entrega y la personalidad escénica que puso en ella. Tuvo sin embargo momentos brillantes en la tercera y última de las piezas rossinianas. No pudo, a pesar de todo, coronarla con un agudo brillante confirmando la sensación, perceptible a lo largo de estas tres piezas, de que los agudos de Beth Taylor tienden a quedar bajos o echarse atrás.

En las Trois chansons de la petite sirène de Honegger que vinieron a continuación desplegó algunas notas fijas voluntarias que ya nos había mostrado en la primera de las canciones del programa, reminiscencia de sus numerosas intervenciones en producciones de ópera barroca. Esto fue la introducción a uno de los momentos más brillantes del programa: el Poème d'un jour de Gabriel Fauré, que no es uno sino tres. Aquí Beth Taylor estuvo excelente, superexpresiva, con voz poderosa y muy concreta en sus intenciones.

BethTaylor_Schubertiada24_b.jpeg

En términos generales, y ya con la cantante en vena, todo lo que vino en adelante reforzó las percepciones optimistas y minimizó las salvedades que se le pudieran poner. Mostró variedad de registros (Dort in den Weiden)y bellas dinámicas (Es steht ein Lind) en las tres canciones de Brahms que vinieron a continuación y que dieron paso a las Sea pictures de Elgar, que ejercían de plato fuerte (un plato fuerte un tanto ligero) enmedio de este picoteo musical de diversas delicatessen marinas. Es por ello que Antoni Colomer les dedicó la pequeña introducción previa al recital.

Muy cómoda y expresiva con el idioma, como era de esperar, Taylor exhibió la belleza incuestionable de su timbre, la opulencia de su registro central en In Haven (Capri), sus tremendos graves en Where Corals Lie y también (¿porqué no decirlo?) otro agudo un tanto calado en The Swimmer.

Como propina nos ofreció otra canción de Harty, Sea Wrack, ejecutada con sensibilidad finísima y potencia expresiva. Y es así como el recital terminó con merecidos vítores hacia Beth Taylor y Hamish Brown, acompañante discreto en el buen sentido de la palabra.