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Verbena sin paloma

Barcelona. 26/08/2024. Schubertiada. Palau de la Música Catalana. Juan Diego Flórez (tenor), Hamish Brown (piano). Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú. Ana María Patiño-Osorio (directora). Obras de Bellini, Donizetti, Verdi, Gounod, Offenbach, Chapí, Serrano y otros.

Se presentó por enésima vez en el Palau Juan Diego Flórez, famosísimo tenor peruano, acompañado por una orquesta juvenil tambien peruana que es, de hecho, un proyecto impulsado personalmente por el propio Flórez. Traía un programa notablemente ecléctico y, para el gusto del que escribe, poco atractivo. Al menos se daba el caso de que las dos partes quedaban fuertemente diferenciadas, de manera que la primera llegaba a ser coherente y compacta, por lo cual resulto más interesante.

Se trató de un paseo por el repertorio belcantístico: Bellini, Donizetti y Verdi. Para introducirlo la Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú ejecutó la obertura de Norma, con un sonido convincente, buenas intenciones directoriales y unos acabados no tan finos. Y entonces apareció el divo para cantar recitativo, aria y cabaletta de I Capuleti e I Montecchi, siempre todavía con Bellini. No acusó prácticamente la frialdad inicial y Flórez ofreció una interpretación sobria y elegante, estilísticamente irreprochable, rica en matices y (como es sabido) agudo fácil. Y la verdad es que en términos generales esta fue la tónica en cuanto a las prestaciones individuales de Flórez, excelentes en conjunto. Lo mismo se puede decir de los dos fragmentos donizettianos que siguieron: recitativo y aria de Roberto Devereux y recitativo y aria de Il duca d'Alba. Se da el caso, sin embargo, de que cuando Florez sale del repertorio rossiniano, incluso en repertorio belcantistico sin más carga dramatica, se aprecia cierta frigidez. Este detalle fue insignificante en estas obras pero no tanto en "L’émir auprès de lui m’appelle… Je veux encore entendre", versión francesa de "La mia letizia infondere" procedente de Jerusalem, revisión francesa de I lombardi alla prima crociata de Verdi. Se echó de menos un poquito más de sensualidad aunque la linea de canto siguió siendo irreprochable y el dominio técnico de la pieza total. En medio de todo ello tuvimos una obertura de La forza del destino muy digna, aunque se hayan escuchado ejecuciones más vibrantes de esta pieza tan famosa.

Si la primera parte tenía una unidad muy de agradecer, la segunda parte fue muy diferente. En una primera fase Florez y sus muchachos se dedicaron a la musica francesa. En la famosa aria del Romeo et Juliette de Gounod se apreciaron las grandes virtudes y las pequeñas carencias ya consignadas en relación al Jerusalem de Verdi. En cambio su interpretación de "Au mont Ida" de La belle Hélène de Offenbach fue verdaderamente antológica y muy adecuada a la voz del tenor peruano. Previamente la joven orquesta interpretó el "Can-Can" de Orphée aux enfers en medio de las palmas del público, preludio de la verbena que se nos venía encima. 

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La mascletá empezó con el preludio de La revoltosa de Ruperto Chapí y, ya con el divo en escena, "Al mismito rey del moro" de La alegría del batallón (Serrano). Se empezó a desencadenar esa atmósfera desatada típica de los recitales de tenor cuando el programa hace concesiones a las pulsiones del público. Así fue con el aria de La pícara molinera ("Paxarín tú que vuelas") de Pablo Luna. Hay que decir que las prestaciones de Flórez en toda esta secuencia (que siguió con “Bella enamorada” de El último romántico, de Soutullo y Vert) rayaron a un nivel excelente y nuestro tenor se regaló con las dinámicas, aligerando la voz con gran tino y manteniendo siempre la linea de canto elegantísima que le caracteriza y le caracterizó durante toda la velada.

Y después del famoso intermedio de La boda de Luis Alonso concluyó con una brillante pero un tanto fría ejecución de "Granada". No obstante, el público no estaba frío para nada, y esperaba con delectación su dosis de "Currucucú paloma" cuando Flórez apareció en el escenario carreteando su guitarra para la tanda de bises. No hubo paloma, sin embargo. Esta vez decidió interpretar el vals criollo "Que nadie sepa mi sufrir", de Ángel Cabral y "La flor de la canela", demostrando que tiene la versatilidad y la ligereza para afrontar este tipo de piezas sin sobreapoyar ni hacer de cantante de ópera. Y que mejor que acabar una verbena con un "vincerò" resonante! Asi fue, "Nessun dorma" con orquesta y el delirio está asegurado. Evidentemente no es lo más adecuado para su voz y la interpretación careció de todo heroismo.

Más allá de toda consideración sobre el interés y la consistencia del programa, y a pesar de que a un servidor este tipo de baños de masas no le resulten muy atractivos hay que decir que Juan Diego Flórez demostró que sigue siendo un fenómeno vocal y uno de los tenores más notables de las últimas décadas, que fue acompañado con muy suficientes prestaciones por la Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú y su directora y que dada la naturaleza del programa no se podía esperar más. 

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