Un magnífico sopapo

Bérgamo. 17/11/24. Teatro Donizetti. Festival Donizetti. Donizetti: Don Pasquale. Roberto de Candia (Don Pasquale). Giulia Mazzola (Norina). Dario Sogos (Malatesta). Javier Camarena (Ernesto). Fluvio Valenti (Notario). Coro dell'Accademia Teatro alla Scala. Orchestra Donizetti Opera. Ivan López Reynoso, dirección musical. Amélie Niermeyer, dirección de escena.

Una reseña más en la que tengo que volver a citar a Ortega, sin ser yo orteguiano ni nada de eso, por parafrasear también a una de las vecinas más conocidas de València y equilibrar el ying-yang de la intelecto-superficialidad. Pero el caso es que uno es uno y sus circunstancias y la crítica jamás será, podrá ser objetiva. Cosa distinta es lo que nos permitamos a nosotros mismos denominar como circunstancias… aquello que termina de dar forma a lo que escribimos… y a lo que ustedes reciben. Pero todo eso es otra cuestión.

La cuestión es que durante las últimas semanas he tenido la inmensa suerte de poder trabajar, estudiar una obra capital como es el Don Pasquale donizettiano de la mano de la directora de escena Anna Ponces y ella me ha abierto una forma bien distinta de acercarme a esta suerte de "canto del cisne" del compositor. Una obra superba, sustentada sobre la tradición italiana y la commedia dell’arte, trufada de la sabiduría de quien está de retirada - a punto de morir, prácticamente - y cómo se prefiere sonreír ya en la senectud… por aquello, supongo, de lo que pueda venir después. En esa misma estela llegaron luego el Falstaff de Verdi, los Maestros de Wagner, el Schicchi de Puccini…

Con la mirada actual como una crítica rotunda contra el edadismo, un alegato por la alegría de vivir y el amor libre de tiempos y formas. Conectar a sus personajes, en palabras de Ponces, con los Parásitos de Joon-Ho… algo absolutamente extraordinario que he visto reflejado en el nuevo Don Pasquale presentado por el Festival Donizetti de Bérgamo, de la mano de la directora de escena alemana Amélie Niermeyer.

don pasquale 2 bergamo

Una casa de diseño a lo Van der Rohe, giratoria y con un bar, ocupa la práctica totalidad del escenario, ideal para el desarrollo de tramas y enredos íntimos, magníficamente bien diseñada por Maria-Alice Bahra y que supone el contraste a tres perfecto con las propuestas presentadas para Devereux y Zoraida en esta misma edición del Festival. Pero este Don Pasquale no se queda en un concepto vacuo y vacío, sino que se sostiene gracias a una idea clara, definida de lo que se quiere mostrar, el mensaje que se quiere dar, sobre unos personajes perfiladísimos, con sus porqués y sus claroscuros que consiguen que podamos empatizar, se trata de una comedia al fin y al cabo, con todos ellos. Entendemos a Norina y su guantazo a todo el patriarcado. - ese guantazo que tanto escandalizó al París de la época -. Sentimos con ella su inmediato arrepentimiento y comprendemos cuáles son sus causas: la libertad como mujer, como persona. De hecho, termina yéndose ella sola. Clara está la figura de Malatesta, que no parece ser siquiera doctor y sí un buscavidas; Ernesto un muchacho consentido y Don Pasquale un hombre de carne y hueso con todos sus miedos y ganas de amar. Y frente a la caduca moraleja original al final de la ópera, una pancarta bien grande: “El amor no tiene edad. El amor no tiene fronteras”. Maravilloso.

Maravilloso porque, además, se contaba con un elenco de estupendos cantantes que actuaron en todo momento. Natural en su canto, muy acertado en lo escénico el Malatesta de Dario Sogos y extraordinaria la Norina de Giulia Mazzola, emocionada en los saludos finales. Ambos, alumnos de la Bottega Donizetti frente a sus primeras oportunidades importantes. La Norina de Mazzola se desplegó siempre musicalisíma, de timbre esmaltado y de pulcro trabajo en sus agilidades. De medido y conciso apunte cómico. Merecidísimo éxito. Subió los enteros de la comicidad el Notario de Fluvio Valenti y bellísimo el timbre, siempre elegante, con un fraseo que persigue un verdadero canto donizettiano el de Javier Camarena como Ernesto. Con una aparente indisposición que menguó su paso al agudo, mostró no obstante su gran musicalidad e inteligencia ofreciendo alternativas que convencieron en cada momento.

Divertido e idiomático en la comedia, el canto silabato y el carácter del personaje el Don Pasquale de Roberto de Candia, que ofrece toda una creación y una recreación en un hombre que escapa de romanticismos y se sitúa en nuestras coordenadas temporales, siempre cantado con gusto, en la escuela del canto italiano y la tradición bufa. A todos ellos acompañó el mexicano Iván López Reynoso (acertadísima la flexibilidad de la escena, introduciendo mariachis en la serenata de Ernesto como guiño a tenor y batuta), quien ofreció una lectura teatralísima, acompañando a los cantantes en todo momento y mostrando dinámicas y color cuando tenía oportunidad. Magnífico el solo de trompeta en la primera página solista para Ernesto. Una gozada de tarde, ciertamente. Ojalá todos los sopapos fueran como este.