A hombros de gigantes
Sevilla. 29/12/2024. Teatro de la Maestranza. Obras de Berlioz, Mendelssohn y Brahms. Orquesta Fundación Barenboim-Said. Michael Barenboim, violín. Oksana Lyniv, dirección musical.
Como broche al 2024 y para conmemorar su 20 aniversario, la Fundación Barenboim-Said ofreció su tradicional concierto en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, una cita que se repetiría poco después en Almería.
En esta ocasión la joven orquesta de la Fundación estuvo dirigida por la maestra ucraniana Oksana Lyniv (Brody, 1978), quien en 2021 se convirtió en la primera mujer en dirigir en el Festival de Bayreuth y quien también ha roto barreras siendo la primera mujer al frente de un teatro en Italia, en el Comunale di Bologna. Completando el cartel destacaba asimismo la presencia del violinista Michael Barenboim (París, 1985), a la sazón hijo del célebre director y pianista que da nombre a esta Fundación.
Con estos ingredientes sobre la mesa era difícil no disfrutar de la velada, sobre todo cuando en los atriles se disponía además una selección de partituras tan clásicas como sobresalientes: la obertura El rey Lear de Berlioz, el Concierto para violín y orquesta de Mendelssohn y la Sinfonía no. 1 de Brahms.
Lo primero que conviene resaltar es la entrega y preparación de los jóvenes músicos reunidos para esta ocasión. Es realmente un soplo de aire fresco contemplar a músicos tocando con semejante pasión y disfrute, con unas ganas tan evidentes de dar lo mejor de sí, aún más si se les permite tocar 'a hombros de gigantes', como predispone precisamente la Fundación Barenboim-Said con estos encuentros. Para los jóvenes músicos, a las puertas de emprender su trayectoria profesional, es importantísimo tener el estímulo y el respaldo de grandes artistas como Oksana Lyniv o Michael Barenboim.
El citado violinista impresionó con su facilidad y soltura, paseándose por la partitura de Mendelssohn con una familiaridad inusitada. Michael Barenboim no ha tenido tanta proyección como solista, con una agenda que se ha volcado a menudo con la música de cámara y con su labor como concertino en la West-Eastern Divan Orchestra. Pero lo cierto, hoy por hoy, es que es un violinista de primera división y sería grato verle más por España en esta faceta como solista. El sonido que obtiene es firme, de amplia proyección, y su manejo del arco resulta fluido, abundando en una expresividad notoria y sincera. Su Mendelssohn fue, no solo intachable, sino de muy buena factura.
Por otro lado, el gesto de Oksana Lyniv es exacto y elocuente, de enorme precisión y claridad, algo sumamente valioso para tan jóvenes intepretes como los que conformaban la formación de la Fundación Barenboim-Said, una orquesta con una media de edad que rondaba los dieciséis años y entre quienes había incluso algunos instrumentistas de edad más temprana, como una jovencísima violonchelista de doce años.
Lyniv sorprendió especialmente con una Primera de Brahms de mucha consistencia, nítida en su exposición formal, transparente en lo arquitectónico, pero al mismo tiempo incisiva en el fraseo, recreándose allí donde era debido, con la dosis justa de romanticismo y cuidando mucho los balances entre secciones.
Un concierto espléndido, en suma, que habla muy bien del trabajo que la Fundación Barenboim-Said viene haciendo durante estas dos décadas en activo. Visto lo visto en los atriles, el relevo generacional en la música clásica está más que garantizado.
Fotos: © Luis Castilla | Fundación Barenboim-Said