A la antigua
Málaga. 09/03/2025. Teatro Cervantes. Verdi: Aida. Rocío Ignacio (Aida). Jorge de León (Radames). Olesya Petrova (Amneris). Carlos Álvarez (Amonasro). Rubén Amoretti (Ramfis). Luis López (El rey de Egipto). Laura Orueta (Sacerdotisa). Francisco Arbós (Mensajero). Orquesta Filarmónica de Málaga. Vivien Hewitt, dirección de escena. Óliver Díaz, dirección musical.
Fiel a su cita anual con la lírica, el Teatro Cervantes de Málaga ha propuesto dos funciones de Aida de Giuseppe Verdi, un título exigente, grande, ante el que muchos teatros se acongojan y que se sirvió aquí con honestidad, sin complejos y sin pretenciosidad.
Estas funciones se suman a las ya propuestas de El gitano por amor de Manuel García, en el marco del Ópera Studio, y la Madama Butterfly que pudo verse en noviembre. En el mes de mayo la temporada lírica malagueña pondrá su broche con un programa doble compuesto por Goyescas y El retablo de Maese Pedro.
Buen concertador, batuta atenta al devenir de la escena, el asturiano Óliver Diaz saldó con buenos resultados su primer acercamiento a la partitura de Aida, una obra larga y exigente, con una compleja alternancia entre los momentos más intimistas y la consabidas páginas monumentales.
La Orquesta Filarmónica de Málaga no posee unos medios de gran potencial -y no lo digo como una crítica sino como una constatación-, pero se percibió en todo momento un trabajo detallado en la batuta de Óliver Díaz, buscando balances razonables y proponiendo detalles de buena factura aquí y allá, consciente de la riquísima orquestación de la pieza. En el hacer del asturiano, si acaso, se echaron de menos unos tiempos más fluidos y ágiles, al menos en algunas páginas de la obra. Pero la impresión general fue, como digo, muy buena.
Por lo que hace al Coro Titular del Teatro Cervantes de Málaga, desde fechas recientes encomendado a Intermezzo, también las sensaciones fueron buenas, más allá de algún puntual desajuste y desacople entre las voces femeninas, convenciendo especialmente el trabajo de las voces masculinas en las escenas con Ramfis.
Debutaba también en el rol titular la soprano sevillana Rocío Ignacio, en quien se percibió un trabajo concienzudo con la parte, especialmente con las dos grandes arias del papel, donde logró sonidos bien recogidos y e plausible efecto teatral. Su voz en cambio sonó más destemplada cuando tendía a sonar en forte, donde encuentra sonoridades más agrias y menos redondas. En cualquier caso, resolvió la parte -que es larga y exigente- con buena impresión general.

Muy buen trabajo del resto de elenco, destacando la veteranía de Ruben Amoretti como Ramfis, el buen material de Luis López como Rey de Egipto, la cuidada línea vocal de Laura Orueta como Sacerdotisa y el medido hacer de Francisco Arbós como Mensajero.
La propuesta escénica de Vivien Hewitt, la misma que se pudo ver ya hace unos meses en Oviedo, hace honor a tiempos pasados, en los que este título se asoció a escenografías monumentales, como la que aquí se dispone, basada en el diseño original de Franco Zeffirelli. Es, en todo caso, una propuesta a la antigua, quizá demasiado, lastrada un tanto por una iluminación poco elaborada, con una dirección de actores más bien ausente y con un vestuario un tanto sonrojante.
Fotos: © Daniel Pérez / Teatro Cervantes