golondrinas javier del real 1

Zarzuela en blanco y negro

Oviedo. 16/02/2017. Teatro Campoamor. José María Usandizaga: Las Golondrinas. Rodrigo Estéves, Nancy Fabiola Herrera, Carmen Romeu, Jorge Rodríguez Norton, Felipe Bou, Mario Villoria. Orquesta Oviedo Filarmonía. Dir. musical: Oliver Díaz. Dir. escena: Giancarlo del Mónaco.

Aplaudido por sus coetáneos, José María Usandizaga desplegó buenas dosis de talento al escribir Las Golondrinas, obra que estrenó poco antes de su pronta muerte, con apenas 28 años. Pese a su corta edad, Usandizaga ya demostraba con esta partitura una plenitud artística envidiable, enmarcada por una música densa y en ocasiones sombría –que le valió el sobrenombre del Puccini español- y un libreto de corte naturalista, descarnado incluso, que retrata la cruda realidad social española de principios del siglo XX. En un evidente paralelismo con Pagliacci de R. Leoncavallo, la temática circense y el crimen pasional son constantes a lo largo de la historia, complementada por la libretista María Lejárraga con la ambición personal y el legítimo inconformismo de uno de los personajes protagónicos: Cecilia. Artista principal de un circo ambulante, viaja de un sitio a otro con su compañía, migrando de pueblo en pueblo como las golondrinas que dan nombre a la obra. Casi de forma autobiográfica, Lejárraga –quien debió firmar toda su vida bajo el apellido de su marido- nos presenta vacía la vida de Cecilia, quien anhela “vivir, triunfar, aplausos” alejada del amor posesivo y machista de Puck. Con su propuesta escénica, Giancarlo del Mónaco consigue reflejar ejemplarmente este conflicto llamado a la tragedia, valiéndose de la lúgubre iluminación y el meditado decorado para crear escenas monocromas, siniestras y con un punto de frivolidad; como salidas de un negativo del gran Weegee. La arlequinesca pantomima, uno de los momentos más conocidos de la obra, destiló un sutil orientalismo, entendido como breve receso hasta el clímax dramático alcanzado en el último acto con el desgarrado dúo “Estrella de mi camino”. Aunque abusando quizás de la entrada a escena de los artistas a través del patio de butacas, lo cierto es que del Mónaco consiguió con estas golondrinas sellar un trabajo de excelente factura, coherente y muy visual, que se situó a la cabeza de lo ofrecido estas últimas temporadas por el festival ovetense de teatro lírico español, que inauguraba así su edición número XXIV.

Del interesante elenco propuesto, destacó la lectura que el barítono Rodrigo Esteves realizó del personaje de Puck. Ya con una excelente romanza “Caminar, caminar sin descansar”, el brasileño anunció la suya como una voz generosa y flexible, de cuerpo en los graves y expansión en el agudo, complementada además con una presencia escénica muy premeditada, tic nervioso incluido, que ahondó en los rasgos psicopáticos de su personaje. Nancy Fabiola Herrera, por su parte, abordó una entregada Cecilia, llena de energía en su gestualidad y vocalmente interesante, haciendo gala de su timbre carnoso y luciendo un canto spianato muy acorde con las dimensiones veristas de lo escrito por Usandizaga. Cerrando el trío protagonista, los medios de Carmen Romeu parecieron un tanto alejados de lo reservado para un rol de lírico o lírico-spinto como Lina que, sin embargo, supo defender solvencia. A costa, eso sí, de abrir peligrosamente la voz en ciertos momentos, emitiendo algunos sonidos algo calados y no tan atractivos como acostumbra. Correcto asimismo el resto del reparto, que contó con la presencia de Jorge Rodríguez Norton como Juanito, Felipe Bou como Roberto y Mario Villoria como un caballero.

Orquestalmente, el trabajo de Oliver Díaz resultó encomiable, logrando poner de relieve las múltiples texturas de una composición tan genial y trabajada como la que tenía entre manos y que, en sus propias palabras, “cuenta con detalles de Lehár, Puccini, Massenet, Strauss y, desde el punto de vista temático, muchos rasgos wagnerianos”. Bajo la batuta del director ovetense, actual titular del Teatro de la Zarzuela y orgullo para su ciudad, la Oviedo Filarmonía sonó acertada y densa, tal y como requería la partitura, luciendo además una gran templanza en el viento metal, de presencia habitual durante toda la obra, y una notable flexibilidad que le permitió entrar en el intencionado juego de dinámicas propuesto por Díaz, quien logró edificar desde ambientes dramáticos y densos –como el de la romanza “se reía” de Puck, hasta otros de mayor lirismo –la pantomima del segundo acto o el preludio del tercero-.

Por último, cabe reseñar la intervención del Coro de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, agrupación habitual en estos títulos y que, como es costumbre, supo conciliar su gran presencia escénica con un solvente resultado vocal. Se cerraba así el primero de los cuatro títulos del festival ovetense que, tras este estreno de lujo aún nos deparará obras como “Doña Francisquita”, “Don Gil de Alcalá” o el estreno de la inédita “Maharajá”.

Foto: Javier del Real