Experiencia e inexperiencia
Barcelona. 26/3/17. Palau de la Música Catalana BCNClàssics. Obras de Berlioz y Schumann. Christian Gerhaher, barítono. Gustav Mahler Jugendorchester. Daniel Harding, director.
La Gustav Mahler Jugendorchester pasó por Barcelona durante su gira de Pascua, once conciertos que les llevan desde Lisboa hasta Frankfurt, dirigidos por Daniel Harding y con el barítono Christian Gerhaher como solista. La orquesta cumple treinta años, felicidades a todos sus integrantes por ese aniversario redondo. Felicidades también por su buen trabajo y, muy especialmente, por la nada habitual amplísima presencia de mujeres entre sus miembros; para que se hagan una idea de la imagen tan inusual que ofrecía el escenario del Palau de la Música Catalana, conté sólo cuatro hombres entre los violines y las violas.
A lo largo de la gira se alternan dos programas, que se interpretan completos o con algunas variaciones. En el Palau interpretaron el programa B sin la obra inicial, las Cinco piezas orquestales de Arnold Schönberg; es decir, compartimos el resto del programa con el segundo de los conciertos en Madrid, reseñado aquí por Gonzalo Lahoz, y la primera parte, Les nuits d'étè de Hector Berlioz, con el de Zaragoza, también reseñado en Platea, en este caso por Javier del Olivo.
Una orquesta joven lleva en su nombre su principal característica, la juventud, y perdonen ustedes la redundancia; me refiero a que a sus profesores tienen poca experiencia todavía (y vamos mal si no somos conscientes de ello cuando les escuchamos) pero entusiasmo no les falta. Esa fue la buena sensación que dejaron, la de la juventud, y nos centramos de momento en la segunda parte del concierto, con la segunda sinfonía de Robert Schumann, compuesta a lo largo de 1846. Es una obra compleja, densa, en la que tienen que quedar muy definidos los diferentes planos, algo que en el primer movimiento no se acabó de conseguir; sonó enérgico pero se echaron de menos (lógicamente) dinámicas más contrastadas. El tercer movimiento, el hermoso adagio, puso a prueba a la sección de viento, y la prueba se resolvió (insisto, lógicamente), con sus más y sus menos. Funcionaron bien el segundo y el cuarto movimiento, con el ímpetu y el orden necesarios, y en conjunto la sinfonía dejó un agradable sabor de boca.
La primera parte, como decíamos, estuvo dedicada Les nuits d'étè, una obra compuesta por la misma época que la de Schumann (unos pocos años antes la versión para voz y piano, unos pocos años después la versión para voz y orquesta). En este caso, las sensaciones no fueron tan buenas; si lo que los aficionados esperamos de los músicos depende de su trayectoria, de Christian Gerhaher esperamos lo mejor, y no tuvimos tanta suerte. Es cierto que Berlioz no podía prever los usos y costumbres del siglo XXI cuando orquestó sus seis canciones para diferentes tesituras, y se lo puso complicado a los cantantes que actualmente nos ofrecen el ciclo completo, a diferencia de lo que se hacía habitualmente a mediados del siglo XIX. Es cierto también que suelen ser mezzosopranos las que interpretan Les nuits d'étè, y que en esta ocasión lo hiciera un barítono era una propuesta tan arriesgada como atractiva; de alguna manera, un experimento, y los experimentos unas veces salen mejor que otras. Hablaba antes de sensaciones, ese poso que queda al acabar la audición, y en este caso la impresión era que Gerhaher no se había hecho suyo el ciclo; ahí estaba el atril, necesario a pesar de ser la cuarta vez que Gerhaher cantaba el ciclo en diez días.
La primera canción del ciclo, Villanelle, careció de ligereza y la última, L'île inconnue, de viveza; en realidad, sólo escuchamos a un cantante conectado con las canciones, comunicando, en las dos centrales, Sur les lagunes y Absence; fue un placer, aunque fuera breve. No ayudó a disfrutar de la música de Berlioz la escasa proyección, ni que las notas más graves se perdieran a menudo; me quedo con la duda de si fue debido a que Daniel Harding no controló suficientemente el volumen de la orquesta (no creo que en esta ocasión se le pueda echar la culpa a la sala), pero, por lo demás, la orquesta ofreció una versión trabajada y bien resuelta de las canciones. Así que lo mejor de la tarde nos lo ofrecieron los más inexpertos, mientras que la experiencia, en esta ocasión, no bastó. Como siempre, confío en que habrá más oportunidades de tenerlo todo.