Cencic Salzburgo

Matinee con sopor

Salzburgo. 05/06/2017. Stifung Mozarteum – Großer Saal. Obras de Vivaldi, Handel y Porpora. Max Emanuel Cencic (Cenčić). Armonia Atenea. Dir. Musical: George Petrou.

El intitulado como Arienmatinee, último concierto del Salzburg Pfingstfestpielen si excluimos la reposición posmeridiana del Ariodante, suponía el debut de Max Emanuel Cencic en el Festival salzburgués. La labor productora del contratenor croata se he hecho cada vez más patente con sus últimas representaciones, como el reciente Siroe de Hasse, evidenciando cómo no quiere dejar, para bien o para mal, su destino artístico en manos ajenas.

La concisa temática del Festival llevó a Cencic a proponer un programa que giraba en torno a Ludovico Ariosto y su poema caballeresco Orlando furioso, al que se le intercalaban diversas piezas puramente instrumentales. Ciertamente no era necesario cuadrar el círculo para seguir el hilo conductor propuesto por Cecilia Bartoli, las posibilidades de mantenerse en la órbita se me antojan enormes, siendo elegidos para esta ocasión Porpora, Vivaldi y Handel, tres auténticos pilares del setecientos que, como tales, tampoco evidencian ningún quebradero de cabeza tras la selección de las obras. Su ordenación tampoco respondía a una coherencia cronológica, de lo contrario hubiese sido Porpora el primer citado, sino que se apostó por un cierto equilibrio entre lo vocal y lo instrumental, este último únicamente representado por Vivaldi y sus conciertos para dos violines (RV 522) y para Fagot (RV 484) así como su sonata para dos violines y continuo “La follia” (RV 63).

Cencic tiene la particularidad (defecto para unos, virtud para otros) de querer siempre ir algo más allá de la propuesta musical, no de manera tan fulminante como el último trabajo en escena de Joyce DiDonato, pero sí, en parte, con resultados parejos. En nuestro particular caso no había “tantas cosas que mirar”, como señalaba hace escasos días Gonzalo la Hoz, pero sí demasiada reflexión que escuchar, amén de que Cencic intercalaba, con excesiva regularidad, textos que justificaban –con pretendida aura existencial– la descontada presencia de las obras que iba a afrontar. El primer obstáculo que el público encontraba, al menos el público extranjero –con notoria representación en todo el Festival–, es que los textos eran recitados en alemán, permaneciendo así demasiados minutos ajenos a lo que allí acontecía. Obvia decir que estas adendas arrollaban la atmosfera que la música se empeñaba en construir. Un ulterior quebranto se encontraba en que tampoco había otra distracción posible durante los soliloquios, pues los programas de mano –de pago– se habían terminado, dando pie, eso sí, a inesperadas charlas entre foráneos vecinos de butaca en aras de aclarar que era lo próximo que tocaba.

La selección de material vocal de Cencic puso hincapié en repertorio con contenido más emocional que virtuosístico, con las arias “Sol da te mio dolce amore” y “Nel profondo cieco mondo” (Vivaldi, Orlando furioso RV 728), “Ombre amene” y “Vanne felice rio” (Porpora, Angelica e Medoro), contrarrestadas solo en parte por la medida coloratura presente en “Sorge l’irato nembro” (RV 728), y las handelianas “Fammi combattere” y “Cielo! Se tu il consenti” (Orlando, HWV 31). Esta selección dio sin embargo pie a enmascarar las sombras técnicas que circuyen su trabajado estrellato y que pasan por la evidente resonancia nasal de su voz en determinados registros.

Un concierto para contratenor con diez obras en programa, más de dos horas de duración y únicamente tres obras de espíritu virtuoso se me antoja una propuesta con cierto sopor y precario equilibrio para lo que seguramente esperaba el público de la matinee.

George Petrou, también director artístico de la formación Armonia Atenea, fue el encargado de llevar los designios de la orquesta, una formación de origen griego cuyas propuestas denotan siempre una especial atención por la calidad sonora y flexibilidad.