Viaggio Liceu1 Bofill

 

Contrastes

Barcelona. 17/09/2017. Gran Teatro del Liceo. Rossini: Il viaggio a Reims. Irina Lungu, Maite Beaumont, Sabina Puértolas, Ruth Iniesta, Taylor Stayton, Lawrence Brownlee, Roberto Tagliavini, Pietro Spagnoli, Carlos Chausson, Manel Esteve, Alessio Cacciamani, Jorge Franco, Paula Sánchez-Valverde, Marzia Marzo, Tamara Gura, Beñat Egiarte, Carles Pachón. Dir. de escena: Emilio Sagi. Dir. musical: Giacomo Sagripanti.

Curioso contraste el vivido estos días en el Liceu, habida cuenta del tenso ambiente político y social que se ha ido apoderando de las calles de Barcelona, al hilo del envite independentista. Curioso contraste, digo, si atendemos al origen y al espíritu de este Viaggio a Reims de Rossini que abría la programación del teatro de las Ramblas y cuya última función estuvo presidida por parte del público entonando "Els segadors", mientras el resto de asistentes guardaba silencio, tan atónitos como respetuosos. 

Seguramente muy pocos entre ese público que coreaba el consabido “Votarem!” tenga claro quién fue el rey Carlos X, un déspota de tomo y lomo, último rey Borbón de Francia y cuyo reinado se extendió apenas durante seis años, de 1824 a 1830. Fue, de hecho, el último rey de pretensiones absolutistas en Francia antes de las “tres gloriosas” jornadas revolucionarias de los días 27, 28 y 29 de julio de 1830. Rossini, a buen seguro sin saberlo, compuso pues una obra a mayor gloria de un tirano, con suma ironía en torno a la aristocracia y rematada no obstante por una exaltación ciertamente sui generis del espíritu europeo. Recapitulo todo esto para ilustrar el contraste entre el contexto de composición de la obra y el contexto en el que se representaba estos días en Barcelona. La música no cambia la realidad pero desde luego nos invita, y he aquí una prueba, a repensarla con otros ojos. 

Sea como fuere, la obra de Rossini fue compuesta ex profeso para la coronación de Carlos X. El compositor italiano, de hecho, tenía la intención de que fuera una obra de circunstancias, no llamada desde luego a reponerse ni a consolidarse en el repertorio. A su disposición tenía a los principales solistas del momento y de ahí que la partitura sea una sucesión ligera de enredos con la forma de espectaculares páginas de lucimiento vocal para los cantantes.

El Liceo ha querido comenzar su programación -no así su temporada, que oficialmente arranca en octubre con Un ballo in maschera de Verdi- con un doble reparto para estas funciones de Il viaggio a Reims, amalgamando la presencia de solistas ya veteranos (Carlos Chausson, Pietro Spagnoli) y consolidados (Maite Beaumont, Sabina Puértolas, Irina Lungu, Lawrence Brownlee, Manel Esteve, Roberto Tagliavini o Ruth Iniesta) con otros más jóvenes (Jorge Franco, Carles Pachón, Beñat Egiarte, Leonor Bonilla, Levy Sekgapane, Marzia Marzo, etc.), de trayectorias incipientes y para quienes esta producción ha tenido un alcance formativo muy notable.

Viaggio Liceu2 Bofill

 

De todo el elenco reunido en el primer reparto destacó la madurez vocal de Irina Lungu como Corinna, lo mismo que el oficio intachable de Chausson y Spagnoli como Trombonok y Don Profondo, respectivamente. Celebramos ver a Ruth Iniesta en plena forma, con una trayectoria ya lanzada de modo indudable. Sabina Puértolas, Maite Beaumont, Manel Esteve y Lawrence Brownlee fueron un lujo en un reparto donde a decir verdad nadie desentonó. Quizá tampoco vivimos momentos memorables, pero el extenso reparto armado no tenía sombras reseñables, más allá de Taylor Stanton como Belfiore, quien convenció más por su labor escénica que por su resolución vocal. Todas las voces jóvenes (Alessio Cacciamani, Jorge Franco, Paula Sánchez-Valverde, Marzia Marzo, Tamara Gura, Beñat Egiarte y Carles Pachón) rindieron a un nivel más que solvente, dentro de esta partitura de aires corales.

La producción de Emilio Sagi, ya sobradamente conocida habida cuenta de las numerosas ocasiones en que se ha repuesto, es más una solución de trámite, fácil y económica, que una puesta en escena propiamente dicha. Apenas un fondo y una minima escenografía, una terraza con unas tumbonas que se extiende al pie del foso, predispone a los cantantes en primer término, siempre audibles. Es un trabajo sencillo, ciertamente poco ambicioso y que deja casi todo en manos de la frescura actoral de los solistas.

El joven maestro italiano Giacomo Sagripanti hacía su debut en el foso del Liceo con estas funciones. Demostró buen hacer y una afinidad evidente con este repertorio. Salvo algún pasaje algo pasado de decibelios, Sagripanti mostró seguridad y firmeza a la batuta. No hubo singular imaginación, tampoco detalles de especial talento, pero la función transcurrió sin altibajos a su mando.