Stiffelio Verdi Regio Parma 2017 

Rompiendo moldes

Parma (13/10/2017) Festival Verdi. Teatro Farnese. Verdi: Stiffelio. Luciano Ganci (Stiffelio), Maria Katzarava (Lina), Francesco Landolfi (Stankar), Giovanni Sala (Raffaele), Emanuele Cordaro, (Jorg), Blagoj Nacoski (Frengel), Cecilia Bernini (Dorotea).. Dirección de Escena: Graham Vick. Dirección musical: Guillermo García Calvo.

Si muy infrecuente es escuchar Jérusalem, tampoco es que sea habitual ver programada en los teatros operísticos Stiffelio. También es una obra que se aleja bastante de lo habitual en el catálogo verdiano. Tanto la trama (alrededor de la vida familiar y religiosa de un pastor protestante) como el final, en el que se vuelve a ese perdón que también marcaba a  Jérusalem, no son lo frecuente en los libretos verdianos. He de reconocer que Stiffelio es una obra especialmente querida por mi y pienso que atesora algunos de los momentos más desconocidos y bellos escritos por Verdi. Me gusta, sobre todo, ese carácter burgués, intimista, de drama familiar, y que creo que no por la temática pero sí por el estilo son más cercanos a la intimidad del siempre retraído socialmente Verdi. 

Va a ser difícil resumir en unas líneas lo que pudimos vivir en la representación de esta obra en el histórico teatro Farnese de Parma. Vaya por delante mi más sincera felicitación a la organización del Festival Verdi por una apuesta escénica que si, por supuesto, no es novedosa, no creo que sea habitual en Italia y menos trabajando con una ópera del adorado Verdi. Pero creo que se ha conseguido algo infrecuente en la actualidad: que una puesta atrevida, rompedora y reivindicativa, no oscurezca un trabajo musical de primera categoría. Graham Vick y Guillermo García Calvo, desde sus respectivas direcciones han conseguido un equilibrio muy difícil de conseguir: que el teatro no se coma a lo musical o que la música anule lo teatral.

Toda la propuesta de Vick (presente en la representación como un técnico más que indicaba movimientos y desplazamientos del público, y no era el día del estreno) gira en torno a la idea de romper moldes establecidos y burgueses, muy en la línea de lo que significa para mí Stiffelio. Ambientada en la actualidad (insinuando claramente que Stiffelio más que un pastor protestante es un cura católico o anglicano) busca que sintamos que las estructuras tradicionales (familiares, sexuales, escénicas también) están cambiando o se pueden cambiar y que eso nos puede hacer mejores. La acción se desarrolla en el patio del Farnese, por donde deambula el público entre las distintas plataformas donde se va desarrollando la acción. Pero entre el público también hay figurantes que participan en esa acción y que dan un sentido más literal (sensual y violento a veces) a lo que el texto de Piave escribió para la obra. El coro forma parte de ese público tanto desde el patio como desde las gradas de madera del teatro para transmitirnos la idea que todos formamos parte del drama que se desarrolla en las distintas escenas. Sería prolijo relatar los cientos de detalles que enriquecen esta visión pero sólo describiré lo que yo percibí. Me sentí dentro de la obra, formando parte del drama del pastor traicionado por su mujer que comprende que con la violencia no se va a conseguir nada, que todo está cambiando y que el perdón, la redención, son, en definitiva, formas de amor, que será al final la única manera de salvarnos. Vick (con un trabajo impecable y complejo de movimientos de todo un mundo de figurantes, transportadores de estrados, de cantantes, y con constantes referencias a la actualidad, desde grupos como Femen o los movimientos por el matrimonio del mismo sexo, o incluso algo tan conflictivo como el sexo dentro de la propia Iglesia) consigue que nada de lo que pasa en ese patio Farnese te sea ajeno, forme parte de ti y no te puedas mostrar indiferente. Una experiencia que yo no había sentido nunca y además oyendo una de mis óperas favoritos. Diría una obscenidad, pero el libro de estilo de Platea no me lo permite aunque seguro que ustedes me entienden.

Nada de lo que el gran trabajo de Vick levanta estaría completo sin la implicación total de la parte musical del espectáculo: desde unos cantantes entregados, llenos de energía y de vida a un García Calvo mesurado en sus gestos y en la dirección de unos excelentes coros y orquesta del Comunale de Bolonia. Un entendimiento entre los directores que se reflejó en el abrazo final entre ambos, consciente el público de lo difícil que ha tenido que ser cuadrar tan diversos elementos. Todos los protagonistas brillaron a gran altura y dieron lo mejor de sí mismos. Luciano Ganci era Stiffelio y dibujó un pastor nada blando sino enérgico, colérico y agresivo pero que al final reconoce sus errores. Vocalmente estuvo espléndido, con un bellísimo timbre tenoril, un legato verdiano excelente y un fiato envidiable. Magnífico en todos los sentidos. Impecable la actuación de María Katzarava como Lina, una voz de gran fuerza y proyección, pero también perfectamente modulada, sin un grito, sin una nota fuera de lo marcado en la partitura. Impresionante en Ah, dagli scanni eterei y en el dúo del divorcio junto a Stiffelio, uno de los momentos de mayor tensión dramática y que comienza con el bellísimo Opposto è il calle che in avvenire que entona el pastor. Como actriz también estuvo estupenda, presentándonos a una Lina que pese a sus faltas nunca se arredra. El Stankar de  Francesco Landolfi fue otro de los hitos de la representación, no tanto por sus intervenciones en el primer acto que fueron correctas pero poco brillantes como por su espectacular Lina, pensai che un angelo, una de esas joyas para padres barítonos en las que Verdi fue un auténtico maestro. Landolfi no desaprovechó la ocasión y nos brindó el que quizá fuera, entre los muchos que hubo, el mejor momento musical de la noche. Muy bien vocalmente e implicadísimo como actor el Raffaele de Giovanni Sala y rotundo, siempre con un timbre equilibrado y atractivo el Jorg de Emanuele Cordaro. Muy correctos Blagoj Nacosky y Cecilia Bernini en sus pequeños papeles de Frengel y Dorotea. 

Ya se comentó más arriba pero hay que reiterarlo: gran trabajo de Guillermo García Calvo en un desempeño que no ha debido ser nada fácil por el tipo de escenografía  de la obra presentada. Los cantantes le seguían a través de diversos monitores instalados en las gradas del Farnese pero en ningún momento se notó desajuste o descontrol entre orquesta y cantantes. Todo discurrió con la normalidad de un foso convencional en un teatro a la italiana. 

Al final, en la tremenda escena donde Stiffelio reclama el perdón de Lina acudiendo a la Biblia, yo estaba muy cerca de la plataforma donde Ganci cantaba. Sin darme cuenta fui rodeado de personas que creía que eran público pero que en realidad eran parte el coro, el coro de la congregación protestante, que entonaban el Miserere mientras Stiffelio leía el Santo Libro y que gritaron el  “perdonata” con el que acaba la obra. Nunca había estado metido dentro de un coro y nunca me había visto tan implicado dentro de una representación. Toda una experiencia y un éxito sin paliativos del Festival Verdi de Parma.