MakropulosDeutsche

Una ocasión perdida

Berlín. 19/02/2016. Deutsche Oper. Evelyn Herlitzius (Emilia Marty), Ladislav Elgr (Albert Gregor), Paul Kaufmann (Vitek), Jana Kurucová (Krista), Derek Welton (Baron Jaroslav Prus), Gideon Poppe (Janek), Seth Carico (Doktor Kolenaty) y otros. Dirección de escena: David Hermann. Dirección musical: Donald Runnicles.

Entre los proyectos más destacables de la presente temporada de la Deutsche Oper de Berlín se contaba esta nueva producción de El caso Makropoulos de Janacek protagonizada por Evelyn Herlitzius, con la firma escénica de David Hermann y bajo la batuta del titular del teatro, Donald Runnicles. Ante la realidad de la representación, sin embargo, sólo cabe hablar a mi juicio de una ocasión perdida a la hora de establecer una producción de repertorio llamada a reponerse con éxito. Todo lo contrario, la producción de Hermann es de una intelectualidad pretenciosa y hueca; mucho ruido y pocas nueces. 

Con escenografía y vestuario de Christof Hetzer e iluminación de Ulrich Niepel, la propuesta de Hermann gira una y otra vez en torno a la idea de una acción doble que nos muestra en escena las varias biografías vividas antes por Emilia Marty en sus 337 años. La idea comienza siendo un hilo narrativo prometedor, pero no conduce a ninguna parte, con un afán reiterativo y poco ocurrente. Entre la náusea y el tedio, el recurso de Hermann a la idea de los Doppelgangers de Emilia Marty en escena gira una y otra vez sobre sí misma sin conducir al espectador a ninguna meta. La literalidad de la propuesta, por momentos, invita al bostezo.

Se sostiene la función, si acaso, por el protagonismo de Evelyn Herlitzius como Emilia Marty. Debutando la parte, la saca adelante desde luego a baje de empuje y por la fuerza de sus medios vocales, que suenan no obstante ácidos y faltos de glamour y hondura a la hora de ofrecer un personaje con más poso que decibelios. A su lado, un equipo de solistas muy discreto -con habituales de la casa como Paul Kaufmann o Jana Kurocová- no contribuye demasiado a elevar la temperatura de la velada, que abunda una y otra vez en una tensión escénica demasiado prefabricada y previsible.

En el foso, Donald Runnicles hace honor a su fama de Kapellmeister solvente y aseado, buen concertador, hacedor en suma de versiones más dignas que brillantes. Batuta titular del teatro, consigue de la orquesta de la Deutsche Oper un sonido colorista y detallado aunque un tanto envarado en los climax de la partitura.