I Lombardi Turin 

Verdi como es debido

Turín. 28/04/2018. Teatro Regio. Angela Meade, Francesco Meli, Alex Esposito, Giuseppe Gipali, etc. Dir. de escena: Stefano Mazzonis di Pralafera. Dir. musical: Michele Mariotti. 

En medio de la agitación provocada por la dimisión del superintendente Vergnano y del director musical Gianandrea Nosea, esta magnífica producción confirma hasta qué punto el Teatro Regio de Turín se ha convertido, gracias a ellos, en uno de los mejores teatros de Italia, como lo confirma el gran nivel musical de estos Lombardi alla Prima Crociata, que llevaba ausente de Turín desde 1929, y que vuelven a lo grande al escenario turinés. 

Lo menos interesante de la representación fue, sin discusión, la producción de Stefano Mazzonis di Pralafera (banal la escenografía de Jean-Guy Lecat y vestuario bastante conseguido de Fernand Ruiz), llegada de Lieja (donde lo que se representó fue Jérusalem, la versión francesa de la ópera), que mezcla dirección y pálida ilustración con los más feos clichés de la dirección de ópera de los años cincuenta, dejando a los cantantes y al coro abandonados a sí mismos sin trabajar la interpretación actoral ni los movimientos. Patético. 

Por fortuna, frente a tal mediocridad, la música lo guía todo con una increíble felicidad. I lombardi alla prima corciata es un título que no soporta la falta de nivel ni una orquesta sin refinamiento. El enfoque de Michele Mariotti (que dirige la ópera por primera vez) evita cualquier vulgaridad, cualquier “chum pa pa” inútil, como se suelen caricaturizar las obras del joven Verdi. Mariotti demuestra, al mando de las excelentes fuerzas del Teatro, que el “joven Verdi” es ya el “gran Verdi” 

Mariotti propone una lectura nunca exhibicionista, nunca excesiva, en ocasiones poética y siempre refinada, una lectura limpia, transparente, que acompaña con gran elegancia a los cantantes, con un sonido nunca invasivo, con volúmenes muy controlados sin renunciar jamás a la energía vital de esta música. Música de la que revela también la profundidad con una lectura precisa de la partitura que no deja ningún ángulo escondido del texto verdiano, revelándolos todos, los posibles y los futuros. Mariotti, especialista en Rossini, sabe lo que quiere decir orquestación y concertación en este repertorio, tan fácilmente reducido a ruido y acrobacias. Su lectura sorprende porque revela muchos momentos sorprendentes, como el oscuro preludio, muy contenido y al mismo tiempo lleno de emoción, que nos remite a tantos momentos del Verdi futuro, el acompañamiento orquestal de ciertas arias (la oración te, vergine nata, invoco de Giselda en el primer acto), y sobre todo el impresionante solo de violín (magnífico el concertino, Stefano Vagnarelli) del preludio del tercer acto. Mariotti, especialista en belcanto, está atento a los acentos, a los colores, y demuestra que este Verdi, tan inspirado por el belcanto de moda en la época, mira también hacia la madurez, con tantos momentos que recuerdan obras maestras futuras. 

El coro del Teatro Regio (director del coro, Andrea Sacchi) sonó impresionante, potente, con una impecable dicción y cuidando hasta el más mínimo color, la más mínima modulación con una rara precisión. Decididamente notables las fuerzas del teatro.

Tan solo un elemento parece un tanto débil en un reparto decididamente homogéneo en todos los papeles: Joshua Sanders en el rol del Prior. Voz mal proyectada, dicción problemática, falta de volumen. Todos los demás demostraron buenas cualidades: Antonio Di Mattei es un impresionante Pirro (¡también físicamente!), con voz profunda y hermoso timbre, aunque le falta un poco de proyección. Más allá de Giselda, las dos madres, Viclinda, mujer de Arvino y madre de Giselda (Lavinia Bini), y Sofia, madre de Oronte y mujer de Acciano, el tirano de Antioquía, (Alexandra Zabala) tienen voces muy presentes que se reafirman en los concertantes y los duetos, y también Acciano, el tirano de Antioquía es muy correcto como presencia vocal y escénica. 

Giuseppe Gipali (Arvino) tiene un hermoso timbre, una voz tenoril clara y precisa, agudos bien sostenidos y proyectados y presencia, pero el personaje no deja de ser secundario, aunque sea el más importante de los secundarios. 

Alex Esposito se hacía cargo de la parte de Pagano. El bajo-barítono está dotado de notables cualidades escénicas y de un canto muy expresivo, lleno de relieves más allá de una dicción impecable, especialista en belcanto pero no exclusivamente, y ofrece en el papel de Pagano un personaje doble, primero el cautivo, celoso, dispuesto a todo por vengarse, verdadera encarnación escénica la del cantante al inicio del primer acto, con una presencia indiscutible: la voz profunda y clara a la vez causa una gran impresión. 

Durante el resto de la obra es el eremita, más contenido, menos expansivo, más interior (y además la dirección escénica lo deja libre para hacer lo que quiera), que permite ver un canto muy encarnado, muy refinado, técnicamente impecable (fiato, modulación del volumen, dicción): una demostración de calidad que confirma que Alex Esposito es uno de los grandísimos protagonistas del canto en Italia. 

Francesco Meli era Oronte. Si bien la ópera es difícil de ver en los teatros, Meli es uno de los pocos que la ha cantado anteriormente. No sé si he escuchado una interpretación más dominada, más controlada, más convincente desde los tiempos de Carreras. La voz ha ganado volumen, los agudos son más seguros a pesar de ciertos pasajes un poco difíciles, y Meli ya canta papeles que van hasta Puccini, pero en este repertorio sigue sin tener rival por la luminosidad en el timbre, por la técnica y el control: medias voces, modulaciones, colores mas allá de la claridad, fraseo y dicción. Es verdad que no tiene mucha presencia sobre el escenario, pero la dirección escénica que no pide mucho no tiene mucho que dar. Todo reposa, por lo tanto, sobre la voz, y como la voz es excepcional, la prestación es excepcional. Gran momento de canto italiano. 

Angela Meade, Giselda, es poco conocida en Europa. Y sin embargo es una de las voces verdianas más seguras y preparadas que existen: posee dicción, fraseo, volumen y agilidad, pero también estilo, refinamiento y acento. Se vano è il pregare con cadencias y filados es antológico, así como el final del acto segundo y todo el final de la obra. Voz ideal para los papeles del joven Verdi porque tiene la técnica del bel canto con el volumen requerido, con un dominio de la variación bastante raro hoy en día. Es cierto que no sigue la moda actual a nivel físico, pero la voz está realmente hecha para Verdi. No se ha escuchado tal estilo, tal potencia, tal técnica desde hace tiempo en este repertorio específico: merecido triunfo. 

A pesar de una dirección pasada de moda, se trata seguramente del Verdi más “idiomático”, más “italiano” escuchado en estos últimos años en que se creía olvidado este estilo. El Regio de Turín ha restituido a I Lombardi alla prima crociata su gloria, prácticamente perfecta. Bravissimi tutti.