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Una puesta en escena audaz y actual

Paris. 28/09/2025. Opéra Bastille. Verdi: Aïda.  Saioa Hernandez (Aïda), Piotr Beczala (Radamès), Eve-Maud Hubeaux (Amnéris), Roman Burdenko (Amonasro) y otros. Michele Mariotti, dirección musical. Shirin Neshat, dirección de escena.

Con esta Aída que se presenta desde hace unos días en la Ópera Nacional de París (Bastilla), la israelí Shirin Neshat, artista plástica y videasta de renombre, propone una relectura decididamente moderna y política de la obra maestra de Giuseppe Verdi. Se aleja de los fastos tradicionales del Antiguo Egipto para ofrecer una reflexión conmovedora sobre la guerra, el fanatismo religioso y el exilio.

La propia Neshat explica, en el programa de mano, que quiere "despojar la grandilocuencia que glorifica la guerra". Su visión cuestiona la celebración tradicional de la victoria militar. Rueda y proyecta en vídeo el sufrimiento de los esclavos y los vencidos, creando un contrapunto impactante a las escenas de triunfo. Este enfoque evoca de forma inevitable los conflictos contemporáneos y nuestra propia negación del dolor del "otro". La producción también destaca la opresión que sufren las mujeres en sociedades dominadas por la autoridad religiosa y política. El personaje de Amneris, la hija del Faraón, no es solo una rival; se convierte en una figura compleja, atrapada en las mismas estructuras de poder que Aída.

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El espectáculo se basa en una estética contundente, lejos de las reconstrucciones arqueológicas. La acción transcurre en un único cubo, colocado sobre un plato giratorio, que se convierte sucesivamente en templo, palacio o tumba. Esta sobriedad es sublimada por una iluminación magistral que esculpe el espacio y crea una atmósfera tan íntima como aplastante. Los vestuarios, por su parte, se describen como iridiscentes. Si bien a veces se puede lamentar un cierto estatismo en la dirección de actores, la fuerza del discurso y la belleza de las imágenes crean un teatro de una gran intensidad emocional.

El reparto de esta Aída es simplemente brillante, llevado por cuatro artistas en la cima de su arte, comenzando por Saioa Hernández como Aída. La soprano española encarna a una princesa esclava de una potencia y una musicalidad poco comunes. No se puede sino admirar su voz de terciopelo uniforme en toda su tesitura, tan cómoda en la furia dramática de los dúos con Amneris como en los matices más delicados. Su 'O terra, addio' final, entregado con un pianissimo controlado, es de una belleza que quita el aliento. Frente a ella, el famoso tenor polaco Piotr Beczala (Radamés) es un guerrero con un metal vocal claro como una espada. Atraviesa este papel exigente con una valentía y una salud vocal notables, combinando la autoridad del jefe militar con la ternura del amante. Su encarnación es de una integridad artística absoluta, y el soberbio pianissimo en el 'Si chiude il ciel' final es un momento de pura magia.

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Ève-Maud Hubeaux, como Amneris, ofrece una performance electrizante, con agudos triunfantes, y una entrega escénica durante la escena del juicio realmente conmovedora. Impone a Amneris como una figura trágica de primer plano, desgarrada entre los celos y un amor desesperado. Roman Burdenko como Amonasro. El barítono ruso encarna al rey etíope con una autoridad y una densidad vocal oscura perfectamente convincentes. Es la figura paterna a la vez temible y conmovedora, cuya presencia escénica y valentía se imponen en todo momento.

El Rey, encarnado con una autoridad soberana y una prestancia vocal notable por Krzysztof Bączyk, impone el respeto y el temor desde su entrada en escena, perfilando a un monarca tan poderoso como legítimo, mientras que el personaje de Ramfis, interpretado por Alexander Köpeczi, es simplemente impresionante por su potencia y aura: su voz oscura y profunda, de una claridad perfecta, encarna con una autoridad intimidante la ley inflexible de los dioses y del poder sacerdotal. Por último, la Gran Sacerdotisa de Margarita Polonskaya nos ofrece, aunque en un papel más breve, unas frases vocales de una pureza cristalina y una serenidad etérea, que aportan un toque de sacralidad y misterio en el tumulto de las pasiones humanas.

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En el foso, el director italiano Michele Mariotti no dirige, respira con Verdi. Su dirección es vivaz, inspirada y constantemente inspiradora. Modela la partitura con un sentido del suspense y de los colores extraordinario, revelando una a una las riquezas de la orquestación verdiana. El acompañamiento de 'Celeste Aida' está poéticamente cincelado, y cada detalle, como el clarinete eco de los tormentos de Amneris, se pone de relieve con un amor palpable por esta música. Por su parte, los Coros de la Ópera de París, bajo la dirección de Ching-Lien Wu, navegan con una belleza de sonido insolente y una precisión espectacular en el amplio espectro exigido por Verdi.

Fotos: © Bernd Uhlig