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Construyendo un sueño 

Batxikabo. 21/07/2018. Iglesia de San Martín. Asier Polo (violoncelo), con obras de J.S. Bach.

Había antaño un dicho en el que se mencionaba lo del investigador científico en España y el torero de Finlandia que no puedo quitarme de la cabeza desde que he sabido que en Valdegobia/Gaubea se pretendía celebrar una Schubertiada. Álava es una provincia macrocefálica en la que más del 70% de la población vive en la capital; fuera de Vitoria-Gasteiz existen cincuenta municipios y más de trescientos pueblos, la gran mayoría de ellos con menos de cien habitantes. 

Uno de ellos, perteneciente al anteriormente mencionado municipio de Valdegobia/Garbea es Batxikabo, de apenas 35 habitantes y con una pequeña iglesia en la que se recibe en la tarde de un sábado y en pleno mes de julio a unas doscientas personas dispuestas a escuchar tres de las seis suites para violoncelo solo, de Johan Sebastián Bach. En este pueblo se habrán de celebrar dos de los cuatro conciertos; los otros dos, en Tuesta, pueblo del mismo municipio y “mucho” mayor pues llega a las 85 personas. ¿No suena idílico?

Tanto como pueda sonar el sueño de un loco, dispuesto a arriesgar para hacer llegar la música clásica hasta estas tierras relativamente alejadas de cualquier pueblo de más entidad. Porque en esa provincia macrocefálica no sólo hay apenas gente fuera de la capital sino que apenas hay infraestructuras para poder escuchar música clásica en condiciones adecuadas.

Vitoria-Gasteiz, y por ende, la provincia, no tiene ópera, ni conciertos sinfónicos (más allá de los esenciales del ciclo de abono de la Orquesta Sinfónica de Euskadi) ni seguramente los tendrá en años porque no tiene donde ofrecerlos. Hace años se presentó el delirante proyecto del Palacio de Música y Artes Escénicas de Vitoria-Gasteiz (así de pomposo era el nombre) donde se decidió no poner maquinaria para ópera y zarzuela por su carestía, lo que no deja de ser irónico dado el nombrecillo que tenía el proyecto. Por supuesto, el proyecto duerme el sueño de los justos desde hace casi dos décadas.

El loco arriba mencionado responde al nombre de Juan Carlos Ramírez Escudero y, por lo que parece, conoció la Schubertiada de Vilabertrán y decidió que, por qué no, algo similar se podía hacer en su municipio. ¡Bendita locura!

Un servidor sólo ha podido ir a uno de los cuatro conciertos que se están celebrando los cuatro sábados de julio y se siente, en cierta medida, culpable. Para una vez que hay algo interesante en tu pueblo, no podemos ponernos interesantes; así que superando tentaciones y pereza, nos acercamos a la iglesia de Batxikabo donde Asier Polo iba a enfrentarse a tres de las seis Suites de Bach, primera, tercera y sexta en concreto. Tras algo más de sesenta minutos de música seguidos con exquisito comportamiento y respeto, la respuesta de los doscientos asistentes fue de enorme alegría y algo de estupor por haber vivido un concierto sencillamente memorable.

Un concierto que de definirse en una sola palabra esa sería la de austeridad. La de la iglesia, pequeña y poco agraciada, la relativa a la cantidad de público y, finalmente, al hecho de que las obras ofrecidas invitan fundamentalmente a la reflexión, a la interiorización, casi al misticismo. No es fácil enfrentarse a concierto similar y si la organización lo recibe como una propuesta en positivo, propondría que en futuros actos similares se presentaran con una breve disertación el concierto, el intérprete, las obras y se dieran unas elementales instrucciones sobre comportamiento, por ejemplo cuando desea el intérprete que se aplauda.

Eso sí, cabe subrayar el profundo respeto que transmitió el público con un silencio que apenas quedó perturbado por un whatsapp o por un par de toses. Algunos deberían de aprender.

Lo de Asier Polo fue sencillamente para enmarcar: si bien la iglesia producía cierta reverberación y, sobre todo, en los sonidos graves el sonido parecía difuso, el alarde técnico ha sido para celebrar. Hubo momentos de emoción y a nivel personal quiero mencionar que la interpretación de la Suite nº 6 en re mayor fue emocionante y queda para nuestro recuerdo la courante por su alarde técnico o la primera gavotte de la misma por su intensidad emocional.

La primera Schubertiada de Valdegobia/Gaubea está siendo una realidad. Ahora sólo cabe esperar que el sueño de un loco no se malogre y que dentro de unos años podamos decir eso de “yo estuve en la primera edición” y Álava tenga una referencia seria en esto de la música clásica.