pablo gonzalez

RUSIA Y EL NEGACIONISMO

Madrid. 18/03/16. Teatro Monumental. Temporada de Orquesta y Coro de RTVE. Obras de Buide del Real, Rachmaninov y Tchaikovsky. Juan Pérez Floristán, piano. Orquesta de RTVE. Pablo González, dirección.

¿Qué tiene Tchaikovsky que a todo el mundo gusta? Imposible imaginar una temporada de cualquier orquesta en nuestro país sin la inclusión de alguna de sus obras, especialmente sus dos últimas sinfonías. Sólo en Madrid y durante los últimos tres años hemos podido escucharlas en batutas como las de Gergiev, Jansons, Temirkanov, Mehta, Eschenbach, Jurowski, Bychkov o Belolahvek entre otros, por lo que mucho o muy distinta lectura se ha de ofrecer para retener una nueva versión en nuestra memoria auditiva. Lo consiguió hace un par de semanas David Afkham al frente de la Orquesta Nacional de España “como una ola de fuerza y luz” y laxa y blanda resultó la Tercera Sinfonía del ruso por Jurowski y la London Philharmonic en Ibermúsica. Tocaba el turno de nuevo a la Quinta Sinfonía, esta vez por la Orquesta de RTVE con un Pablo González al frente*, desde una visión un tanto desmedida en decibelios (como minutos antes le sucedió igualmente en Rachmaninov), practicando un tanto aquello de Rusia y el Negacionismo.

No hay opción para que el destino entre en juego cuando obviamos la gradación de colores, el contraste continuado dinámicas, de clímax tchaikovskianos en pro de una lectura de impacto, desde lo terrenal y sin elevación o poso etéreo posible. Y es que Rusia no nos llega al alma en su ardor sino en su abandono, en ese lirismo tan frío, en la gélida ensoñación tan propia del Tchaikovsky más genuino. Fue esta una Quinta hacia el forte, hacia el extremo, “alla italiana” si se quiere ver así. Impactante, ya digo; pero si Rusia, en el sentir de Tchaikovsky, nos atraviesa el corazón, es a través de su melancolía, no desde el estruendo.

De similar manera sucedió con el Concierto para piano Nº2 de Rachmaninov, que contó con un sentido Juan Pérez Floristán como solista, con un emotivo arranque desde el pianísimo al fortísimo donde el piano habla y se expone, tal y como ha de ser, “con passione”. Y “con passione” desmedida entró la cuerda en sus cometidos, arrasando al piano y todo su discurso. Tratar así al piano de Rachmaninov, insisto, es jugar al negacionismo con el romanticismo ruso, como si las sutilezas, la vaporosidad, el sentir tranquilo resultasen incómodos. Faltó medida, antes con Tchaikovsky, ahora con Rachmaninov. ¿Quizá el sonido de Floristán resulte pequeño para Rachmaninov? No creo que resida ahí la causa, pues en él se escucha  además un sentido cuidado del rubato y el fraseo, demostrando sus valores al comienzo del Adagio sostenuto (muy buena labor de las maderas y la trompa solista durante toda la noche) y, llegado el momento, percutió un trino a modo de sacudida como si quisiera hacerse valer en las mismas medidas por las que Pablo González llevaba a la orquesta. Medida por medida.

Abrieron la noche los Fragmentos del Satiricón de Fernando Buide del Real, que desde luego recoge la sensación de embrollo, del recargado texto de Petronio y que el propio compositor explicó al recoger el Premio de Composición AEOS-Fundación BBVA en 2013. Otra cuestión ya es la plasmación e influjo de Fellini en la partitura, con lo histriónico de sus personajes y lo exagerado de la narración, lo onírico y los sueños a través de la psicología analítica… influencias que, como espectadores, no terminamos de apreciar.

* Para seguir la tanda de Tchaikovskys, los próximos 24 y 25 de marzo la Orquesta de RTVE ofrecerá su Cuarta Sinfonía con Thomas Dausgaard.