Ilusión
14/03/2019. Pamplona/Iruñea. Teatro Gayarre. La serva padrona, de Giovanni Battista Pergolesi. Andrea Jiménez (soprano, Serpina), Pablo López (bajo-barítono, Uberto), Patxi Larrea (actor, Vespone). Orquesta de Instrumentos Antiguos de la CCN. Dirección de escena: Pablo Ramos. Dirección musical: David Guindano.
Dentro de ese proceso de racionalización de la oferta operística en Navarra existe un verso suelto, imaginativo y audaz en ocasiones, cual es la Ópera de Cámara de Navarra (OCN) que tiene su propia programación y dentro de la cual se incluyen numerosos títulos dirigidos al público joven e infantil así como otros títulos de corte camerístico y/o vanguardista dirigidos a un público más general. Y digo lo de verso suelto sin ninguna mala intención; solo que, por desgracia, han ido a programar estas dos funciones de La serva padrona la misma semana en la que, por ejemplo, Valeri Gergiev va a ofrecernos su versión de La damnation de Faust, de Hector Berlioz en versión de concierto y con la Orquesta y solistas del Mariinsky. Y uno no puede evitar el preguntarse si habrá público para todo.
La OCN ha tenido a bien recuperar una de las óperas símbolo del genero buffo italiano, La serva padrona, una obra pergreñada como simple intermedio supeditado a una obra mayor y que ha acabado teniendo prolija vida propia; de hecho, hoy nadie se acuerda de Il prigioner superbo, la obra del mismo Pergolesi que recogió en uno de sus descansos el estreno del título que nos ocupa. Así, se da la paradoja de que este entretenimiento que narra la bufonada de los amores entre Uberto y Serpina ha perdurado ante la historia llegando a ser la única obra operística del autor que se programa con relativa frecuencia.
Ya se sabe que este divertimento apenas dura cuarenta y cinco minutos, con lo que el otrora intermedio fue troceado de forma para tener la oportunidad de ofrecernos un pequeño bocado purcelliano en forma de dos fragmentos de su The fairy Queen. Parece que estamos ante el juego de las matrioshkas donde una primera ópera recoge en sí a otra que ahora recoge en sí parte de otra y así, hasta el infinito.
Nadie negará a la OCN ilusión por refrescar la oferta con títulos infrecuentes aunque quizás convenga señalar que la respuesta del público navarro fue muy tamizada: la platea del Teatro Gayarre apenas llegaba al 60% de ocupación en una estimación a vuela pluma. Y a la falta de respuesta popular quizás convenga señalar que artísticamente hubo luces y sombras, sin que llegaran estas a hipotecar el espectáculo.
La soprano pamplonica Andrea Jiménez dio empaque a una Serpina con voz de volumen ajustado e intención teatral adecuada; quizás su registro grave acuso cierta debilidad pero, en términos generales, hizo una representación aceptable. Lo mismo podríamos decir del bajo-barítono mallorquín Pablo López si no fuera por el problema evidente de su ausencia de entidad vocal en la zona más grave. El papel de Uberto es breve, sí, pero expone mucho al cantante porque le exige notas de rotundidad y linea de canto exigente en la franja inferior. Así, la voz de Pablo López sonaba con empaque y brillante en las zonas central y aguda; sin embargo, y por poner solo un ejemplo, en toda su escena Son imbrogliato sus Uberto!!, que han de proyectar misterio, carecían de entidad. Lo mismo le ocurrió en la escena final, donde en algún momento paso a la octava superior, buscando alivio y volumen.
El Vespone/capitán Tempesta, que ejerció así mismo como presentador de la velada fue un eficiente Patxi Larrea. La puesta enescena de Pablo Ramos pecó de horror vacui, llenando el pequeño escenario del Gayarre con numerosos, voluntariosos e ilusionados figurantes hasta el punto de provocar problemas de “circulación” entre tantos presentes en el escenario al mismo tiempo. De hecho, la soprano tuvo algún problema por escasez de espacio en su primera escena, llegando a chocar con el atrezzo. ¿Para qué tanto figurante en una obra que no deja de ser un diálogo entre dos personas, es decir, una obra que es, sobre todo, íntima? No negaré que para ellas y ellos habrá sido una experiencia fascinante el vivir el proceso de construcción y representación de una ópera desde dentro pero como espectador llegó a saturarme tanto movimiento alrededor de los cantantes.
La Orquesta mencionada en la ficha de presentación, de apenas diez músicos, se nos presentó bajo la batuta de un David Guindano impetuoso e implicado, respirando en todo momentos con los cantantes. Correctos los músicos a pesar de cierto color mate de la orquesta. Bien el bajo continuo compuesto por Javier Navascués y Charo Indart, violonchelo y clave respectivamente.
Queda apuntado que en el descanso de la obra se interpretaron dos fragmentos de The fairy Queen, de Henry Purcell, en concreto la escena del poeta borracho (interpretada por el mismo barítono) del acto I y el coro de hadas y duendes, en las voces de la Capilla Renacentista de la Coral de Cámara de Navarra con un resultado correcto.
El próximo reto de la Ópera de Cámara de Navarra será el estreno absoluto de Oteizak, ópera de Juan José Eslava y que en única representación se ofrecerá el próximo 9 de mayo en el Museo de la Universidad de Navarra y donde trataremos que Platea Magazine esté presente.