SobreVerdeOviedo

Sed de zarzuela

Oviedo. 4/04/2019. Teatro Campoamor. Jacinto Guerrero: El sobre verde. Rafa Blanca (Nicanor), J.J. Sánchez (Simeón), Lola Casariego (Madame Sevigné), Alfredo García (Premio Gordo), Carolina Moncada (Fortuna), Rafa Maza (Apuntador), Laura Plano (Pestiño), Cristina Tejeiro (Malhuele) Orquesta Oviedo Filarmonía. Dir. Escena: Alberto Castrillo-Ferrer. Dir. musical: Arturo Díez Boscovich.

Tras la Maruxa de Paco Azorín, llena de dramatismo y tensión, llegaba al Teatro Campoamor el tercer título del XXVI Festival de Teatro Lírico Español. Este año, el toque distintivo lo aportó la programación de “El sobre verde”, un “sainete con gotas de revista” -en palabras de sus propios autores- y que ha sido recientemente recuperado por la Fundación Jacinto Guerrero, al igual que sucedió con “El terrible Pérez” que se programó hace un par de años en este mismo festival. 

Como obra, el sobre verde se mueve entre lo gracioso y lo repetitivo -en mi opinión, claro está- pues todo su argumento pivota sobre ese axioma que tan bien expuso Quevedo con su famoso: “Poderoso caballero es don dinero”. Gracias, por tanto, a ese billete de lotería premiado, el pobre Nicanor, a quien estaban a punto de echar de su cuarto alquilado, se convierte en un tipo con quien todo el mundo querrá estar, a la espera de que su generosidad le lleve a derrochar unas cuantas perras en sus acompañantes. Así, tan afortunado como manirroto, pronto quedará arruinado y volverá al arrollo de la mendicidad de donde nunca había querido salir “-yo no he trabajado nunca” llega a afirmar con voz solemne. Bien es cierto que, si en la versión original, el Nicanor arruinado volvería a Madrid para rehacer su vida ayudado por el trabajo, en esta reposición de la obra se opta por plantear de forma onírica todas las peripecias de Nicanor, afirmando que su fortuna jugando a la lotería y sus peripecias por la ciudad de Nueva York, a la que viajará con el dinero del premio, fueron solo un sueño atrevido, del que despertará a la mañana siguiente rodeado por los mismos amigos y en el mismo sitio donde había quedado dormido. 

La escenografía, firmada por Alberto Castrillo-Ferrer se demostró funcional y económica, logrando poner en pie toda una historia con apenas elementos. Así pues, la imaginación del espectador y los vestuarios serán los principales elementos diferenciadores de una propuesta escénica que se sirve de la misma estructura para representar tanto el teatro madrileño donde se celebra el sorteo de lotería de Navidad como el hotel neoyorkino donde se alojarán Nicanor y su inseparable amigo Simeón. Un trabajo funcional, en todo caso, que supera con solvencia las metas que le eran exigibles.

Sobre el escenario, el trabajo de cantantes como Alfredo García (premio gordo) o Lola Casariego (Madame Sevigné) se intercaló con el modesto, aunque correcto, desempeño vocal de actores como Rafa Blanca (Nicanor) o Rafa Maza (José María). Las voces, en todo caso, resultan modestas, especialmente si las comparamos con el último que pudimos ver de la Fundación Jacinto Guerrero, aquel Terrible Pérez que nos permitió disfrutar de nombres como los de Ruth Iniesta o David Menéndez. No obstante, la partitura de esta obra tampoco constituye su atractivo principal, el cual recae en mayor medida en su capacidad para crear situaciones cómicas de mayor o menor efectividad y por su parte coreográfica, estupendamente resuelta gracias al excelente trabajo de Cristina Guadaño. Desde el punto de vista actoral, Rafa Blanca convenció abordando el papel protagónico, cuyo texto afrontó con entusiasmo y eficacia. Mientras que, por su parte, Carolina Moncada, destacó en su encarnación de la Diosa Fortuna que, junto a la interpretación de Alfredo García, brilló como la entrega vocal más interesante de la noche. 

Desde el foso, una versión reducida de la Orquesta Oviedo Filarmonía afrontó con oficio el “arreglo instrumental para jazz band” escrito por Nacho de Paz y que pudimos escuchar bajo la dirección de Arturo Díez Boscovich como guinda a un título que, si bien nos pareció solvente y moderadamente entretenido, no llega a saciar la sed de zarzuela con la que algunos llegamos ya a estas fechas y que deberemos calmar con los dos títulos restantes: un interesante “Dúo de la Africana” y una “Luisa Fernanda” que tenemos ya muchas ganas de escuchar.