Cenerentola Sabadell A.Bofill

Apuesta por las voces jóvenes

Sabadell. 23-24/19/2019. Teatro de La Farandula. Rossini: La Cenerentola. Carol García (Angelina, La Cenerentola); Pablo Martínez (Príncipe Don Ramiro); Carles Pachón (Dandini); Fernando Álvarez (Don Magnifico); Elisa Vélez (Clorinda); Anna Tobella (Tisbe); Marc Pujol (Alidoro). Equipo de la Escola d’Òpera: Andrea Orjuela (Angelina, La Cenerentola”); Alberto Ballesta (Príncipe Don Ramiro); Jan Antem (Dandini); Josep Ramon Cleves (Don Magnifico); Maria Bañeras (Clorinda); Lucía Iglesias (Tisbe); Alejandro Baliñas (Alidoro). Coro “Amics de l’Òpera de Sabadell”. Orquestra Simfònica del Vallès. Daniel M.Gil de Tejada, dirección musical. Dirección de escena: Pau Monterde, dirección de escena.

Después de presenciar las representaciones de La Cenerentola en el Teatro de La Faràndula de  Sabadell, por un equipo de cantantes profesionales y, al día siguiente, por los alumnos de la Escuela de Ópera que la Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell prepara para el mismo título, uno llega a la conclusión que si bien Il Barbiere di Siviglia (1816) es considerada la obra máxima de Rossini, en realidad, La Cenerentola (1817) a pesar de tener un libreto “menos bueno” (de Jacopo Ferretti, basado en el cuento de Perrault “La Cenicienta”) es una ópera aún mejor y ofrece momentos musicales únicos en la carrera del compositor. Sólo el prestigio de Rossini en la época en que estrenó esta ópera en Roma, pudo hacer que el público no se indignara cuando en el segundo acto seis cantantes de la obra se pasan cerca de diez minutos cantando un trabalenguas “Questo è un nodo avvilupato…” repartiéndose las frases entre todos por turnos y luego uniendo las seis voces en conjunto. Otros momentos realmente llamativos –lo son casi todos- lo constituyen las intervenciones de Don Magnifico, el bajo bufo de la ópera que hace aquí las funciones de “madrastra”; en los teatros italianos no solía haber más de tres cantantes femeninas, y por lo tanto las tres hermanas del reparto ya tenían cubiertas las plazas: fue una idea genial la de introducir el bajo bufo Don Magnifico como “padrastro”, que de hecho, con sus tres arias y otras intervenciones destacadas es casi el verdadero protagonista de la ópera. 

El equipo profesional de Sabadell (que es el que circulará por toda Cataluña en Sant Cugat, Granollers, Tarragona, Manresa y Reus) estuvo a un alto nivel musical y vocal, gracias a la atenta dirección del maestro Daniel M.Gil de Tejada,  con la Orquestra Simfònica del Vallès, que respondió sin un solo fallo a las inducciones del maestro, con bellísimos momentos de los instrumentos de madera y con el bajo continuo de Andrea Álvarez, a quien el director recompensó con una rosa al término de la función. Ingeniosa dirección de escena la de Pau Monterde, secundado en el equipo escolar por Miquel Gorriz. La sencilla pero imaginativa escenografía y vestuario de Elisabet Castells completaba el buen efecto del conjunto.

La “Cenicienta” del reparto fue la espléndida mezzosoprano de coloratura Carol Garcia, que ya es una figura conocida por su capacidad musical, y que dio vida al personaje que, en su triunfo final, tiene que “soltar” el tremendo rondó “Non  più mesta”, cosa que hizo con una seguridad y un aplomo que le valieron una ovación especial. Fernando Álvarez tuvo a su cargo a un Don Magnifico con ribetes cómicos que en algunos momentos –sin insistir demasiado- parodiaban a Groucho Marx, bigote incluído, y cantó con eficacia sus importantes intervenciones. Muy destacado también su principal oponente en escena, el “criado” Dandini, que el joven y hoy ya prominente barítono Carlos Pachón proyectó con una gracia no exenta de elegancia. El joven tenor Pablo Martínez llamó la atención por su timbre y su vocalidad netamente belcantista como Príncipe Ramiro, y Marc Pujol, con su inmensa estatura, dio cumplida creación al del “filósofo” Alidoro. Completaban el reparto con musicalidad la soprano Elisa Vélez (que cantó el aria de Clorinda, porque se dio la obra completa con añadidos y todo) y Anna Tobella secundó su labor como Tisbe. El coro de la AAOS completó la función con sus varias intervenciones. 

El equipo escolar contó con una “Cenerentola” de cuerpo entero, con una joven soprano, Andrea Orjuela, que demostró no tener problemas con las agilidades del papel y se hizo notar en todo momento por su seguridad y su bello timbre vocal. María Bañeras como Clorinda cantó también brillantemente el aria de su personaje, y Lucía Iglesias fue una muy eficaz compañera suya como Tisbe. El tenor Alberto Ballesta superó con bravura los do sobreagudos de su aria central. El Dandini tuvo también un intérprete de calidad en el jovencísimo Jan Antem, del que sin duda oiremos hablar, y el severo Alidoro lo sirvió el bajo gallego Alejandro Baliñas,  que se ha instalado para estudiar en Barcelona, y que lució la adecuada majestad y una voz robusta que sorprende teniendo en cuenta su edad juvenil al frente de la Orquesta Simfònica del vallès. Lo menos brillante fue la capacidad vocal de Josep Ramon Cleves, poco “basso buffo”, pero con su actuación escénica competente se hizo también con un lugar entre los aplaudidos intérpretes que fueron jaleados por sus compañeros de escuela en las dos funciones que les dedicó la AAOS (24 y 26 de enero).