Tosca Scala Brescia Amisano 5 

Demasiadas expectativas

Milán. 13/12/2019. Teatro alla Scala. Puccini. Tosca. Anna Netrebko (Tosca), Francesco Meli (Cavaradossi), Luca Salsi (Scarpia). Filarmónica della Scala. Dirección de escena: Davide Livermore. Dirección musical: Riccardo Chailly.

La apertura de la Stagione del Teatro alla Scala de Milán es uno de los acontecimientos marcados en rojo en el calendario operístico mundial. La tradición se une en estos tiempos de globalización con un marketing promovido seguramente desde el propio teatro para crear unas expectativas de que el público que asista a estas primeras representaciones va a contemplar un espectáculo excepcional. Ante estas circunstancias (un reparto muy atractivo, un director musical reconocidísimo y una producción firmada por un director de escena reputado, y el éxito de la primera función, retransmitida por televisión), es normal que se espere algo casi excepcional. Y realmente no lo fue.

Sobra decir el lugar que ocupa Tosca en las programaciones de los teatros de todo el mundo. Es una obra admirada y que refleja plenamente el alma de Giacomo Puccini, su compositor. La tragedia de la diva acosada por el malvado Scarpia y que lucha como una leona por defender a su amado Mario ha encandilado a todos los públicos desde su estreno en Roma en 1900. Las grandes sopranos de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI han querido incorporar este papel a su repertorio y así tenemos muestras para todos los gustos de la visión que de Floria Tosca tienen mujeres tan dispares como María Callas o Anja Harteros. No podía faltar en esta lista la cantante más mediática y admirada de la actualidad: Anna Netrebko. Y es que sin duda es un privilegio poder escucharla. La fuerza, la calidad, la expresión y, sobre todo, la belleza de su canto, encandila desde su primera intervención fuera de escena con los famosos “Mario, Mario”. Su actuación tanto teatral como vocalmente sí que es excepcional, quizá lo único realmente atrayente de toda esta función, que no es poco, pero no suficiente. Huelga decir que en el celebérrimo Vissi d’arte estuvo magnífica, matizando cuando era necesario y desarrollando su fraseo con una elegancia admirable; del agudo al grave (espectacular éste) no hay mácula en toda su tesitura. Para ella fueron los mayores aplausos y bravos (no demasiado pródigos en la noche que se comenta) de toda la representación y hay que rendirse, con sumo gusto, a la evidencia: estamos ante una cantante que hará historia. 

El resto del reparto no tuvo el nivel de la protagonista. Sólamente Luca Salsi estuvo a gran altura. Al barítono italiano le va como anillo al dedo este papel. Su canto un poco brusco pero de gran calidad encaja a la perfección con la retorcida personalidad de Scarpia. De hecho el trabajo de Netrebko y él en el segundo acto fue, con mucho, lo mejor de la noche. Fueron los únicos momentos donde saltaron chispas, donde hubo pasión, en una obra que es todo apasionamiento. El único pero que se le puede poner es que, no sé si puntualmente esta noche (otras veces que le oído no he detectado este problema) su volumen fue un poco corto para un teatro como La Scala y se le oyó menos que a sus otros dos compañeros protagonistas. El revolucionario Mario Cavaradossi estaba defendido por Francesco Meli, uno de los tenores que es reconocido como uno de los mejores de su generación. Meli tiene un timbre de indudable belleza y una zona central y el primer tramo de la aguda de calidad. Juega mucho con la virtud que posee para el pianissimo pero en la punta del agudo su voz no tiene el mismo brillo y hay momentos muy palpables de desajuste. Estuvo correcto en sus dos arias (quizá mejor en Recondita armonia que en E lucevan le stelle) y también en los dúos con Tosca en el primer y tercer acto. Seguramente su mejor momento fue el Vittoria, vittoria del segundo, donde su voz, perfectamente proyectada toda la noche, brilló. No es un gran actor pero resolvió el tercer acto con profesionalidad. Del grupo de comprimarios, muy poco destacables para un teatro del nivel de La Scala, sólo señalar el buen trabajo del Spoleta de Carlo Bosi. Muy profesional y a buena altura el coro titular del teatro.

Tosca Scala Brescia Amisano 1

 

Se habló mucho en su momento de la grabación que Riccardo Chailly hizo de las sinfonías de Beethoven cuando dirigía la Gewandhausorchester de Leipzig. Se le acusó entonces de sus trepidantes tempi que sorprendían al oyente. No es este el caso de su visión de Tosca. Chailly abandona el verismo en el que se suele colocar a la obra y tiende por una lectura, lenta, sobre todo en los pasajes líricos, que le acercan a un tardoromanticismo que, a mi parecer, rompe completamente el espíritu de la obra, lastrándola sin remedio. Tosca no es ni Boheme ni Butterfly y necesita una intensidad dramática que toque la fibra más sensible del espectador. No fue en ningún momento así, y es mérito sobre todo de Netrebko y Salsi que sintiéramos escalofríos en ese segundo acto tan tremendo. Hay que quitarse el sombrero ante la profesionalidad y el sonido impecable de la Filarmónica de la Scala, un conjunto que está a la altura de la fama y la historia de este teatro.

Davide Livermore es bien conocido en España por su trabajo en Les Arts de Valencia y porque muchas de sus producciones se han visto en nuestro país. Su concepción de Tosca no aporta absolutamente nada a la historia escenográfica de este título. Sí que es palpable que ha habido medios económicos para llevarla adelante (espectacular, aunque no siempre acertada estéticamente, escenografía de Giò Forma), pero los resultados, aunque muy vistosos, personalmente me dejaron indiferente. Que la capilla de los Attavanti salga y entre de su emplazamiento en Sant’Andrea della Valle como cinco veces, girando y girando y que la iglesia éste formada por un inmenso Tetris escenográfico demuestra que los medios técnicos del teatro están a la última pero poco más. Es casi preferible el clásico despacho de Scarpia en el palacio Farnese, porque la gran ala, tipo Victoria de Samotracia (aunque supongo que se refiere al ángel que corona el Castel Sant’Angelo), del tercero que envuelve la prisión de Cavaradossi también es muy vistosa pero de nulo atractivo. En cuanto al movimiento de actores es el lógico en una producción de estas características. Aunque personalmente me pusieron bastante nervioso unas figurantes vestidas de monja que cambiaban constantemente los atriles con velas de Sant’Andrea y que también hacían y deshacían la mesa donde cenaba Scarpia (que con ese servicio parecía un cardenal más que el jefe de la policía romana). 

En televisión se ven primeros planos, no hay problema con la sonoridad de las voces y se realza lo más bello. En el teatro es todo más real. Puede ser mucho más emocionante pero también decepcionante. Este ha sido el caso en la Tosca milanesa. 

Tosca Scala Brescia Amisano 6