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EL PORVENIR

Lise Davidsen. Obras de Wagner y Strauss. Esa-Pekka Salonen. Philharmonia Orchestra. DECCA

La vida es breve, el porvenir oscuro,
cierta la muerte, y venturosa aquella
que en vez de sueños realidades ama.”
- Rosalía de Castro.

Lo del porvenir es algo complicado. Más una ilusión de quien espera que una realidad de quien recorre el camino. Temía Borges que fuese una repetición de vanidades y, como en todo, no le faltaba razón. El porvenir en la lírica es un bucle en el continuo espacio tiempo. Siempre hay quien se siente huérfano, siempre hay quien se muestra ávido de ser el profeta de nuevos dioses. Y en seguida señalamos a la nueva esperanza. Para quien aún no la conozca, aquí está la presentación oficial (en disco) de la soprano Lise Davidsen, llamada a ser una de las voces más importantes de la ópera internacional.

Por lo poco habitual de su timbre y tesitura, además de su juventud y por supuesto sus formas, Davidsen ha acaparado la atención de todos los focos. En esta carrera de la búsqueda y señalización del porvenir, no puede faltar quien le lance al cuello el cartel de “sucesora”. Nada menos que de Birgit Nilsson, ahí es nada. Son evidentes los paralelismos, aunque también las características de una voz propia. Wagner y Strauss han sido los elegidos para su puesta de largo discográfica. Abre el disco Tannhäuser, con cuya Elisabeth debutará este verano en Bayreuth bajo la batuta de Valery Gergiev, y la primera bofetada es inmediata. Una voz poderosa, recia, extensa y homogénea nos revela unas formas idóneas. El timbre es oscuro y suntuoso, con agudo centelleante, un punto acerado y el drama justamente medido. Dich, teure Halle, una y otra vez. Hacía muchísimo tiempo que con un nuevo recital en disco no repetía como cuatro o cinco veces la primera pista. Y un cedé que dura una hora, acaba durando tres, porque lo que le sigue, sigue siendo maravilla. Tan solo un pero, en forma de ciertos sonidos fijos a la hora de acometer ciertos ataques. Un recurso que repite en demasía, tal vez como forma de controlar una voz verdaderamente caudalosa.

Tras el aperitivo wagneriano, el plato principal con firma de Richard Strauss. Para enlazar la ópera de aquel con el lied de este, un estratosférico Es gibt ein Reich de Ariadne auf Naxos, al que le sigue un nutrido ramillete de canciones del compositor muniqués: Vier Lieder, Vier Letzte Lieder, Wiegenlied, Malven. Davidsen sigue sorprendiendo y convenciendo, sumando a los rasgos de su voz una capacidad sentida y sensible para matizar y crear dinámicas. El sonido fijo sigue apareciendo aquí y allá, pero no ensombrece una lectura certera y cuidada, en pro de la honestidad y jugando con esa calidez y recovecos de oscuras vetas que le permite su timbre. Con sólo 32 años, es de esperar que incluyo todo ello vaya a más. Le acompañan Esa Pekka Salonen al frente de la Philharmonia Orchestra, intachable técnicamente digamos, parece faltarles no obstante algo de color, de lirismo, en una visión straussiana un tanto mate, aunque no por ello menos bella.

“Un cantar de mañana que estremezca
a los remansos quietos del porvenir.
Y llene de esperanza sus ondas y sus cienos.”
- Federico García Lorca.

Foto: DECCA.