Playlist: Los 10 mejores discos del 15 de enero al 14 de febrero
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Superado el particular vacío que sufre el mercado "discográfico" tras los lanzamientos navideños (por eso el mes pasado no hubo selección), volvemos a la carga con las mejores novedades del mercado. Encabezando la carrera en esta ocasión, el sello Erato con tres grabaciones, dos de ellas dedicadas al mismo compositor. Así, abrimos la sección con Morgen, una exquisita recolección liederística en la voz de Elsa Dreisig, contando con pezas de Duparc, Rachmaninov y Richard Strauss, totalmente entremezcladas. Tiempos por lo general más lentos de lo acostumbrado, también en las manos del pianista Jonathan Ware, donde Dreisig se recrea en su timbre terso y carnoso, en una atmósfera, la que ellos dos crean, de colores y emociones apaciguadas. Al mismo tiempo, el sello francés lanza al mercado otra tanda de Lieder straussianos, con la soprano Diana Damrau como protagonista. Al comienzo del cedé le acompaña el desaparecido Mariss Jansons, al frente de la Bayersichen Runfunks, convirtiéndose la grabación en un póstumo homenaje a una de las mejores batutas de su generación. Da buena muestra del porqué aquí, con una visión evocadora, plena, lírica. Por su parte, Damrau no es la primera vez que lleva a los estudios Strauss, pues ya probó suerte junto a Thielemann casi diez años atrás. La voz muestra el inevitable paso del tiempo, además de unas coordenadas bien diferentes a las de la comentada Dreisig. Su timbre es lumínico, menos carnoso y más claro, dibujando otro Strauss igual de bueno y válido, en un interesante ejercicio discográfico de disfrute por comparación.
En el tercer CD de Erato cambiamos de época hasta el Barroco, con una de las grandes óperas de Haendel: Agrippina. Una versión a tener en cuenta, primero de todo, por la agrupación instrumental que la lleva a cabo: Il Pomo d'Oro. Excelsa, viva, plástica. De nuevo un acierto de la formación historicista. Después, también de nuevo, por la conexión empática y emocional que consigue realizar Joyce DiDonato con la entre la protagonista y nosotros, los oyentes. Por igual senda transcurre el Nerone de Franco Fagioli y muy adecuada resulta la Poppea de Elsa Benoit, además de secundarios de lujo como el Pallante de Andrea Mastroni, o el Giunone de Marie-Nicole Lemieux. El Barroco y el Clasicismo se dan la mano a continuación en un nuevo y luminoso disco de Kate Lindsey, dedicado a la figura de Arianna. Así, reúne obras de Haydn (Arianna a Naxos), Haendel (Ah! Crudel, nel pianto mio) y Scarlatti (L'Arianna) en el sello Alpha, junto a Arcangelo y Jonathan Cohen. Un disco diferente, íntimo, lleno de luz y tal vez no apto para los más puristas, cargado de dulzura, amor y desamor. El capítulo barroco se cierra por todo lo alto en esta ocasión, con Masaaki Suzuki y el Bach Collegium Japan regresando a un lugar del que, afortunadamente, en realidad nunca se han ido: Bach. Vuelven en el sello Bis a revisitar La Pasión según San Mateo. La "alegría profunda" como el propio Suzuki describe esta inmensa obra, llevada con clarividencia y sabiduría, en la más perfecta de la tradicional armonía y serenidad nipona. Reencontrarse con uno mismo a través de Bach siempre es más fácil gracias a Suzuki y el Bach Collegium Japan. Impresicindilble.
Volvemos por un momento a Haydn, gracias a dos músicos españoles en Pentatone: la flautista Ana de la Vega y el oboísta Ramón Ortega Quero, quienes, junto a los Trondheim Soloists, engarzan sus instrumentos gracias al genio austriaco y el compositor checo Johann Stamitz. Pura bohemia y puro clasicismo en un bonito disco que recupera obras por desgracia no muy escuchadas y que hará las delicias de cualquier amante de la buena musica. Para rareza, eso sí, el Arpeggione. Una suerte de guitarra con puente, tocada con arco, surgida a comienzos del XIX y que no tuvo mucho recorrido, conocida también como "guitarra de amor". El sello Ricercar recupera su protagonismo, dedicándole un disco en manos del experto Guido Balestracci, a quien acompaña la agrupación L'Amoroso y quien erige un programa en torno a la obra más conocida que se dedicó a este curioso instrumento: la Sonata en la menor D821 "Arpeggione" de Franz Schubert. En torno a ella, más obras de Schubert, así como tradicionales y de Pauline Viardot, en un disco sencillamente mágico.
Camino del romanticismo nos encontramos con Luigi Cherubini y, literalmente, nos topamos en DECCA por primera vez con nueve obras suyas que nunca antes habían sido grabadas. El culpable: Riccardo Chailly al frente de la Filarmónica de La Scala, de la que es titular. Una lectura desde instrumentos modernos, llena de pulso interior, que nos sumerge en un compositor clave, "tapado" por otros grandísimos nombres como Beethoven o Berlioz. Con Liszt cambiamos de época, escuchando algunas de sus obras más conocidas - e impresionantes - gracias al sello Audite y Kirill Karabits al frente de la Staatskapelle Weimar. Künstlerfesztug (primera grabación mundial), Tasso y la Sinfonía Dante, en una batuta que parece haber nacido para el compositor (si no me equivoco, esta es la tercera grabación del director con su música y todas son bárbaras). Hay heroismo, intensidad, introspección (también en Liszt) y grandiosidad, además de contar con un sonido bárbaro. Un gran disco.
Termino esta selección con Transatlantic, nuevo disco de la Cincinnati Symphony Orchestra, comandada por Louis Langrée y dedicado a la tres autores decisivos del siglo XX: Gershwin, Varèse y Stravinsky. Un doble álbum que evoca aquellos grandes barcos que unían la Francia de su época con Estados Unidos y donde escuchamos una gran versión de Un americano en París, tanto en su versión original como la abreviada en una nueva edición de Mark Clagued, respetando toda la orquestación de Gershwin, (incluyedno los claxon de los taxis) y siempre viva, dinámica, llena de ritmos. Estupenda también la formación en esa mirada atrás que supone la Sinfonía en do de Stravinsky, ágil y clara y en la vasta Amèriques de Varèse, con su impresionante despliegue de percusionistas y masa orquestal.