Martin Baeza Rubio Simon Pauly

Martín Baeza-Rubio, director de orquesta: "Arbós fue uno de los mejores embajadores que ha tenido la música española"

Nacido en Almansa, el ahora director de orquesta Martín Baeza-Rubio fue durante más de dos décadas un reconocido trompetista, miembro de algunas de las orquestas internacionales de mayor relieve. Comenzó a dar sus primeros pasos como director al lado de Lorin Maazel, Jorma Panula y Claudio Abbado y orienta ahora toda su agenda a este oficio, dejando atrás su etapa como solista. Como musicólogo también ha tenido recientemente una fecunda actividad, en torno a la figura de Enrique Fernández Arbós, a quien se dedica estos días una exposición monográfica en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Me gustaría comenzar preguntándole por la Berlin Opera Chamber Orchestra, una formación relativamente poco conocida aquí en España y de la que es titular.

Se trata de una orquesta de creación reciente. Fue fundada en 2013, realizando su presentación en la Philharmonie de Berlín en abril de ese año, a partir de una idea de varios miembros del Kammerensemble Classic y del Kammerensemble Modern de la Deutsche Oper de Berlín, de cuya orquesta formé parte como primer trompeta solista de 2001 a 2013. 

¿Y cómo llegó a estar al frente de esta formación?

En 2004 me nombraron director del Kammerensemble Modern, habiendo realizado juntos más de 40 estrenos mundiales. A su vez, el Kammerensemble Classic se ampliaba en muchos conciertos, con plantillas a menudo cada vez más grandes, y lo dirigía yo igualmente.

Fue más tarde, en 2013, con las inquietudes por una parte de crear una orquesta en Berlín que ocupase un espacio programático que no llenasen las otras orquestas y por otro la de dedicar una parte de la actividad a las grabaciones, cuando surge la idea de la Berlin Opera Chamber Orchestra, de la que soy titular desde el comienzo y lo sigo siendo en la actualidad.

¿Cuál es la propuesta que diferencia a esta formación, en términos de repertorio?

Nuestra programación se centra en parte en autores alemanes y de otros países, cuyo patrimonio quedó olvidado en el lapso entre las dos guerras mundiales y después de la segunda. Venimos haciendo un trabajo musicológico muy importante para rescatar dichas obras.

Es una orquesta también pensada para hacer óperas de cámara, un formato para el que hay mucho repertorio y que apenas se interpreta, porque no cuadra demasiado con los planes de los grandes teatros. A su vez, la orquesta realiza giras dentro y fuera de Alemania, siendo contratada por festivales internacionales. 

Nuestra orquesta hace sus conciertos sobre todo en dos salas, la sala de cámara de la Philharmonie de Berlín y en la Jesus-Christus Kirche en Berlín-Dahlem (donde se han hecho tantísimas grabaciones a lo largo de la historia de los más renombrados artistas y orquestas, para los mejores sellos discográficos), ya que tiene una de las mejores acústicas del mundo. De hecho, somos la única orquesta que realiza un ciclo de conciertos en dicho lugar. 

¿Por qué decidió emigrar a Alemania? ¿No ha sido difícil abrirse hueco en un país tan rico musicalmente? ¿Cómo llega uno a tener una relación tan cercana con Claudio Abbado y con Lorin Maazel, a ser el primer trompeta solista de la Deutsche Oper de Berlín y después ser director de orquesta? 

Con mucho trabajo, estudio, disciplina, perseverancia, sacrificio y creyendo en uno mismo. Conocí a Claudio Abbado en 1996, que me animó a venir después a Berlín, donde pertenecí por dos años a la Fundación Karajan de la Filarmónica de Berlín. Se creó la Mahler Chamber Orchestra y toqué en ella de solista con Claudio desde 1996 hasta el 2002, año en el que conseguí por oposición el puesto de primer trompeta solista de la Deutsche Oper Berlin. Luego seguí participando con Claudio de solista en sus proyectos, tanto en la Lucerne Festival Orchestra como en la Orquesta Mozart. Y a su vez Lorin Maazel, a quien había conocido y para quien había interpretado en Berlín, me llamó para ser su trompeta solista en la Filarmónica Toscanini (que creó para honrar a su maestro), con quién toqué como solista y fui su director asistente durante casi 4 años (2002-2006). Para un músico estar en Alemania, y en Berlín, centro absoluto de todo lo que pasa en el mundo de la música, seguido de Viena, es como para un futbolista estar en el Real Madrid (salvando las distancias, pero para que se entienda). Es cierto que no hay rosa sin espina y a veces, uno podría preferir estar en su país, pero las cosas son como son y están donde están.

Siempre ha destacado que conocer a Claudio Abbado supuso un punto de inflexión en su carrera. ¿Hasta que punto? ¿Qué le ha aportado Abbado? ¿Qué diferencia a Abbado del resto de directores?

Personalmente, conocer a Claudio supuso para mí, en mi carrera un antes y un después. Me ha aportado tanto que es casi imposible resumirlo. Hablar de Claudio es entrar en otra dimensión, en la cual, con todos los respetos, no se entraba con los demás, y he interpretado prácticamente con todos los grandes. Hacer música con él era siempre algo muy especial. 

Se ha referido en ocasiones a que educar en lo musical, por no profundizar más, es la gran asignatura pendiente en los planes de enseñanza de nuestro país, ¿qué opina al respecto desde su atalaya europea? 

Este es un tema que jamás conseguiré entender. Estoy a favor de que debería ser obligatorio, como lo es en otros países (por ejemplo en Alemania). La música es el idioma del alma, es el idioma universal, el que todos deberían conocer, comprender (al menos mínimamente) su funcionamiento y hablar, no sólo sentir. Hay muchísimos estudios científicos que prueban, que el aprendizaje de la música ayuda increíblemente al desarrollo de la mente, al uso de los dos hemisferios del cerebro, a aumentar las capacidades y a mil beneficios más. Cuanto antes se comenzase a estudiar música, mejor. No sería necesario que luego se dedicasen a la música, ese no es el punto en cuestión, pero se trataría de adquirir una serie de conocimientos básicos que necesita el ser humano, tanto o más si cabe, que los conocimientos en matemáticas, en lenguaje, literatura, historia, física, química, idiomas o cualquier otra asignatura. La música debería ser la asignatura más esencial, porque no existe ninguna más relevante. En muchos países es la asignatura más importante. La música y el niño. Desde la capa de enseñanza más baja, se interactúa con lo más esencial del ser humano que son los sentimientos, el ritmo y el trabajo en equipo, lo primero que hace un ser humano es emitir sonidos, descubrir, tener un ritmo y participar con otros (al andar, al percutir sobre cosas, al jugar) e interactuar con la vida y con los demás. Primero es la “m” con la “a” “ma”, luego las frases y después hacer redacciones. Primero es sumar y restar y años más tarde vendrá la trigonometría, después esa persona será o no escritor o matemático, músico, o cualquier otra cosa, pero los conocimientos básicos hay que adquirirlos... Lo importante en la música es que aprenden a tocar juntos, a interactuar entre ellos con el idioma del alma, el de los sentimientos, a tocar acordes juntos, a afinar entre ellos, a sentir un mismo ritmo. Así se hace mucho mejor la sociedad del futuro. Y aprenden no solo a hablar, si no a escucharse y a trabajar en equipo. Nunca hay dos personas iguales, todos son distintos, pero necesarios, se necesitan unos a otros para hacer música juntos (aunque uno sea mejor que otro o cada uno toque un instrumento distinto o sienta los fraseos de la música de manera diferente). Es la base esencial de una sociedad. Nadie tiene el libro de la verdad absoluta, nadie. Entre todos lo sabemos todo (o quizá entre todos no sepamos nada…), pero desde luego que es entre todos, porque lo contrario significaría ir hacia atrás en lugar de hacia delante en la vida, en el futuro y en la sociedad. Si se fija usted bien, imagínese por ejemplo que los políticos en España y en el mundo, hubieran estudiado música desde niños…., habrían aprendido no sólo a hablar, sino también a escucharse (….) y también a trabajar juntos aún con ideas distintas, a ponerse de acuerdo y a que uno por sí solo, casi no puede hacer nada, necesita también a los demás…, sean más altos o más bajos, más gordos o más delgados, menos o más inteligentes, más dotados o menos, muy trabajadores o no tanto, pensaran una cosa u otra completamente distinta, pero estarían haciendo música juntos desde niños y eso habría conseguido tener una sociedad muy distinta a la actual, pero de la noche al día, eso se lo digo yo, créame, que además de saberlo y de tenerlo muy claro, también lo he visto y lo he vivido. 

Una de sus grandes pasiones, como musicólogo, ha sido la figura de Enrique Fernández Arbós, violinista, compositor y director de orquesta español, a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX. Realmente asombra que desconozcamos tanto en España a una figura tan destacada en su tiempo.

Así es. Viviendo y trabajando tantos años fuera, llevo casi 23 años en Berlín, he podido tener una percepción muy particular sobre la figura de Arbós, quien es todavía hoy, más reconocido fuera de España que en nuestro propio país. Y esto es una tragedia, habida cuenta de lo trascendental que fue su figura para la música en España y los músicos españoles.

Para que se haga una idea de su gesta, el Maestro Fernández Arbós (Madrid, 24.12.1863 - San Sebastián, 2.6.1939) es un ejemplo del artista integral. Violinista, pedagogo, director, compositor, escritor, productor, visionario e impulsor de los valores artísticos en España y en el mundo. Alumno de Monasterio, Vieuxtemps (becado por la infanta Isabel de Borbón) y de Joseph Joachim, nada menos, para quien fue casi como un hijo (llegando a vivir incluso en su casa). Vivió y trabajó en Bruselas, Berlín, Hamburgo, Glasgow, Londres, Boston y Madrid. Ha sido el único español de la historia que llegó a ser concertino de la Orquesta Filarmónica de Berlín (a partir del 1 de febrero de 1886, donde tras actuar con ellos esa noche como solista, fue elegido por unanimidad como concertino. Curiosamente en el mismo concierto, se estrenaba por la Filarmónica de Berlín la cuarta sinfonía de Brahms), de la Sinfónica de Glasgow y de la Sinfónica de Boston (a partir de 1903). Como Titular de la Sinfónica de Madrid (OSM), llevó junto a ellos desde 1909 a 1936, la música sinfónica a todos los rincones de España, dirigiéndoles más de 900 conciertos en giras por el país.

Ayudó a crear más de 100 Sociedades Filarmónicas y de Conciertos por toda España. Aparte de las 445 obras del repertorio internacional que dirigió por primera vez en España, también lo hizo en 162 estrenos absolutos a lo largo de su carrera, incluyendo el Concierto nº 2 en sol menor, Op.63 para violín y orquesta de Prokofiev en el Monumental de Madrid (1.12.1935), encargado por él mismo y la OSM, dirigiendo la música española (incluyendo los estrenos) por todo el mundo, habiendo pocos programas en los que no hubiera al menos una obra española (y si no era el caso porque le pedían un programa concreto, interpretaba la obra española de propina).

Dirigió además las Orquestas de Nueva York, Boston, Los Ángeles, Cleveland (donde quisieron nombrarle titular), Saint Louis, Detroit, San Francisco, Londres, París, San Petersburgo, Winterthur, Lisboa, Roma, Ámsterdam, Liverpool, La Haya, Manchester, Milán, etc. Ilustró al público, explicándoles las obras en conferencias antes de los conciertos, incluyendo por ejemplo en España, el Prometeo de Scriabin (19.4.1922), La consagración de la primavera de Stravinski (21.12.1932) o Wozzeck de Berg (4.4.1934). Estas explicaciones en modo didáctico explicando las obras antes de interpretarlas, las realizaba ya Arbós en Boston y en otros lugares de USA, muchos años antes de que después lo hiciese Koussevitzky y más adelante el alumno de este último, Leonard Bernstein…(llegando a ser célebre por ello). 

Fue profesor de violín en la “Hochschule für  Musik” de Hamburgo (1888), en la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid (hoy RCSMM, 1888-1933), en la “Royal Academy of Music” de Londres (1901) y en el “Royal College of Music” de Londres (1894-1916). Tuvo gran cantidad de alumnos por todo el mundo. Su escuela continúa viva. Fue mentor y profesor de grandes talentos, destacando Alicia de Larrocha, Arthur Rubinstein, José Cubiles, May Harrison, José Iturbi, Jesús Fernández o Eugène Goossens entre muchos más. Compuso numerosas obras de música sinfónica y de cámara y hasta una ópera-cómica. Escribió infinidad de artículos que todavía hoy en día son referencias.

Recibió medio centenar de nombramientos, premios y títulos en España, Europa y Estados Unidos. Tuvo una intensa vida de aprendizaje y dedicación a la música con incansable dinamismo. Referente para generaciones de músicos y con una impresionante carrera internacional.

¿Cómo ha llegado a recabar toda esta información sobre Arbós? Lo cierto es que hasta finales de julio puede verse una muestra monográfica en su recuerdo, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid y de la que es comisario. 

Bueno, han sido 16 años de investigación sobre Arbós, encontrando por todo el mundo, entre otras cosas importantes, más de 2.600 programas dirigidos por él y un epistolario de más de 500 cartas recibidas de grandes músicos, protectores, compositores y amigos, como Stravinsky, Falla, Stokowski, la Infanta Isabel de Borbón, Milhaud, Debussy, Ansermet, la Princesa de Liechtenstein, Rachmaninov, Siloti, Casals, Heifetz, Turina, Rodzinski, Esplá, Koussevitzky, etc., lo que dio como fruto mi tesis doctoral, de casi 4.000 páginas. Basándome en todo ese caudal de información, realicé como comisario una exposición sobre su vida y obra, que se expuso durante cinco meses con gran éxito en la Embajada de España en Alemania, en Berlín y que ahora se expone finalmente en Madrid (pues estaba prevista exponerla en 2020 y se pospuso por la pandemia), en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (de la que Arbós fue Académico desde 1924), donde he resumido la trayectoria de Arbós en 16 paneles que corresponden a 16 facetas claves de su vida y obra. 

Por otro lado, el 27 de junio de 2018 se presentó en la Real Academia de Bellas Artes, la Fundación Arbós, a la que estoy muy vinculado. Se trata de una iniciativa de la Sinfónica de Madrid, una orquesta que precisamente tuvo a Arbós como director titular de 1905 a 1939 (aunque hoy apenas se recuerde este hecho), la titularidad más larga de un director en una orquesta española.

Imagino que la pandemia ha trastocado su agenda, tanto en la temporada actual como en las venideras. 

Sí, cierto. Es algo que hemos padecido todos los artistas, de un modo u otro. Pero no me puedo quejar, tengo muchos proyectos en mi agenda. Hay sobre la mesa abundantes invitaciones, con proyectos en Europa y en América, tanto con sinfónico como con ópera. Y también en España, por supuesto. De hecho volveré con un proyecto muy importante que todavía no puedo revelar, pero que me hace especial ilusión. 

Por último, creo que pronto anunciará un sonado proyecto en Almansa, su localidad natal.

Así es. Mi esposa (Jacquelyn Wagner) y yo, estamos ultimando como iniciativa privada, los planes para construir un estudio internacional de grabación en Almansa, con un gran equipo pendiente del proyecto desde hace más de un año, en el que destaca uno de los mejores arquitectos acústicos del mundo. Será un edificio cultural con más de 1.000 metros cuadrados, y que tendrá además, entre otras cosas, un centro de estudios, 14 salas donde los estudiantes podrán estudiar gratuitamente desde las 9 hasta las 23 horas todos los días del año (poniendo a disposición más de 71.000 horas cada año para que puedan estudiar), una residencia de artistas y un centro enfocado especialmente a la investigación musical. Lo edificaremos donde estaba el taller de carpintería que ha tenido mi familia durante muchas generaciones, haciendo honor y manteniendo vivo el recuerdo de mis antepasados, que llevamos en Almansa, en descendencia de línea directa del apellido Baeza, al menos desde 1530 (que es lo que sabemos seguro y tenemos documentado). Tras cinco ediciones del festival internacional de música en Almansa, era el momento de dar un paso más y edificar este centro cultural que permanezca en el tiempo. Si todo va como está previsto, calculamos tenerlo terminado y poder realizar la primera grabación en el último trimestre de 2023.

 

Foto: © Simon Pauly