Sira Hernandez Ramiro E 

Sira Hernández: "Yo soy eso, pianista y compositora"

La pianista y compositora Sira Hernández estrena estos días un nuevo trabajo discográfico. Bajo el título de Hymns to the Hope, el sello NEOS ha editado un CD con composiciones propias. Conversamos con la creadora e intérprete para conocer más de cerca el contenido de este nuevo álbum.

¿Cuándo se gesta este disco, Hymns to the Hope? Por su contenido y por las notas que acompañan a la grabación, entiendo que tiene que ver con el tiempo de la pandemia y con el conjunto de reflexiones existenciales que nos hicimos en aquel momento.

Sí, efectivamente, la idea del disco surge entonces aunque el álbum recoge también algunas obras en las que había empezado a trabajar algo antes. Ha sido un trabajo de varios años de recorrido. En tiempos convulsos hay que reflexionar y la pandemia propició precisamente momentos de mayor intimidad y recogimiento.

Esto contrasta con los motivos que habían dado forma a sus trabajos discográficos anteriores.

Sí, porque con anterioridad yo casi siempre había tomado referentes de algún tipo, generalmente literarios, para dar forma a mis trabajos. Fue el caso del disco sobre Dante, también el álbum sobre Primo Levi, o el disco sobre Ángel Crespo. En cambio en este disco me he ceñido a vivencias personales, es una mirada retrospectiva de cara a estos tiempos. Por eso también, en general, se trata de piezas más breves, casi miniaturas en algunos casos, casi como pinceladas.

Hay en álbum, no obstante, un par de piezas más extensas.

Así es. Por un lado una obra sobre el Guernica; es una partituras gestada en ocasión del centenario de Picasso. En realidad tomé ese aniversario como excusa para una llamada de atención sobre la guerra, pues justo entonces había empezado la invasión rusa de Ucrania. También es más extensa la última pieza del disco, una obra más enfática, un himno a la esperanza, como reza el título del disco precisamente. La obra surge de un encargo que me hicieron para el Concurso Maria Canals de Barcelona, el año pasado. Y pensé que esos jóvenes músicos que concursaban, tan brillantes y tan sacrificados, se merecían un himno entendido como una llamada a que tuvieran fe y esperanza.

El título del album, Hymns of Hope, se deja entrever de un modo u otro en todas las piezas del disco.

Sí, por ejemplo la primera pieza está dedicada a una festividad hindú que se celebra durante el mes de febrero, en ocasión de la noche más fría y oscura del invierno, en la luna nueva; es una fiesta de invocación de la luz, justamente en el momento de mayor oscuridad del año. Por eso es también un himno a la esperanza. El disco es, en todo caso, un trabajo muy personal, donde se dejan entrever pequeños homenajes a figuras especialmente relevantes para su trayectoria. En efecto. Hay por ejemplo dos homenajes a Chopin, uno de los grandes pilares de mi carrera, el poeta del piano como se le suele llamar, y sin duda una de las ventanas por la que todo pianista se adentra en el mundo de la música. Una de las piezas empieza precisamente con un par de notas y un acorde de su famoso nocturno, el Opus 9. No. 2 en Mi bemol mayor. Estas piezas son anteriores a la pandemia pero las he vuelto a elaborar de cara al disco y a la edición de las partituras en Universal Edition, en Viena.

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El disco se ha editado en un sello discográfico alemán, NEOS.

Sí, para mí es un honor haber podido editar este álbum con ellos. NEOS es un sello sumamente prestigioso, especializado en música contemporánea y nueva creación. Me siento honrada de que hayan apostado por un programa íntegramente compuesto por música mía. El repertorio del disco se había rodado, en concierto, tanto en Madrid como en Lisboa con mucho éxito y desde NEOS quisieron apostar por él para esta grabación.

Usted misma mencionaba antes, casi como un sello distintivo de sus trabajos discográficos, la referencia a un hilo programático detrás de cada álbum, de manera evidente por ejemplo en los trabajos sobre Dante y Primo Levi. Entiendo que esto tiene que ver con su amplitud de inquietudes artísticas y culturales.

Para mí todas las artes y disciplinas culturales están interconectadas. Yo siempre he sido una persona muy curiosa intelectualmente, me educaron así. He leído mucho y he sido amiga de muchos escritores, poetas, pintores… he trabajado con actores, bailarines… Y esto me ha hecho siempre sentir la música como un lenguaje donde se canaliza una energía muy potente. La música puede vivir por sí misma, puede ser un hecho independiente, por supuesto, pero se enriquece sumamente de la conexión con otras artes. La inspiración en un poema o en una danza es muy importante para mí. También un recuerdo personal puede serlo, como muestro en este disco, pero ciertamente la poesía y la literatura siempre ha sido una gran fuente de inspiración para mí. La poesía tiene un ritmo, una simbología… todo eso es muy inspirador de cara a la creación musical.

En su trayectoria hasta la fecha, y de manera creciente, a su faceta como pianista ha ido sumando su labor como compositora. No en vano este álbum es enteramente suyo, fruto de su creación de principio a fin. ¿En qué momento despega esa faceta como compositora, más allá de su perfil como solista?

Desde siempre he tenido inquietudes creativas y compositivas más allá del mero estudio de las partituras de otros compositores.Ya de adolescente he escrito música; tuve la suerte de estudiar en el conservatorio Giuseppe Verdi en Turín, donde vivían mis padres. Éramos un grupo muy pequeño, y los estudios allí planteaban una interrelación constante entre la música y otras disciplinas. Y la improvisación musical era una práctica habitual, incluso en las horas de recreo. Además de con Remo Remoli, discípulo de Arturo Benedetti Michelangeli y amigo de Pollini, quien fue mi profesor de piano, tuve la suerte de estudiar con Felice Quaranta, compositor, un hombre muy a la vanguardia, con una trayectoriamuy a la vanguardia. Él tenía mucha relación con el ambiente del jazz de Turín, que era un jazz muy elaborado. Y eso también generó muchas inquietudes en nosotros, como estudiantes.

Por otro lado, cien años atrás no había tanta distinción entre compositores e intérpretes. Muchos pianistas tocaban su propia obra de manera natural y habitual. Pero la industria concertística y la vida académica han ido forzando una separación, una definición creciente entre ambas facetas. Es lógico que cuando alguien tiene buenos resultados como intérprete se le requiera más en este ámbito, pero eso no debería cerrar las puertas a desarrollar las inquietudes creativas que cada uno pueda tener. En mi caso, tardé en atreverme a componer y publicar mi propia música. Había estudiado composición en Italia y después perfeccioné esos estudios en Barcelona, con Manuel Oltra, sobre todo en temas de contrapunto y fuga. También me formé en improvisación con Emilio Molina. Pero lo determinante para mí, a la hora de darme a conocer como compositora, fue el encuentro con el bailarín Pablo Arán, de la compañía de Pina Bausch.

Ah, esto es interesante. ¿Cómo fue exactamente el encuentro con este bailarín?

Yo le había pedido colaborar conmigo, improvisando como bailarín en la presentación de un álbum con trece nocturnos de compositores diferentes. Y trabajando con él, en los ensayos, le propuse hacer un día a la inversa: improvisar yo al piano sobre su danza. Fue un proceso muy estimulante, para los dos, y decidimos montar un espectáculo añadiendo también poesía, con el poemario Iniciación a la sombra de Ángel Crespo, un gran amigo. Este espectáculo se presentó en Barcelona y en Madrid, con Manuel Galiana recitando los poemas y una instalación escenográfica preciosa de Stella Rahola, y tuvo mucho éxito. Después de esto cuando Naxos me propone un disco con autores españoles me atreví a proponerles música mía. Me pidieron un muestrario de obras mías, les envié una grabación casera, que les gustó y así hasta ahora…

Es relevante el proceso que comenta, porque a menudo la industria de la propia música clásica tiene a compartimentar demasiado a los artistas. Imagino que usted tenía cierto miedo o reparo, a la hora de ver cómo influiría su faceta como creadora en su proyección como solista.

Así es. Yo sabia que estaba en un momento muy dulce como intérprete, había tenido mucho éxito con el disco de la Música callada de Mompou, también con las sonatas del Antonio Soler. Pero yo tenía claro que quería hacer eso, que yo era eso, ambas cosas, pianista y compositora. Y como le decía antes, si miramos atrás, hasta principios del siglo XX todos los hacían: Mompou, Albéniz, Granados… no digamos ya Liszt, Chopin… Hacían música contemporánea para su tiempo, a veces esto se nos olvida. Durante el siglo XX la composición se ha ido transformando en algo cada vez más teórico, complejo y racional, donde hay un trabajo intelectual enorme pero que no debería disociarse del contacto físico que hay con los instrumentos y con la vibración sonara, que es el impulso primigenio. Cuando escucho un poema y me invoca algo, me genera un impulso físico en el instrumento. En octubre en el Palau de la Música tocaré un programa que incluye mitad música mía y mitad música de Mompou, algo que por otro lado me parece totalmente lógico, pues Mompou ha sido uno de mis referentes durante todo este tiempo.

Hacía referencia ahora a la tendencia cada vez más académica e intelectual de la nueva creación. Y sin embargo algunos creadores, como pueda ser su caso, siguen apostando por la melodía y por la tonalidad. Todavía hay esperanza, como dice el título del disco (risas).

Esto es algo que no va a desaparecer nunca porque forma parte de la naturaleza misma del sonido. Los armónicos, que son la base de la música tonal, se asocian por leyes físicas. Y lo que más y mejor nos llega al oído está asociado a un conjunto de resonancias muy concreto. Y ahí es donde la tonalidad y la melodía cobran sentido. Los sonidos tienen una jerarquía entre ellos; se pueden provocar tensiones y disonancias entre ellos, por supuesto que sí, y son necesarias. Pero para mí la disonancia siempre tiene que estar al servicio de un lenguaje expresivo que es forzosamente emocional y eso es lo que me piden mi mente, mi cuerpo y mi espíritu. Y creo que eso es lo que pide también el público. Las personas que llenan nuestros auditorios claramente conectan más y mejor con este lenguaje y esto es algo que yo misma he podido vivir como intérprete, y también tocando mi propia música.

Hablemos de futuros proyectos, imagino que ya está trabajando en varias líneas.

Sí, así es, además en ocasiones surgen proyectos y colaboraciones cuando menos te lo esperas. Vuelvo a tocar pronto, en Venecia, uno de mis trabajos sobre Primo Levi. Y más a largo plazo uno de los proyectos que más me ilusionan es un espectáculo-recital con mi música, inspirada en poemas de Rosana Acquaroni, en su poemario 18 ciervas. Será un espectáculo con la actriz Olivia Molina como recitadora e integrando elementos de danza y flamenco con Olga Pericet, con dirección de Janet Novás. Estoy ilusionadísima con este proyecto, que se estrenará en el Teatro de la Zarzuela en junio de 2026. Estamos todas muy ilusionadas, trabajar con estas mujeres tan estupendas es un regalo emocionante.