DANIEL BIANCO cSalva Musté 81© Salva Musté

Daniel Bianco: "En la Zarzuela invitamos al público a no ser conformista"

Con la ilusión como sacerdocio, como él mismo nos cuenta, Daniel Bianco ha preparado una nueva temporada 2022-2023 ambiciosa y diversa. Vuelven grandes clásicos, recuperaciones y el Proyecto Zarza, al mismo tiempo que tendrán lugar estrenos históricos como La Celestina de Pedrell, el Barroco de Nebra con La violación de Lucrecia, o nuevas creaciones como Trato de favor o Policías y ladrones. De todo ello, de cómo ha avanzado nuestra visión sobre la zarzuela y de lo vivo que está su Teatro por antonomasia, hablamos con él.

Antes de nada, me gustaría hacer un breve balance con usted de esta temporada que acaba de terminar. ¿Cuáles son sus sensaciones?

Precisamente, hace pocos días tuvimos una reunión del Consejo de Dirección del INAEM, con todos los responsables de las unidades y el director general, Joan Francesc Marco. Es un ejercicio muy interesante de diálogo de equipos y exposición de aciertos y problemas... y en él hicimos balance de la temporada. Nosotros, como todo el mundo, comenzamos el curso 21-22 heridos de todo lo que nos había pasado con el covid. Es cierto que ahora hemos entrado en aquello que nos hablaban como "normalidad". No es que tenga claro qué es eso de la "normalidad", pero sí que es cierto que empezamos con un aroma de recobrar lo perdido. La dinámica. Así comenzó esta temporada que termina. Sin embargo, tuvimos otra gran dificultad como fueron las huelgas convocadas de los trabajadores, significando que, prácticamente, hemos perdido todos los días de estreno. Con lo cual, ha sido una temporada difícil porque había que recobrar el espíritu de continuidad y buena energía, sobre todo de paz social, pero es difícil alcanzarlo dentro de un teatro. Aquí, como en cualquier teatro, somos como un pequeño país con mucha gente de diferentes familias y es importante saber transmitir el camino para que todos transitemos juntos por él.

Para mí, en la temporada 21-22 ha habido un protagonista absoluto: el público. Las cifras dicen que hemos terminado la temporada con el 88% de ocupación y a mí eso me emociona. Hay una costumbre que ha cambiado. Antes, las entradas se compraban con mucha anticipación y ahora se compran, no diría en el último minuto, pero sí que en el día a día. Uno no sabe ya qué va a poder hacer dentro de unos meses y por eso, para mí el 88% es una cifra aún más alta de lo que parece.

Es el público de la Zarzuela, en gran parte, un público de tradición, de fidelidad, que no tienen muchas casas líricas...

Sí. Y no creo que sea poco público, precisamente, porque llegamos a los 100.000 espectadores. Evidentemente, es un público al que le gusta este género, pero también es verdad que, cada vez más, la edad media va bajando. Cada vez hay más gente joven en la zarzuela y la gente mayor ya no es tan mayor como antes. En cualquier caso, el público ha actuado muy bien. Tenía ganas de volver al teatro, ha sentido que aquí pasa algo sobre el escenario. Por eso ha sobrevivido a todo tipo de guerras y catástrofes.

Sobre el escenario pasa la vida.

¡Eso es! ¡Pasa la vida! Esto que se dice siempre de que el escenario es reflejo de tu vida, de lo que te ha ocurrido y te ocurrirá, es real. Y es algo que nuestro público sabe ver y apreciar. Por eso ellos son para mí lo primero. Después, además, hemos podido cumplir con nuestros objetivos. Una vez más, el Proyecto Zarza ha vuelto a conoctarse con la gente joven; hemos podido seguir recuperando títulos y, una vez más, no hemos tenido que cancelar una sola función por covid. Estamos invictos.

Enumera objetivos y en la presentación de la nueva temporada 22-23 habla usted de "alcanzar nuevos horizontes". ¿Qué horizontes son esos?

Los horizontes son una imagen poética para decir que siempre podemos ir más allá. El ser humano es conformista y pareciera que, estando en un estado de comodidad, todo fuera correcto, todo estuviera bien.

No le tengo a usted por conformista.

¡No! ¡Por eso! ¡Invito a la gente a que no se conforme! ¡Qué no sea conformista! ¡Por eso hablo de horizontes! Vayamos más allá. Hemos llegado a todo lo que tenemos, sí. Estamos bien, hemos tenido buenas cifras, el teatro lleno y las funciones han estado bien, pero vayamos más allá, ¡juntos! En la Zarzuela  invitamos al público a no ser conformista. E ir más allá significa, por ejemplo, plantearse invitar a Rafael Villalobos en una obra barroca del siglo XVIII, con un maestro como es Nebra y una obra como es La violación de Lucrecia, un drama de género y violencia que ya popularizó Shakespeare... e invitando a una gran escritora como es Rosa Montero para escribir los hablados.

Ha habido cierta polémica con las formas en que varios cantantes han rechazado participar en la producción de Tosca que Villalobos va a llevar al Liceu. ¿Ha habido alguna reflexión en la Zarzuela?

No sé qué le habrá podido pasar a Roberto Alagna con su producción, la verdad. Lo único que puedo decir es que Rafael Villalobos es un profesional como la copa de un pino y una persona muy, muy, muy abierta. Nada de lo que ha planteado en la presentación de la producción de La violación de Lucrecia es como para inquietarme ni tener que discutir nada.

Sólo había hecho otra producción barroca, al comienzo de mis años aquí: Ifigenia en Tracia y tuve la suerte de contar con Frederic Amat y María Bayo, que estaba maravillosa. Siempre me ha costado mucho más hacer Barroco, la verdad, porque nuestra orquesta no está preparada para ello y tenemos un gasto estructural con ella. Aunque no trabaje, hay que pagarla. Es por ello que siempre fui postergando el Barroco y cuando, de pronto, me encontré con esta Lucrecia, con Alberto Miguélez Rouco, quedé fascinado.

Quizá buscado, quizá por circunstacias, pero veo en esta temporada un pequeño giro, un pequeño plow twist, seguramente más ambicioso o diferenciador que en las anteriores.

Sí, puede ser que sí. Abrimos con La celestina, por ejemplo, que es una obra de un maestro fundamental como Pedrell. Con ella es la decimosexta recuperación que llevamos a cabo en mis años de gestión. Un título que no llegó a estrenarse en 1902 como estaba previsto, recuperándose para una única ocasión en los años veinte, con Pau Casals mediante. Que podamos escucharla ahora, en un estreno absoluto, me parece maravilloso. Es otro tipo de horizonte, continuar haciendo recuperaciones. Es algo ilusionante, el construir cada nueva temporada, ya en sí. Es algo que abre puertas y no sólo físicas, sino también en la cabeza de cada uno. Es como leer un libro o escuchar una buena sinfonía. Uno tiene que ser abierto, no ser sectario ni creer que sólo hay un modelo válido para llegar y para amar la música. Hay tantas formas como personas. Es algo que siempre tenemos en cuenta en la Zarzuela.

Es curioso porque, en el plazo de dos temporadas, se han dado o se van a dar en nuestro país varios estrenos de zarzuelas o lírica nacional: Héroes o bestias en Música en Segura, El orgullo de quererte en Canal, o Policías y ladrones y Trato de favor en la Zarzuela. En su caso, dos estrenos entre seis producciones escenografiadas, es toda una celebración de la nueva creación.

Sí. Y le voy a decir más. En la temporada 23-24 habrá otro estreno. De pronto, hay un auge en el género, parece que volviera a existir, que hay un interés en querer hacer zarzuela. Es algo que tiene sus pormenores. Cuando a un cantante le ofreces estrenar una obra nueva, lo primero que te pregunta es si es cantable. En nuestro caso, Policías y ladrones es nuestro deber, ya lo hemos hablado usted y yo en otras entrevistas, y Trato de favor es un juego que comenzó en mi cabeza, pensando que quería hacer una zarzuela de mujeres. A la primera persona que llamé para este proyecto fue a Boris Izaguirre, porque creo que tiene un paso de comedia, un sentido de la zarzuela que podía y ha desarrollado de forma magistral. Después se sumaron la música de Lucas Vidal y la escena de Emilio Sagi en un equilibrio, yo creo, perfecto. Nos lo vamos a pasar muy bien. ¡Una zarzuela que comienza con un concurso de coros penitenciarios y acaba en Eurovisión! (Risas).

Ha hablado usted en varias ocasiones de gente joven. Acaban de realizar las audiciones para el próximo Proyecto Zarza, ¿cómo han resultado?

Sí, las cerramos el otro día, de hecho, y ya las hemos comunicado a los chicos y chicas. Han sido 147 audiciones presenciales y han ido muy bien. También estoy muy ilusionado este año. Le pedí a José Luis Arellano, director de escena, sobre el Zarza. Reflexionamos juntos y le dije: "Mira, no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero. Que se convierta en algo fácil y una reivindicación constante". No creo que los jóvenes tengan la necesidad de reivindicar siempre lo mismo. Hay cosas que, a nuestra edad, no tenemos asumidas, pero ellos sí. He tenido testimonios de jóvenes que nos han dicho: "Os gusta haceros los modernos, pero a mí me gusta más venir a una zarzuela normal" (Risas). ¡Y eso me ha encendido la cabeza! ¿Cuál es el capital del Proyecto Zarza? La energía de la gente joven y su comunicación con la gente joven. Desde luego, mucho más que otros títulos. Es algo que debemos mantener. Por otro lado, el Proyecto Zarza ha pasado a ser una fuente de trabajo como lo es El rey león.

¡Pero! Utilizando la obra del maestro Alonso, con Jose Luis hemos planteado hacer un homenaje, no al maestro Alonso, sino hacia nuestros mayores, hacia su herencia. Mostrarles respeto. Es algo que pasa con toda la zarzuela como género y como teatro. En este escenario se ha hecho de todo: ¡hasta lucha greco-romana! (Risas). Buscamos rescatar, repasar, respetar todo lo que hemos sido. Para entendernos, no quiero hacer un Proyecto Zarza en vaqueros y camiseta, sino vestidos de época.

Hablando de reivindicaciones, a julio de 2022, ¿no cree que hemos superado ya la etapa de "reivindicación comparada" de la zarzuela frente a la ópera, su posicionamiento, su valor? ¿No cree que se han superado ya, gracias al Teatro de la Zarzuela, los prejuicios del cartón piedra, el mantón, el franquismo...?

Pues mire, creo que sí. ¿Sabe por qué? Por una cosa fundamental: abrir la puerta, la ventana. Aquí no hay nada que disfrazar. La zarzuela es lo que es: directa, mágica, comunicativa. Te une con tu familia, tu pasado, tus orígenes. Hay gente, incluso, que quizá no tenga ganas de venir... pero no es un lugar donde se pase mal. Lo hemos hablado usted y yo muchas veces: los teatros son como las catedrales. Tienen su parte románica, gótica... la suma de todo ello es lo que hace la grandeza del lugar. Sí es cierto, no obstante, que ahora este teatro es un lugar mucho más abierto. En este viaje que hemos hecho estos siete años, hay una parte fundamental que ya le hablado, el público, pero hay otra imprescindible: los cantantes. No podría haber hecho mi proyecto sin ellos. No hay nadie que no haya querido pasar por aquí. Y por eso, siempre, mi agradecimiento.

La siguiente temporada a esta que empieza, la 23-24, será, entiendo, de salida. ¿Cómo quiere que sea esa despedida?

Sí. (Piensa) Me gustaría que fuese igual que la bienvenida. Trabajo con la mayor honestidad posible y dedico toda mi vida a ello. En el fondo, me gustaría que no fuese una despedida, sino que sea una relación continuada. Siempre, donde esté, trabajaré por el teatro musical español. Creo firmemente en él. No he previsto nada especial, simplemente que sea tan maravillosa como la que empieza ahora o la anterior.

¿Cómo se hace para no perder la ilusión con la que habla de su trabajo?

Mi ilusión es casi un sacerdocio. Hay que creer en lo que haces... así es como acompañan también los resultados. Todos los días estoy en la puerta del teatro y mucha gente viene a darme sus opiniones, incluso a pedirte, un poco a la carta, qué obras has de hacer. Es algo que habla de la conexión y la cercanía del género con el pueblo, con el público... y en todo ello es imposible que la ilusión se apague. También es mi deber, porque tengo un equipo al que he de transmitirsela y, además, soy un privilegiado porque me dedico a lo que me gusta. Sobre todo, porque la tarea que nosotros hacemos en un teatro, que la gente no suele conocer, pero que es muy gris y muy dura, es la lucha con la Administración, cada vez más lejana a lo que es un teatro... es algo real, que merece la pena si podemos ofrecer lo que ofrecemos al público. Un teatro liberador que ayuda a cambiar el mundo.

Su respuesta a la despedida me ha recordado al adiós de Teresa Berganza. ¿No sería maravilloso que la plazoleta de entrada al Teatro de la Zarzuela llevara su nombre, del mismo modo que Ana Diosdado tiene la suya frente al Valle Inclán, Raffaella Carrà en Chueca o Antonio Vega en Malasaña? Ella que tanto ha dado y tanto ha querido a la zaruela y al Teatro...

Sí, sí, sí. Sería maravilloso y, de hecho, como es algo que usted me planteó en privado, a la vuelta de vacaciones es algo que voy a intentar llevar adelante. Usted y yo lo hemos compartido muchas veces y hemos tenido mucha relación con ella. De vez en cuando sigo escuchando ya no su música, sino también sus audios de whatsapp. Es verdad que todos hemos pensado en realizarle un concierto como gran homenaje, pero que su último whatsapp fue pidiéndonos irse como llegó, en silencio... y es algo que hay que respetar. Su voluntad, su deseo. Es una mujer que siempre, siempre, siempre, quedará en nuestra memoria y, desde luego, sería muy bonito poder dedicarle la entrada al Teatro.