Zeljko Lucic

Zeljko Lucic: "El rol de Macbeth requiere un gran equilibrio entre canto y actuación"

El barítono serbio lleva ya unas cuantas semanas instalado en el Gran Teatre del Liceu, primero como Scarpia en las funciones de la pasada producción de Tosca y después como Macbeth, ensayando para la nueva producción del título verdiano con la firma de Jaume Plensa. Aprovechando esta ocasión, conversamos con él acerca de su estrecha relación con este papel de Verdi, entre otros temas.

Me gustaría comenzar nuestra conversación echando la mirada atrás, situándonos en Barcelona pero en 1997. Creo que fue entonces su primera visita a la ciudad, siendo entonces un joven participante en la final del Concurso Viñas. 

Sí, hace mucho de eso (risas). Casi treinta años... Algunos recuerdos se han difuminado pero recuerdo bien a Miguel Lerín, también a Victoria de los Ángeles en el jurado. Y sí, yo gané el primer premio en aquella ocasión. Fue mi primera visita a Barcelona y como resultado del concurso recibí un primer contrato en el Liceu, para cantar allí el Belcore de L´elisir d´amore al año siguiente. Regresé nuevamente al Liceu un año después, invitado para cantar Eugene Onegin, en la era de Joan Matabosch al frente del teatro. Y no había vuelto por aquí hasta el año pasado, cuando canté Iago en el Otello de Verdi, y nuevamente este año con dos producciones seguidas, primero Tosca y ahora Macbeth.

Acerca del rol de Macbeth, creo que ya lo cantó en España en 2008, en A Coruña. Y lo cierto es que lo ha cantado en todos los grandes escenarios internacionales: Nueva York, Salzburgo, Viena, Múnich, Londres... Entiendo por tanto que es un rol muy importante para su trayectoria. ¿Cómo ha cambiado su punto de vista a lo largo de estos años?

Sí, ya son quince años cantando este rol. Y por supuesto algunas cosas han cambiado en mi punto de vista sobre el papel, algunas por voluntad propia y otras por el natural desarrollo de mi instrumento, que es ahora más maduro, obviamente. Me hago mayor (risas). Bromas aparte, creo que mi instrumento es ahora algo más dramático que quince años atrás. Pero en realidad mi manera de entender el rol, en lo fundamental, no ha cambiado. Sobre todo después de tener ocasión de trabajar el papel con Riccardo Muti, seguramente la máxima autoridad en relación con Verdi. Él me dio un par de consejos que llevo conmigo todavía hoy.

¿Qué consejos exactamente le dio?

Bueno, el más importante y fundamental es tan simple como cantar lo que está escrito (risas). Puede parecer algo obvio, pero no siempre lo es. Todo está en la partitura. 

El rol de Macbeth, ¿tiene una escritura vocal cómoda?

Sí, podríamos decir que está muy bien escrito, pero es muy exigente. Casi todo el papel está escrito en media voz, piano, pianissimo, etc. Desde ese punto de vista no es un papel pesado y exigente, pero requiere sin duda experiencia, una técnica firme... aunque francamente no me gusta hablar de técnica porque es algo que debería estar al margen de toda duda cuando uno está a cierto nivel en esta profesión. El rol de Macbeth requiere tener tan interiorizada la técnica que ya no piensas en ella y te concentras todo el tiempo en el personaje y en el texto. Macbeth es una de las óperas que más he cantado y es también una de las que más gratificante me resulta cantar.

Seguramente el papel es también muy exigente desde un punto de vista psicológico, con el texto de Shakespeare como inspiración directa, hasta un punto en el que hay momentos en los que importan más las palabras que las notas, podría decirse.

Exacto, eso es precisamente lo que venía comentando. En realidad, francamente, conocer el texto original de Shakespeare no ayuda a cantar mejor la ópera de Verdi, porque el texto tiene muchos cambios y adaptaciones, aunque hablemos del mismo libreto en última instancia. Pero sin duda el texto de Shakespeare aporta relieve a la caracterización psicológica del papel, y es ahí donde Verdi resulta genial, conjugando el texto y la música de una manera magistral. Y todo está escrito, como le decía antes, todo está en la partitura. Y es importante no sobreactuar este papel en escena. No hay que olvidar que somos cantantes de ópera, no somos actores, y a veces es complicado encontrar el equilibrio entre canto y actuación, con un papel tan intenso como este.

¿Qué puede decirnos acerca de la nueva producción de Jaume Plensa y su equipo?

Para mí ha sido una experiencia totalmente novedosa, sabe, porque en realidad en escena no hay nada, no hay una escenografía como tal, todo está construido a partir de la iluminación y proyecciones de video, etc. Es un trabajo muy visual, muy plástico, original y creo que puede resultar interesante tanto para los cantantes como para el público. Yo no soy un cantante especialmente ligado a las producciones más contemporáneas, pero tengo que ser honesto y decir que tanto este Macbeth que hacemos ahora como la Tosca que hicimos semanas atrás me han convencido, me han parecido modernas en un sentido interesante. Quizá haya cambiado mi punto de vista, o quizá los directores de escena se hayan dado cuenta por fin de que somos cantantes y simplemente queremos hacer nuestro trabajo. El problema no es por tanto lo moderna o no que sea una propuesta sino que nos deje cantar.

Verdi ha sido un compositor icónico para usted. Todos recordamos su primer Rigoletto en Dresde con Flórez y Damrau. Y lo cierto es que los roles para barítono de Verdi han sido la columna vertebral de su carrera. ¿Por qué Verdi es tan importante para un barítono?

Para responderle tengo que ir treinta años atrás, cuando yo aún era un estudiante de canto y cuando mi profesor me dijo, al poco de conocerme, que yo tenía una voz verdiana. Yo entonces no tenía ni la menor idea de qué significaba eso. Pero mi maestro de canto lo tuvo claro desde el principio. Y lo cierto es que toda mi carrera se fue construyendo desde entonces en torno a las óperas de Verdi. He cantado algunas otras cosas, sobre todo papeles de verismo, Puccini, alguna obra del romanticismo, pero Verdi ha sido, es y será la referencia para mi agenda. De su catálogo de óperas he cantado veinte a lo largo de mi carrera, practicamente todas. Verdi es el compositor que mejor entendió las voces y es quien mejor desarrolló un repertorio para la voz de barítono, en mi opinión.

Mencionaba antes la producción de Tosca de la que formó parte en el Liceu, semanas atrás. Yo tuve ocasión de asistir a la primera de las representaciones con Sondra Radvanovsky y le confieso que me sentí avergonzado y tremendamente molesto con la actitud de buena parte del público, al que encontré maleducado y casi violento en su desmesurada reacción. ¿Cómo lo vivió usted desde dentro?

Estoy completamente de acuerdo con su punto de vista. Creo que lo fundamental es dejar que los profesionales hagan su trabajo. Me soprendió mucho que se reaccionara en mitad de la función. Es cierto que el segundo acto se abre con esa escena que propuso Rafael Villalobos, con el monólogo de Pasolini, etc. Pero lo normal sería esperar al final de la ópera para manifestar una opinión u otra. En todo caso, esto pasó durante todas y cada una de las funciones de esta producción de Tosca, todas las noches. Para mí era especialmente complicado porque yo tenía que abrir el segundo acto justo después de todo el alboroto.