Clara Mouriz credit J M Bielsa

Clara Mouriz: "No me interesa tanto la perfección o la proyección profesional, sino la humanidad y el equilibrio, el instante, la música con mayúsculas"

La mezzosoprano Clara Mouriz acaba de interpretar el papel de Rosina en El Barbero de Sevilla de Rossini escenificado en el Teatro Cervantes de Málaga. Aprovechando la ocasión, conversamos con ella para conocer más de cerca los orígenes de su vocación por la música, su estrecha relación con el Reino Unido y sus próximos proyectos.

Me gustaría empezar recapitulando los orígenes de su trayectoria. Donostiarra de nacimiento, sin embargo su actividad profesional está muy ligada a Londres, aunque originalmente pensaba completar sus estudios en Nueva York, si no me equivoco. ¿Podría recapitular esos años iniciales en unas pocas palabras?

No sé muy bien dónde buscar los origenes de mi trayectoria. La música siempre ha formado parte de mí, quizá no como objetivo, sino como una forma de sentir la fluidez de la vida. Uno de mis primeros recuerdos, siendo muy chiquitina, es descubrir junto a mi hermano, escondidos en el estudio de mi tío, una grabación legendaria de Samuel Barber bajo la dirección de Thomas Schippers con la New York Philharmonic y la luz del atardecer, en esa hora mágica, entrando por la ventana y envolviendo en tonos dorados libros, discos y paredes, suspendido el tiempo y el espacio en un instante infinito. La casa de mis padres estaba llena de música, de pintura y de literatura …como una invitación permanente. Y aunque el deporte y los animales lo eran todo para mí de niña, recuerdo también jugar con el violín y el piano y descubrir la colaboración al cantar mis primeras lecciones de solfeo con mi hermano al piano; los conciertos de música de cámara después del colegio a los que nos llevaba mi madre; la inspiración y el amor por la música, la literatura y el teatro de ciertos maestros maravillosos, que marcaron los primeros años de mi niñez; la tradición coral de mi tierra de origen…Todo ello, soy muy consciente, me ha traído a este punto de mi vida.

Luego ya, siendo estudiante, a Londres me llevó Juventudes Musicales de Madrid. ¡Qué labor más maravillosa hace esta asociación! En principio, sí, la idea era Nueva York, pero por razones familiares y porque yo era aún muy joven, buscamos la posibilidad de trasladar esa experiencia de crecimiento a la Royal Academy of Music. Fuí protegida también por la misma RAM y por la Diputación del País Vasco. Londres me ofreció primero mi formación, luego el inicio de mi carrera y, poco a poco, fue convirtiéndose en mi hogar: un lugar desde el que explorar el mundo. Ese vuelo también me lo han permitido mi familia y los amigos de mi niñez, que me han anclado bien en mis orígenes para ser capaz de amar nuevas culturas y respetar y aprender otras maneras de mirar y de hacer. 

¿Cómo fue la experiencia en el programa de artistas para nuevas generaciones de la BBC? Creo que este tipo de programas son fundamentales para dar oportunidad a los cantantes más jóvenes y emergentes.

Las Nuevas Generaciones de la BBC llegan a mí, teniendo ya mi carrera un bagaje internacional, por invitación de su fundador, Adam Gatehouse, quien había seguido el inicio de mi trayectoria profesional como solía hacer con cada joven solista que cuidadosamente elegía. La BBC marcó un periodo de actividad trepidante en el que no había repetición de programas, todo se retransmitía. Las entrevistas y los cambios de obras y agenda eran el día a día. Mi capacidad de interiorización de la música se aceleró e intensificó y también aprendí la simplicidad y la belleza de compartir mi proceso artístico y de confiar y colaborar en el equipo de técnicos, ingenieros y periodistas tan extraordinario de la casa. El concierto, cámara y recital, que ya tenían una profunda simiente en el inicio de mi carrera, tomaron aún más relevancia. Llegaron entonces colaboraciones y relaciones muy bellas con las mejores orquestas inglesas, con grandes maestros, intrumentistas y cantantes y en el proceso conocí y descubrí a personas que han marcado muy especialmente mi vida.

Entre sus mentoras han estado grandes artistas como Joyce DiDonato y Felicity Lott, ¿qué otros referentes ha tenido en su acercamiento al repertorio?

Es John Gilhooly, la mente prodigiosa detrás de Wigmore Hall, quien me brindó la posibilidad de trabajar con Joyce DiDonato y con Felicity Lott, a raíz de ser elegida para un proyecto de colaboración entre la Wigmore e Independent Opera. Los encuentros con Joyce DiDonato en diferentes teatros europeos, fueron, además de todo, geniales. Ella, que es un brillante huracán de energía, quería grabarlos porque eran verdaderamente interesantísimos, siempre llenos de creatividad, y yo, que para bien o para mal, soy un poco anti-redes, me resistía. Uno de los roles que trabajamos juntas era precisamente Rosina. Y ella me instaba a explorar y consolidar el registro grave de mi voz. Junto a Felicity Lott el trabajo fue muy delicado. La sencillez que emana su persona, la humildad y la elegancia de su espíritu es emocionante. Trabajamos con rigor y gran respeto por la partitura. La exquisitez de su dicción y el gusto por la palabra es en ella contagioso. En París, en un programa de dúos precioso sobre la vida de Pauline Viardot, junto a ella y al emblemático Graham Johnson, tuve la posibilidad de ver de primera mano su transformacion artística; la generosidad y la humildad con la que se acerca esta gran artista al público, transformándose en luz y dejando su atrás persona, para ser vehículo de la música. Estas experiencias inolvidables supusieron para mí una oportunidad única, no sólo en el ámbito artístico, sino también a nivel humano. 

Lo cierto es que la música me ha permitido el encuentro con personas extraordinarias. Siento un profundo agradecimiento hacia esos referentes con nombres muy reconocidos, pero también hacia grandes personas, no siempre tan públicas, que han guiado mi vida.  

Me preguntaba anteriormente por ese inicio de mi carrera y, por supuesto, también en España los referentes han sido muy fuertes. La música para mí es encuentro, es vibración y tiene la capacidad de sanar el alma. No me interesa tanto la búsqueda de la perfección o la proyección profesional, sino la humanidad y el equilibrio, el instante, la Música con mayúsculas. El pianista Miguel Zanetti solía decirme que en eso que parecían mis errores estaba lo extraordinario. En esa primera etapa de estudio en España, Carmen Rodríguez de Aragón, con suma delicadeza me inculcaba el fraseo musical. Junto al pianista Alvarez Parejo y con Teresa Berganza aprendí a amar la música española y tuve mi primer acercamiento a la interpretación de Rossini y de Mozart. Josefina Arregui, a la que tanto quiero, me regaló la base de mi técnica vocal. Victoria de los Angeles me dió el impulso que necesitaba en el momento adecuado y su elegancia y la luz de sus interpretaciones siempre han sido una gran inspiración para mí. Ya en Londres, Noelle Barker, íntima amiga de Janet Baker, otro de mis grandes referentes, más aún que una mentora, fue para mí un verdadero ejemplo de vida. Muchas fueron las personas que me ayudaron entonces y me guiaron después, pero quizá eso queda para otra conversación. A todas ellas procuro honrar con mi voz y con mi vida día a día.

Respecto al Barbero de Sevilla que ha protagonizado ahora en Málaga, creo que no es ni mucho menos su primera vez con este papel (la última vez lo hizo en Jerez en 2021, creo). De hecho, en su repertorio Rossini ha tenido una presencia relevante, junto con Mozart es un compositor habitual en su agenda. ¿Por qué estos dos autores? ¿Siente una especial afinidad por ellos, Mozart y Rossini 

Quizá por la pureza vocal e interpretativa que ambos compositores exigen. En la música de Mozart encuentro equilibrio. Tanto en concierto como en ópera, el repertorio mozartiano siempre es salud vocal y espiritual. Rossini es el pulso, el ritmo, la manera de decir… Opera Rara me dió la oportunidad de formarme en la Accademia Rosiniana de Pésaro con el maestro Alberto Zedda, quién me invitó a trabajar con él en muchas ocasiones, mientras yo aún era una estudiante, lo cuál intensificó mi amor por este repertorio. Rosina, en este caso en concreto, es para mí un papel muy querido. Hay en ella una alegría por vivir que torna una situación, que a priori pudiera ser dramática, en comedia y juego, que la lleva a triunfar sobre la adversidad. 

Ha interpretado mucha música española en el Reino Unido, ya desde los comienzos de su trayectoria allí. ¿Cómo es recibida nuestra música en esas latitudes?

Mi buen amigo, el pianista inglés Joseph Middleton, siempre bromeaba en nuestras primeras entrevistas juntos para la radio británica, diciendo que llegué al Reino Unido con una maleta llena de joyas en forma de música española. Lo que sí es cierto, es que llevé conmigo el legado de los grandes maestros que he tenido. El amor que se siente en la distancia por lo propio, junto con la oportunidad de ofrecer el repertorio con esa mezcla de autenticidad y rigor, uniendo lo ancestral con la poesía, que demanda la música española, me ha hecho siempre sentir una gran plenitud al interpretarla. Bien programada, nuestra música tiene siempre una gran acogida y es para mi un honor ser embajadora de nuestra cultura. Aún recuerdo cómo se derretía en aplausos el Royal Albert Hall con el programa de música española que el maestro Juanjo Mena elaboró con la BBC Philharmonic para los Proms, en el que contábamos también con la fuerza rompedora del ballet de Antonio Márquez. O más cercana en el tiempo, la acogida calurosa del público checo en el Concierto de Año Nuevo junto a la Praga Philharmonic, también bajo el saber hacer del maestro y la guitarra emblemática de Pablo Sáinz Villegas.

¿Qué otros proyectos relevantes hay en su agenda por venir?

El más ‘relevante’ es precisamente darle el ‘relevo’ a mi marido con el cuidado de nuestro hijo, Daniel. Para mí, el quilibrio entre la familia y la música es el que requiere más dedicación, sacrificio y amor. Daniel viaja a menudo conmigo, juega debajo del piano mientras estudio y él tararea después pasajes de las obras que interpreto. El brillo en sus ojos, cuando escucha, siente y pregunta, es para mí inspiración y compensa toda dificultad que surge de la busqueda de ese equilibrio del que hablamos. Pienso que deberíamos abrir más a los niños los teatros y los auditorios, especialmente en el tiempo de magia de los ensayos, sembrando el futuro y brindándoles la oportunidad, de esta manera, de escuchar y de amar lo que hacemos. Los niños viven ya en ese ahora que buscamos los adultos en la música. 

Hablando de música española… Enseguida vuelvo al recital en Colonia, Amberes, Madrid y Londres y también al estudio de grabación, lo cuál me causa una gran alegría. Siento que éste es un momento precioso para devover el legado que se me ha dado, casi como si de una deuda se tratara. Y aunque mi agenda de concierto no tiene la libertad de antaño, procuro elegir proyectos muy cuidadosamente, que por encima de todo me permitan esos encuentros con músicos a los que admiro y aprecio profundamente, y que me inspiran a evolucionar en el terreno artístico y en el personal.

Fotos: © JM Bielsa