Platea enero 17 face Jaroussky

Philippe Jaroussky: "No hay una cuestión de género tras la voz de contratenor"

"Sólo una más por favor, me esperan”, les ruega con una sonrisa sincera a las decenas de fans que aguardan en la puerta de su camerino. Ellos no se rinden y consiguen sacarse muchas más fotos con su ídolo, que aguanta sin perder nunca la actitud accesible y amigable. Finalmente consigue entrar al camerino, echar el cerrojo y desplomarse sobre el sillón. “En los conciertos siempre pasa esto, ¿sabe que a veces abren la puerta sin llamar y entran? Y puede ser embarazoso…”. Lo curioso de esta escena previa a nuestra entrevista es que no estamos hablando de un actor de Hollywood, ni de una estrella del Rock, ni siquiera de uno de Los Tres Tenores. Hablamos de un contratenor, un maestro del falsete, una de esas voces inauditas que despiertan atracción y rechazo por partes iguales y que, hasta la llegada de Philippe Jaroussky, eran territorio exclusivo de unos pocos iniciados en los misterios de la música barroca.

 

Como siempre que actúa usted, el auditorio se llena de otros públicos, más jóvenes y menos habituales.

Sí, hay dos tipos de público en mis conciertos, los que vienen especialmente para verme, pero también el tradicional de abono. Esta es una de las razones por las que empecé a cantar con orquestas sinfónicas, porque es una buena manera de darme a conocer a otras audiencias. Públicos que no me conocen, e incluso más importante, que tampoco conocen la voz de contratenor. 

Al empezar en esto, ¿se esperaba tener una fama como la de una estrella pop?

No, para nada, el trabajo del contratenor ha cambiado mucho durante los últimos 20 años. Empecé entonces mi carrera y habido una evolución tremenda. Al principio pensábamos que la voz de contratenor solo servía para el Barroco, que era pequeña y no tenía agudos. Ahora se han desarrollado muchos tipos de voces diferentes y técnicas que entonces no existían. También se pensaba que no se podían hacer papeles dramáticos en el escenario, y ahora ocurre todos los días y más allá del repertorio barroco, algunos de mis colegas cantan incluso Rossini.

En ese sentido ¿le veremos en el escenario con un papel cercano a la ópera romántica alguna vez? A algunos nos gustaría verle como Cherubino (Las bodas de Fígaro) y otros incluso sueñan en verle como un Octavian (El caballero de la rosa).

(Ríe) Cherubino lo hubiera podido hacer el principio de mi carrera. Hubiera sido fantástico, me da mucha pena no haberlo hecho. Octavian de El Caballero de la rosa, eso no. Es demasiado, demasiados agudos.

Estoy metiéndome en el repertorio romántico, pero lo debo hacer con obras donde pueda elegir la transposición que mi rango de mezzo-soprano necesita, como los lied de Berlioz que he cantado en Madrid, Les nuits d’été. Es algo que hace cinco años no hubiera podido ni imaginarme. También me gustaría dedicarme un poco más la música contemporánea. He estado muchos años cantando sobre todo la música de los castrati, y eso ha hecho que fuera consciente de las limitaciones de mi voz y del camino a seguir. Ahora me interesa un canto menos pirotécnico y espectacular pero más espiritual...

 

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