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Néstor Bayona: "El arte de la dirección se aprende desde el foso"

El próximo 8 de noviembre, al frente de la Orquestra Simfònica del Vallès, el director y pianista Néstor Bayona liderará el estreno en España del Preludio y danza de Sémiramis de Maurice Ravel, coincidiendo con el 150 aniversario del compositor francés. En ocasión de esta importante cita, conversamos con el músico leridano

Sería bueno empezar recapitulando su trayectoria hasta la fecha. ¿Cuándo empezó su vocación por la dirección de orquesta y cuáles han sido sus referentes hasta el día de hoy?

Mi vocación por la dirección de orquesta nació siendo muy pequeño. La magia del trabajo de un director en el podio es algo que me impresionó siendo un niño, la primera vez que pude ver un concierto en vivo. Siempre he defendido, no obstante, que para ser un buen director tienes que ser un buen instrumentista. Y en mi caso eso pasó por el piano, el instrumento que mejor refleja a la orquesta en toda su riqueza.

Tuve la suerte de proseguir mi formación fuera de España, estudié cinco años en Inglaterra. Cursé el Bachelor y el Master en la Royal Northern College of Music de Manchester. Y empecé a interesarme por la dirección ya por entonces, pero con el piano como prioridad. Gané la Gold Medal en mi recital final de carrera y  en 2021, me otorgaron el Associate Member Award de la Royal Northern College of Music, que es un reconocimiento que conceden a los alumni más destacados de la universidad.

Creo que después continuó su formación en Ginebra, si no me equivoco.

Sí, después me salió la oportunidad de estudiar en  la Haute École en Ginebra con Nelson Goerner, a quien considero uno de los pianistas con más poesía de la actualidad. Él tuvo la oportunidad de iniciar una cátedra de piano en Ginebra, nos conocíamos ya previamente de Mánchester, y me invitó a estar allí.

Fue precisamente en Ginebra donde conocí a mi primer profesor de dirección, Laurent Gay, a quien estoy muy agradecido; ha sido también profesor de Domingo Hindoyan, Michele Spotti y otros maestros, podría decirse que ha creado una cierta escuela.

¿Cómo fue trabajar con él, qué aprendió exactamente de Laurent Gay?

Con Laurent Gay aprendí mucho porque es de esas personas que te permiten encontrar tu propio lenguaje como director. Es uno de los maestros que te dan las herramientas pero te dejan margen para buscar tu propio estilo, tu propia forma de dirigir.

Fue allí también, en Ginebra, donde empezó mi amor por la ópera, asistiendo a Ingo Metzmacher en una producción del Ring de Wagner en el Grand Théâtre de Genève con escena de Dieter Dorn. Fue el propio Metzmacher quien me aconsejó ir a Berlín, aprender alemán e iniciar todo el recorrido como correpetidor, etc. Y por eso me decidí por la capital alemana.

¿Y dónde exactamente se instaló en Berlín, musicalmente hablando?

Ingresé en la UDK, la Universidad de las Artes de Berlín, con un postdiploma. Y allí todo fue muy práctico a nivel formativo, con ensayos con orquestas profesionales como la DSO, la Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín, Komische Oper, Theater Magdeburg, etc. Berlín sigue siendo mi base hoy.

¿Y cuándo se produjo el verdadero salto a la vida profesional como director en activo?

Esto sucedió poco después, en Marsella,durante mis dos años allí como asistente de Lawrence Foster, quien me eligió después de la recomendación de Daniel Barenboim. Él estaba al frente de la Ópera de Marsella. Allí tuvé la oportunidad de dirigir varias representaciones de ópera y colaborar con la Orquesta Filármonica de Marsella, entre otros, en el festival de la Roque d’Anthéron. Tras dos años allí di el salto a la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional Polaca (NOSPR), con Marin Alsop.

Ha tenido ocasión de trabajar pues con grandes batutas, con perfiles muy diversos, como los citados Metzmacher, Foster y Alsop.

Sí, eso es, perfiles muy distintos y complementarios, algo ideal para mí durante esos años de formación. Tengo la suerte de haber podido aprender de maestros tan consagrados, quienes me han ayudado a formarme como director.

En línea con esto, ¿a quiénes mencionaría como sus mentores?

Los dos que citaría como mis mentores son Lawrence Foster y Marin Alsop. En el caso de Foster es alguien que estudió con Karl Böhm y viene por tanto de toda esa gran tradición centroeuropea; de él he aprendido sobre todo esa idea del sonido cálido de la cuerda. Es alguien además que ha abarcado muchísimo repertorio.

En el caso de Marin Alsop, discípula de Leonard Bernstein, creo que tiene una capacidad de comunicación extraordinaria, especialmente con sus músicos, con una cercanía muy bien entendida. Sigo colaborando con ella con regularidad. Después he tenido la suerte de trabajar con directores como Henrik Nánási, Susanna Mälkki, Peter Eötvös, gente también muy interesante y de la que he aprendido mucho.

"Siempre he defendido que para ser un buen director tienes que ser un buen instrumentista"

Actualmente usted es director residente de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Polonia. ¿En qué consiste exactamente su tarea allí?

Con ellos empecé a colaborar en condición de director asistente, en diversas ocasiones, y en 2023 me ofrecieron formalizar la vinculación con ellos con este cargo como director residente. La orquesta está atravesando uno de sus mejores períodos artísticos y tienen un auditorio impresionante, de primerísimo nivel.

Por otro lado, a nivel personal la experiencia allí en Polonia está siendo magnífica; son gente muy cálida y amable, tengo muy buenos amigos en este país. Tengo muy buenos recuerdos de mi trabajo con esta orquesta; hice por ejemplo un jump-in para hacer la cuarta sinfonía de Penderecki, sin ensayos, y fue todo un reto. Es una obra dificilísima para la orquesta.

También fue muy interesante, con Marin Alsop, la recuperación de una ópera, Die Schwarze Maske, también de Penderecki, una obra que se estrenó originalmente en el Festival de Salzburgo, en 1986. La interpretación que hicimos fue retransmitida por Medici y tuvo mucho éxito.

En Polonia creo que ha podido tener más actividad, al margen de su amplia colaboración con esta orquesta.

Sí, en Cracovia por ejemplo hice una Luisa Fernanda, allí la zarzuela les enloquece, son un público muy agradecido con nuestro género lírico. La verdad es que mi posición como residente en la orquesta de la radio me ha dado mucha visibilidad y me ha abierto muchas puertas en Polonia. Pero no solo en Polonia, sino también con varias orquestas en Rumanía, como la Filarmónica de Cluj, el Teatro Húngaro de Cluj, en el Festival Enescu, así como en Alemania con la Bochumer Symphoniker y en Inglaterra con la Royal Liverpool Philharmonic.

Solo desde hace dos años, tras mi carrera internacional, he regresado a España, donde he trabajado con la Orquesta de la RTVE, el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Teatro Campoamor de Oviedo, la Orquestra Sinfónica de Castilla y León, la Oviedo Filarmonía y la Orquesta de Extremadura.

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Próximamente estará presente en España con la recuperación de Sémiramis de Maurice Ravel, una obra que se presenta por primera vez en nuestro país, en el marco de la programación de la Orquesta Sinfónica del Vallés. ¿Qué nos puede contar sobre esta partitura, en el marco del 150 aniversario del compositor francés?

Como director artístico del concurso y festival de piano de Ricard Viñes, es un verdadero honor traer el estreno en España de Sémiramis el 8 de noviembre en Barcelona y llevarla también a la ciudad natal de Ricard Viñes, Lleida, el 9 de noviembre. El descubrimiento de esta partitura fue fruto de una colaboración entre Ravel Edition y la Filarmónica de Nueva York y fue Gustavo Dudamel quien estrenó la recuperación de esta obra el pasado mes de marzo. Poder ofrecérsela al público español tiene un nexo especial con la figura de Ricard Viñes y es gracias a su dietario como se pudo confirmar la autoría de esta pieza y su atribución a Ravel.

Se trata de una obra que presenta ya algunos de los rasgos más reconocibles de la música de Ravel, al estilo de la Rapsodia española, con un cierto aire de habanera. Ravel escribió esta obra con la aspiración de obtener el Premio de Roma, que nunca logró. Viñes estuvo presente en la audición de la obra que se hizo con estudiantes del Conservatorio de París y que no fue abierta al público. 

En el mismo programa que haremos en el Palau de la Música, contaremos con Arabella Steinbacher como solista, interpretando la Tzigane del propio Ravel y la Havanera de Saint-Saëns, y en la segunda parte El sombrero de tres picos, con el ballet completo, ahondando en la conexión entre Viñes, Falla y Ravel.

Ahora que menciona la figura de Ricard Viñes, ¿en qué momento se encuentra el concurso que lleva su nombre? La figura de Viñes está injustamente postergada.

Este año se celebran también los 150 años del nacimiento de Viñes y de ahí que quisiéramos poner su recuerdo en el punto de mira. Este pianista leridano fue un referente de la vanguardia francesa, estrenando muchísimas obras de Ravel, Debussy, Satie, Falla…

Hace ahora un año me nombraron como director artístico del concurso de piano que lleva su nombre. El pasado mes de junio se llevó a cabo el concurso, con un jurado presidido por Juan Floristán y en el que estaban presente también Kun-Woo Paik, Lise de la Salle y Alba Ventura.

Tuvimos muchas inscripciones que triplicaron desde la última edición. Mi idea es organizar un festival dedicado a Viñes entre cada edición del concurso, que es bienal. Puestoque conocemos todo el repertorio que Viñes estrenó en su día, querría recuperar su legado a través precisamente de las obras que interpretó.

¿Qué otros compromisos destacaría de su agenda por venir esta temporada? Creo que la pasada temporada tuvo varios debuts importantes con orquestas de nuestro país.

He vuelto a colaborar recientemente con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León con la que abrí la temporada 25/26. La temporada pasada también debuté en el Teatro de la Zarzuela con la JONDE, en el Teatro Campoamor con la Oviedo Filarmonía y otros debuts como con la Orquesta de Extremadura.

Si pudiera escoger dos proyectos que me hacen ilusión esta temporada, serían el Pierrot Lunaire de Schönberg y una adaptación que hice yo mismo, para quince instrumentos, de la Quinta sinfonía de Shostakovich; es un proyecto interdisciplinar, con proyecciones, actores, bailarines; lo haremos con la NOSPR en Katowice.

También tengo, entre otros compromisos de ópera, representaciones en el teatro húngaro de Cluj y la ópera de Bytom de Polonia. Y de cara a la siguiente temporada vendrán debuts importantes tanto en España como a nivel internacional.

En términos de repertorio, ¿por dónde le gustaría que fuera su agenda próximamente? Por lo comentado hasta aquí intuyo en su caso una curiosidad muy amplia, tanto en lo sinfónico como en lo teatral.

Yo siempre estoy abierto a todo y ahora tengo la suerte de poder combinar, como apunta, lo sinfónico con lo lírico. Vivimos tiempos de etiquetas fáciles y rápidas, en todas las artes. Yo soy un gran defensor de que el arte de la dirección se aprende desde el foso y por eso me gusta tanto mantener una activad teatral importante en mi agenda.

La pasada temporada, por ejemplo, tuve ocasión de dirigir bastante zarzuela, es un género en el que he podido profundizar y realmente me apasiona. También me fascina la Segunda Escuela de Viena, especialmente Alban Berg, con esa mezcla entre el pasado y el futuro tan fascinante que se ve en Wozzeck o Lulu. Igualmente la música francesa siempre me ha generado gran curiosidad. También estoy muy abierto a la creación contemporánea. He participado en varias ocasiones en el proyecto de nuevo ópera del Gran Teatre del Liceu y colaboro con el Ensemble Couleurs, en Rumanía, dedicado a la música de nueva creación.

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Fotos: © Grzesiek Mart