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Patrizia Ciofi: "Mi carrera se encuentra en un momento complicado"

Con más de 27 años de carrera lírica a sus espaldas, Patrizia Ciofi conoce a la perfección todo lo relacionado con el mundo operístico, ya sea dentro o fuera de los escenarios. Prescindiendo de un divismo que podría permitirse, la soprano italiana se muestra sincera y cercana respondiendo a nuestras preguntas. Y es que no cabe duda, el suyo es un nombre sobre el que merece la pena leer.

¿Cómo comenzó su relación con la ópera?

Podría decirse que de casualidad. Cuando era adolescente -con quince años- aborrecía el estilo, y mi único contacto con él procedía de la televisión. No obstante, a mí me ha gustado cantar desde siempre. Tenía una voz bonita y, tras ser escuchada por una profesora de mi colegio, me animé a inscribirme en el Conservatorio. Para mí era como un juego pero tras unos años entendí verdaderamente lo que significaba cantar, hacer teatro con la voz.

Elvira de Hidalgo, junto a su alumna más famosa, Maria Callas, inició todo un resurgir belcantista. Poco después, otros como Horne, Kraus o Caballé seguirían su camino. ¿Quedan a día de hoy profesores capaces de inculcar esta técnica?

Yo no he tenido nunca un profesor regular de canto. En mis inicios estudié mucho junto a una profesora que vivía en Siena. Era una soprano polaca, que me transmitió una base técnica sobre la que fui edificando mis progresos de forma autónoma. Al margen de eso he trabajado, naturalmente, con muchos pianistas repetidores, con los que ensayo mi repertorio.

Por otro lado, creo que la técnica del bel canto es una técnica universal, que puede aplicarse a todo tipo de papeles. Es una técnica que te lleva a lograr una emisión dúctil y cómoda; algo necesario en cualquier estilo, desde el barroco hasta el verismo.

¿Cree que al público le resulta más fácil empatizar con los grandes roles veristas (Manon, Tosca, Nedda…) que con los belcantistas (Lucia, Amina, Elvira…)?

 Así es, y eso convierte al bel canto en un estilo realmente complejo. En este tipo de obras, hay muchos momentos en los que el solista se queda prácticamente desnudo ante el público, sin apenas acompañamiento por parte de la orquesta. Son entonces los cantantes quienes deben crear toda esa atmósfera, esa emoción. Con autores como Puccini o Mascagni, la emoción sale desde el mismo foso del teatro, reduciendo la voz de los cantantes a una lectura de lo que ya ha sido escrito. En el bel canto muchas veces es el propio artista quien debe escribir o aportar algo a la obra.

Refiriéndonos a Puccini, recientemente ha interpretado Mimì en La Bohème, un rol que aparentemente se aleja un tanto de aquellos puramente belcantistas a los que nos tiene acostumbrados. ¿A qué se debe su elección?

Efectivamente Mimì es un rol más pesado, que demanda volumen en ciertos momentos como el dúo con Rodolfo en el tercer acto. No obstante, creo que también es un personaje muy delicado, lleno de dulzura.

Su interés entonces radica en abordar ese tipo de roles desde sus medios actuales, sin haber notado algún tipo de cambio en su vocalidad…

Esa es una pregunta interesante… Creo que a día de hoy necesito cierta ayuda por parte del director de orquesta para abordar estos roles. No creo que mi voz haya cambiado totalmente y aún sigo encontrándome más cómoda en un repertorio puramente belcantista.

¿Considera importante el gesto facial a la hora de cantar ópera? ¿Es algo que un cantante pueda escoger?

Sin duda hay cantantes que son perfectamente capaces de cantar manteniendo un gesto relajado y acorde con la escena. Yo, sin embargo, siempre he necesitado aprovechar mucho los resonadores faciales para proyectar mi sonido. No obstante, creo que la ópera guarda una mayor similitud con el teatro que con el cine. Nosotros debemos hacer llegar al público un sentimiento determinado y eso se consigue, no sólo mediante primeros planos de nuestras caras, sino con una completa actitud corporal. 

¿Cree que, en el panorama operístico actual, la atención del público ha dejado de recaer sobre los cantantes para hacerlo sobre el director de escena?

Creo que sí, hoy en día un director de escena es extremadamente importante. Incluso se dan casos donde es el propio regista quien elige al reparto. El cantante de hoy no puede ser únicamente un cantante, sino un actor que posea, además, el físico exacto para el papel.

En ocasiones esta decisión también está condicionada por el teatro donde se realizan las representaciones. En determinados lugares prima la escena sobre la música, focalizándose todos los esfuerzos en lograr un espectáculo visualmente atractivo. En otros, en cambio, pueden llegar a ser los propios cantantes quienes elijan al escenógrafo, especialmente si éstos gozan de fama a nivel mundial.

¿Queda espacio entonces para divos y prima donnas?

Sí, por supuesto, los divismos aún existen, aunque no sean tan frecuentes como antaño. En el siglo XXI suelen corresponderse con aquellos cantantes que gozan de un amplio mercado discográfico, lo que les permite trascender a todo tipo de público, no sólo al que frecuenta las butacas del teatro. 

¿Realmente es tan difícil vivir de la lírica hoy en día?

Sin duda la respuesta a esa pregunta está muy condicionada al sujeto entrevistado. Personalmente, y tras llevar más de veintisiete años como cantante, puedo decirte que yo sí he cumplido mis objetivos y he logrado vivir de mi trabajo. No obstante, como italiana, creo que en mi país la ópera no se valora lo suficiente. A fin de cuentas, muchas obras del género son un ejemplo inmejorable de nuestro patrimonio nacional. Por desgracia, si he conseguido llevar una carrera tan larga ha sido porque la mayor parte de ella se ha desarrollado fuera de mi país.  

¿En qué momento diría que se encuentra ahora su carrera?

Sin duda en un momento complicado. Creo que mi voz no ha evolucionado lo suficiente como para realizar un cambio de repertorio que me lleve hacia Puccini o un Verdi más dramático. A día de hoy aún puedo continuar con un repertorio belcantista puro, e ir incluyendo algunos papeles más pesados como las reinas de Donizetti. No obstante, antes de precipitarme en tomar cualquier decisión prefiero seguir esperando un tiempo, dándole a mi voz la posibilidad de seguir desarrollándose.

Hablando de evolución vocal es inevitable pensar en la soprano rusa Anna Netrebko, quien ha pasado de un repertorio eminentemente lírico a anunciar que debutará el rol de Turandot en una temporada próxima ¿Cuál es su visión al respecto?

Bajo mi punto de vista, en el caso de Netrebko ya podía entenderse hace muchos años la posibilidad de una evolución así en su voz. Podríamos decir que son voces que lo tienen todo, desde un centro sólido hasta un agudo flexible y ágil. Por tanto, creo que ella sabía ya desde hace tiempo que algún día podría llegar a cantar ese tipo de repertorio tan pesado. Yo nunca he tenido un centro especialmente lleno, ni un color lo bastante oscuro, como para ir mucho más allá de un repertorio de lírica o lírica ligera.

¿Todo el público que va al teatro es capaz de distinguir la calidad de una función?

Creo que no. En todos los teatros va público que, efectivamente, conoce perfectamente aquello que va a escuchar y, por tanto, es capaz de valorarlo de forma crítica. Aun así, es frecuente encontrar gente que nunca ha escuchado la obra, o que tampoco dispone de la formación musical necesaria. No obstante, la ópera es un arte para todos, y por ello resulta muy positivo que llegue gente nueva.

¿Presta atención a las críticas que escriben sobre sus representaciones?

Hace mucho tiempo que dejé de leerlas, cuando algo va mal soy la primera en darme cuenta, no necesito volver a leerlo; la vida del cantante ya es demasiado difícil.

Foto: Jean Pierre Maurin