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Jordi Roch, Director de la Schubertíada de Vilabertrán: "Me gustaría presentar una ópera de Schubert en Vilabertrán"

Vilabertran, una pequeña localidad del Empordà catalán, a tan sólo quince minutos en coche de Figueres, alberga una de los secretos mejor guardados del panorama musical veraniego: la Schubertiada de Vilabertran. Se cumplen ahora veinticinco años del único Festival de Lied existente en España, lo que supone todo un récord y casi un milagro musical en nuestro país. Este logro es algo que hay que reconocer y agradecer al "alma pater" de esta cita única, el Dr. Jordi Roch. Desde su primera Liederanbend, el 25 de agosto de 1993, con un Winterreise protagonizado por la Brigitte Fassbänder y Wolfram Rieger al piano, el historial de nombres que han visitado las anteriores ediciones de la Schubertiada es de aúpa, incluyendo el debut en España de muchos artistas: Juliane Banse y Mathias Goerne (fieles desde sus inicios), Christoph Prégardien, Olaf Bär, Jonas Kaufmann (en su edición del Festival en Barcelona), Barbara Bonney, Christiane Oelze, Angelika Kirschlager, Michelle Breedt, Dorothea Röschmann, Nathalie Stutzmann, Christian Gerhaher, Mojca Erdmann, Ofèlia Sala, Núria Rial... Un historial donde brillan también los grandes pianistas que han acompañado a estas voces, nombres como los de Martineau, Rieger, Vignoles, Deutsch, Cage o Huber, entre otros. Pero además han visitado la Schubertíada algunos de los mejores cuartetos de cuerda, con el Casals a la cabeza, y numerosos pianistas: Katia Buniatishvilli, Elisabeth Leonskaja o Javier Perianes entre los más recientes. Edición tras edición este fetival se impone con un único sello, el de la calidad de su propuesta y el del marco incmparable donde se desarrollan sus conciertos, la Canónica de Santa María de Vilabertrán.

Estimado Sr. Roch, ¿Dr. o Jordi?

Jordi está bien, pero también soy doctor o sea que ningún problema tampoco con esto. Es curioso: hay muchos músicos que cuando buscan médico lo buscan con afinidad musical. El músico es un personaje difícil, es una profesión muy instrospectiva, sobretodo en el caso de los compositores, afecta mucho a las áreas de sensibilidad y cuando encuentran a alguien que esto lo entiende se encuentran mejor. Esto es una teoría mía ¿eh? (risas).

De alguna manera la voz, como instrumento, es el más humano de todos, valga la redundancia, ¿no cree?

Si, pero los cantantes van al otorrino eh, yo para cosas de voz no ejerzo (risas).

Pero la voz creo que es su instrumento favorito.

Sí, a mi me encanta la voz, por esto estoy en la organización de la Schubertiada. Para mí la voz humana es la máxima expresión en la música. Como decía Menuhin: “Las criaturas, cuando nacen, con el primer grito que dan ya cantan.” La voz humana es fantástica y combinada con instrumentos es ya una maravilla.

¿Le gusta más algún tipo de voz? ¿Quizás más la femenina que la masculina?

Me gusta mucho la voz de mezzo-soprano, quizás la más buscada porque hay pocas. Ayer -en referencia la actuación de Sarah Connolly en la Schubertiada- Sarah cantó de un modo especialmente brillante, sobre todo en Britten. Fue un concierto con un programa de la segunda mitad del siglo XX. 

Fue fantástico, sobre todo a mi entender con el binomio Copland-Dickinson.

Copland fue también alumno de Nadia Bolanger, a quien yo tuve ocasión de conocer.

Esto es muy interesante. ¿Cómo fue?

En París, fuí a su casa. Por razones laborales yo estuve allí un tiempo y era muy amigo del compositor Narcís Bonet. Él era discípulo de Nadia Boulanger y un día le pedí acompañarlo a su casa y así la conocí, con su gatito en la falda. Era una mujer muy brillante. 

Creo que incluso tiene alguna composición propia ¿no es así?

Sí, pero sobretodo su hermana Lilly. Nadia siempre decía que la importante no era ella sino su hermana. Y tenía como una falta, como una deuda pendiente el hecho de que nunca le hubieran dado el Premio de Roma, que era muy importante en aquella época. Es todo un mundo el de la segunda mitad del siglo XX: Eisler, Bertolt Brecht…

Con la presente edición de 2017 se conmemoran los primeros 25 años de la Schubertiada. ¿Qué recuerda de la primera edición de este festival, con todo un Winterreise y nada más y nada menos que con Brigitte Fassbaender? Empezaron ya marcando el paso con firmeza.

Yo entonces era Presidente de Juventudes Musicales y se había creado aquí el Festival de l’Empordà. Un festival de mucho éxito, que se daba los viernes, al que vino Alicía de Larrocha entre otros artistas. Pero cuando se creó el Festival de Peralada, JJMM de Figueras lo trasladó a Figueras, ciudad con bastante pujanza comercial. Pero no era lo mismo que ir a Vilabertrán, con su claustro medieval, con su ambiente y su proximidad con los artistas. Entonces yo propuse crear un Festival pequeño que pudiera convivir con otro más grande y entonces dije de crear una Schubertiada. ¿Y qué es una Schubertiada? me dijeron. Yo hacía mucho tiempo que quería crear un festival de lied, porque a mi me gustan mucho la música y la poesía. Desde pequeño escuchaba lied, mi hermana cantaba canciones de Schubert por ejemplo; por entonces conocía bien a la gran Irmgard Seefried y le dije que me gustaría crear un festival de lied. Ella me dijo que lo veía muy difícil porque ni en Alemania eso era fácil. Entonces me fui al Festival de Feldkirch, la actual Schwarzenberg, donde me encontré con muchos jóvenes, entre ellos el tenor que actúa en esta edición, Christoph Pregardien, que vino ya en nuestra segunda edición de 1994. Pero sobre todo escuché entonces a una jovencita que me gustó muchísimo, porque encontré que era una especie de fusión entre Victoria de los Ángeles y la propia Irmgard Seefried: era Juliane Banse. Y le dije: yo crearé una Schubertiada para tí.

Y dicho y hecho.

Ella actúo desde la primera edición. Un día me llamó por teléfono y me dijo: “Mira, hay un barítono joven al que tienes que escuchar. Cantamos juntos este verano en un Festival en el norte de Alemania". Y allí conocí a un jovencísimo Mathias Goerne. Él me dijo que quería venir a Vilabertran a cantar Winterreise.

Obra que interpreta precisamente Christoph Pregardien esta edición. ¿Ha habido una voluntad de seguir la estela de esa primera edición en esta de los 25 años?

Usted piense una cosa, en aquella época escuchar un Winterreise en Barcelona era imposible, nadia lo hacía. Entonces yo aquí, para la primera edición quise traer a Brigitte Fassbaender, quien me trajo a un alumno suyo, Wolfram Rieger como pianista. Toda esta gente piense que eran muy jóvenes entonces; de hecho Rieger todavía es joven hoy. Yo quise traer a Fassbaender para cantar Winterreise porque yo siempre he pensado que las mujeres también lo pueden cantar.

Aunque no sea lo más habitual, ni siquiera hoy en día.

No, pero lo han acabado haciendo muchas. Y antes que Fassbaender lo hizo ya Christa Ludwig.

¿Sabe que lo cantará también el contratenor Xavier Sabata? ¿Qué opina de un contratenor cantando Winterreise?

Bueno ha de ser muy buen cantante para enfrentarse a este ciclo; no dudo que lo hará bien. Ahora proliferan un tanto los Winterreise, las Molineras no tanto.

El propio Jonas Kaufmann lo cantó en el Liceu, en su debut en el teatro.

Si pero creo que mucha parte del público no fue por el Winterreise… El lied es un género que cultivó como nadie Schubert. En alguna charla sobre el piano de Schubert he dicho que su música  llega a describir mejor la angustia y la depresión que un tratado de psiquiatría. 

Pero el lied no es solamente un genero triste ¿no?

Por supuesto, está el Trinken und Singen, canciones de cantar y beber. No todo es tristeza.

Cúal es su experiencia en estos 25 años en Vilabertran, ¿qué le ha dado el lied?

Yo digo que siempre he sido un aprendiz. He aprendido mucho aquí. Siempre le digo a Matthias Goerne: "Tú eres nuestro asesor". Porque hemos hecho muchas cosas durante estos años en la Schubertiada y yo soy muy celoso con la programación, quiero tener voz y voto, pero tampoco soy el único, sigo aprendiendo y he aprendido muchísimo con las cosas maravillosas que he escuchado aquí en vivo.

"La fidelidad de los artistas es nuestro sello de identidad"

¿Recuerda alguna cita en especial? ¿O alguna cosa de la que se siente especialmente orgulloso?

Yo estoy orgulloso de una cosa que es extramusical, la amistad de todos estos artistas desde sus inicios y sus primeras visitas al Festival; la riqueza de esta amistad me causa una inmensa alegría. Mire, por ejemplo Mathias Goerne no podía venir este año a la Schubertiada porqué estaba cantando Wozzeck en Salzburgo, además de tener dos recitales. Pues bien, movió una fecha en Salzburgo para poder venir aquí en esta edición. Esto quiere decir que ellos valoran lo que hacemos y lo que se ofrece aquí, más allá de agendas y caché. Ellos también nos tratan muy bien.

Es una de las señas de identidad de la Schubertiada, la fidelidad.

Es nuestro sello, realmente. Goerne me dice que mientras tenga voz vendrá. Todavía recuerdo los inicios de la Schubertiada y esas voces jóvenes que trajimos aquí y siguen viniendo siempre que pueden. Como también los pianistas. Para mí Wolfram Rieger y Malcolm Martineau son dos de los pianistas mejores del mundo. Como decía Christa Ludwig, el pianista no es un acompañante, el pianista te pone una alfombra roja muy tupida, por donde tú transitas cómodamente, muy bien visto. En el lied, el pianista está al mismo nivel que el cantante.

Volviendo a la interrelación palabra y música, si le digo Prima la música e poi le parole que me dice. 

Que no, la música y la palabra son igual de importantes. Schubert precisamente se fija de un modo especial en el texto. Hay tanta riqueza en este mundo, que si se va a fondo en el lied, nunca se acaba.

Por lo tanto deduzco que quedan muchos años más de Schubertiada en Vilabertran.

¡Sí, por supuesto! Además tengo in mente iniciativas como recuperar una cita con el International Franz Schubert Institut, donde ya hicimos una reunión en septiembre de 1997 -me muestra un programa de esta reunión-. Una cita con todas las Schubertiadas de todo el mundo, de Bélgica, de Bulgaria, de Canada, de Japón, Regensburg, de Vilnius… todos vinieron a este encuentro, organizado por mí en Viena. También vinieron de la Schubertiada de Boston, que es una de las más importante del mundo. De aquello se derivaron unos intercambios muy interesantes e importantes. 

¿Cúantas Schubertiadas hay hoy en día en el mundo? 

Precísamente quiero volver a organizar esta reunión porque en nuestros días tener información es muy importante. Existe un Concurso de piano de Franz Schubert, mucha gente que se dedica al lied aquí y allá y mi idea es agruparlos. Ahora desde la Schubertiada tenemos un equipo muy bueno del que estoy orgulloso. Tenemos a Víctor Medem, actual codirector artístico, que es un profesional del medio, además es medio alemán, medio catalán. El venía a la Schubertiada desde adolescente y ahora capitanea todo el equipo ejecutivo.

¿Él es de algún modo su heredero natural en la Schubertiada?

Lo es, de hecho él hace propuestas que las podría hacer yo mismo. La Schubertiada en sus manos tiene larga vida. Tenemos un buen equipo además, con una secretaria y tres o cuatro personas más. Personas que viven y respiran el festival. Como le decía quiero hacer esta reunión en Barcelona, junto a todas las Schubertiadas. 

¿Y cuándo lo quiere hacer?

El año que viene pero todavía no sé si hacerlo en Barcelona o aquí en Vilabertran.

Ahora que menciona Barcelona, la Schubertiada tuvo sede o Festival de Schubert en Barcelona, en la antiguamente denominada Sala Winterthur, hoy Sala Axa, desde el año 1997 hasta el año 2012. Entiendo que finalizó por motivos económicos producidos por el eco de la crisis.

Así fue, tuvimos que parar porque no había dinero. En cultura lo que no se puede hacer nunca es tener déficit. Nadie paga el déficit. Mejor no hacer nada. Recuerdo que en año 2003 trajimos al todavía aquí desconocido Jonas Kaufmann, quien cantó Die schöne Müllerin acompañado porHelmut Deutsch, seguramente en lo que fue su debut en España. ¡No vino ni la crítica!. Aquí fallé, porque no lo fidelicé, he pensado muchas veces la razón, quizás estuviera cansado, no lo se. Por ejemplo Sarah Connolly inaugurará la edición del año que viene. Hay gente que me gusta tener fidelizados, la identidad de la que hablábamos antes. Me gusta decir que un festival es como un restaurante, aquí hacen bien ese plato, allí este otro, y el maître te recomienda platos especiales, pues eso pasa aquí con los artistas. Por esta razón Wolfram Rieger ha inaugurado esta 25ª edición, porque fue quien tocó en el primer concierto de la primera edición.

Lo mismo se pude decir de conjuntos como el hoy aclamado Cuarteto Casals. Cuando debutaron en la Schubertiada en su primera edición en 1997, en su sede de Barcelona, casi no los conocía nadie.

Es así, ellos ganaron el primer premio del Concurso de Juventudes Musicales y yo ya los iba siguiendo. ¡Los llegué a mandar a hacer una gira a América!. El diario La Nación de Buenos Aires les dedicó media plana entera con una foto  antes de ser famosos.

De hecho la estrella esta edición es la integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven.

Yo a veces en broma digo que soy la persona que ha creado más cuartetos de cuerda del mundo, ¡del mundo! (Risas) Aquí se juntaban cuatro músicos de la orquesta Ciutat de Barcelona para tocar juntos cuartetos, música de cámara... y un día yo los junté y les dije vamos a formar el Quartet Català de JJMM. Hicimos el primer concierto en la Capilla de la Generalitat con Josep Tarradellas presente y con el Sr. Vilarasau como sponsor de La Caixa. Pero este cuarteto duró solo cuatro meses. 

Ahora en el caso de los Casals, quiero mencionar al chelista Arnau Tomàs. Para mi su grabación de las suites de Bach es uno de los acontecimientos musicales discográficos más importantes. Con él hicimos los Bach & breakfast, que el año que viene recuperaremos. Hay que tener cuidado con sobredimensionar la oferta de un festival, la gente se puede saturar. Arnau podría hacer una carrera de chelista solista, pero prefirió dedicarse a la creación del Cuarteto Casals. 

Usted cree mucho también en el Cuarteto Gerhard, ha llegado a decir que serán el próximo Cuarteto Casals.

Creo mucho en ellos, hemos hecho con ellos giras, en Alemania.

¿Tiene algún secreto para tener ese ojo clínico con los músicos?

La veteranía, los años de experiencia. Aún así hay algo en el carácter: hay grandes músicos pero que no tienen el espíritu para tener una carrera solista. También los hay como Javier Perianes que vuelve este año a Vilabertran.

Perianes que actuó también aquí cuando casi nadie lo conocía.

Acaba de sacar un CD de Schubert muy bueno. Me quiere mucho porque creí en él desde sus inicios.

¿Hay alguna idea premeditada en la confección de esta 25ª edición de la Schubertiada? Veo que hay obras que se repiten de su primer año: Winterreise, Sonata D960 de Schubert…

Con Schubert me gusta ir haciendo los ciclos. Pero un año me gusta parar y entonces hacer los tres ciclos. Esto lo hemos hecho ya dos veces con Goerne. Hacer los tres ciclos a la gente le gusta mucho, pero yo lo hago por una razón. El público disfruta de una ocasión única, siguiendo el texto, viendo lo actual de unas historias que todavía pasan, amores, desamores. Los caminos del Winterreise no consisten tan sólo en pasar frío. Es el camino de no retorno de la muerte. Esta cultura la gente la tiene que entender, la tiene que poder disfrutar en vivo. 

¿Qué opina de poner subtítulos en los ciclos de los lieder?

Lo había pensado y puede que lo hagamos en algún recital. El problema es que la poesía no esta de moda. Pero hay que reivindicar que dos cosas que ya de por sí son importantes, la poesía y la música, crean juntas una tercera todavía más impactante. La poesía traduce imágenes y sentimientos, el arte como decía Mussorgsky es una manera de hablar a la humanidad. El arte tiene mucha fuerza. 

"El ciclo Schubert Lied supone el retorno de la Schubertiada a Barcelona"

¿Es el ciclo Schuberlied que se verá este otoño en Barcelona la vuelta de la Schubertiada a la ciudad?

Exacto. Y será Schubert exclusivamente: Schubert y voces jóvenes. 

¿La palabra jubilación esta en su mente? ¿Piensa en ello?

No, qué va, para nada. Este proyecto además tiene en manos de Víctor Medem un futuro más que prometedor. Estoy muy contento con nuestro equipo actual, como le decía antes. 

¿Se arrepiente de algo en estas 25 ediciones?

Bueno, hay gente que ha venido a la Schubertiada pero no volverá a venir. 

Dentro de la Schubertiada también hay un perfil entre tradicional y conservador en su programación, pero también se han estrenado obras. ¿Cómo está este tema hoy en día?

Me gustaría recuperar este espíritu para el Festival. Por ejemplo Mojca Erdmann, que el año que viene volverá, ha cantado muchas veces repertorio más contemporáneo. Esto es algo que depende mucho del artista también. Pero la Schubertiada tiene un público que en el fondo quiere Schubert, Schumann... lo clásico. 

Cómo ve el panorama de los nuevos cantantes, estudiantes que salen de los conservatorios del ESMUC, del Liceu, nuevos intérpretes de casa... ¿Se presenta bien el futuro?

Yo lo veo muy bien, soy muy optimista. Precisamente hay algo que me gustaría hacer, no se si lo conseguiré pero desde luego me lo he planteado: quiero hacer una ópera de Schubert con estudiantes de aquí, con artistas que están estudiando y cantando en Alemania, en Inglaterra, etc. Muchos han pasado por nuestro curso de lied con Wolfram Rieger como Anna Alàs por ejemplo que vive en Berlín. Hay gente muy preparada para hacer una ópera de Schubert. Podríamos hacerlo tan sólo con gente joven de aquí; hoy están preparados y lo acabaré presentando en una de las próximas ediciones. Ahora se puede hacer, antes no se podía. La propia Juliane Banse se ha ofrecido a venir a aportar su experiencia operística para cuando lo hagamos. 

Pues felicidades y que queden muchas Schubertiadas más. ¡A continuar caminando!