Simon Trpceski 1 credit B. Ealovega

Simon Trpčeski: "La música siempre te ayuda aunque no estés dispuesto a ello"

El pianista macedonio Simon Trpčeski acompañará a la Filarmónica de Oslo durante su tour de celebración por su primer centenario. Aclamado por su Chopin o su Rachmaninov, uno de los mejores de la actualidad, con ellos interpretará los dos conciertos para piano de Brahms. Sobre sus inicios, su país y por supuesto Brahms, hablamos con él.

Me han chivado que usted tiene muy en mente una frase en latín: “Per aspera ad astra”. ¿Qué significa?

Literalmente traducido, significa De las espinas a las estrellas. Desde las dificultades a conseguir lo que uno ha perseguido. Es un proverbio que me enseñó mi padre y que me ha servido mucho a lo largo de la vida. Vengo de un país pequeño, donde no hay muchas oportunidades y mi padre quería que entendiese que no hay nada fácil, que las cosas que uno quiere hay que trabajarlas mucho. Esa frase es pues, el resumen de mi vida, de mi camino profesional. Como le digo, en mi país no hay mucha tradición de música clásica...

De hecho, tengo la sensación de que en España no conocemos como deberíamos a Macedonia. ¿Cuál es el presente musical de su país?

Macedonia es una región muy antigua. Mucha gente quizá no sepa que formó parte de la antigua Yugoslavia y tras su desparición tuvimos un momento de transición que, he de decir, no fue precisamente fácil. Ni desde el punto de vista económico ni en el político. Al mismo tiempo la educación en nuestro país tuvo mucha ifluencia tanto de la Unión Soviética como del mundo más occidental, incluido Estados Unidos. Un cruce de caminos en el que hubo un equilibrio de tendencias e influencias, tanto entre nuestros profesores como entre nuestros compositores. Durante el periodo difícil que le comento no surgieron pues muchos artistas o formaciones, porque no había oportunidad para ello, pero mientras tanto el país siguió desarrollándose y avanzando, poco a poco. Hoy en día, afortunadamente, tenemos orquestas y vienen artistas de todo el mundo a tocar con ellas, aunque todavía no podamos compararnos quizá con nuestros vecinos más grandes. Por supuesto yo he tratado de ayudar en todo lo que he podido para llevar a nuestra orquesta nacional al Teatro Bolshoi, por ejemplo, o para que la London Philharmonic fuese a Skopje con Vladimir Jurowski.

¿Y qué hay de usted, de su formación?

He de decir que mi primer amor fue el acordeón. Un instrumento muy arraigado en la tradición musical de mi país, pero que sin embargo no se estudia en los colegios. ¡Así que para mí fue simplemente cambiar la orientación del teclaro! (Risas) ¡De vertical a horizontal! Cuando estuve preparado, busqué mi propia suerte a través de diferentes concursos de piano, pero para mí y para mi familia era muy complicado, puesto que no teníamos tanto dinero como para estar entrando y saliendo del país. No fue fácil. ¡Pero eramos felices! ¡Será cosa del temperamento mediterráneo! Creo que en España la gente puede sentirse de forma similar... hay cosas más importantes que el dinero, ¿verdad? Por fortuna en el año 2.000 gané el London Piano Competition y a través de él es como basicamente mi carrera internacional despegó, con un recital en el Wigmore Hall.

Me ha hablado de la importancia del acordeón para usted y del folklore en su país... y de hecho tiene un grupo de música folk-clásica llamado Makedonissimo, ¿no es así?

¡Sí! Es un grupo con el que estoy muy contento. Efectivamente yo me crié entre el folklore de mi país, así que juntos intentamos dar diferentes dimensiones, experiencias a la música folk macedonia, que bebe de numerosas herencias y tradiciones. Mostramos muchos ritmos que pueden sonar muy exóticos y melodías muy interesantes. He tenido la suerte de encontrar un colega como el compositor macedonio Pande Shahov, quien realiza los arreglos de las piezas que yo personalmente elijo. Realizamos una aproximación muy sofisticada al folk a través de dos horas de música que van desde el folklore más puro al jazz, yo creo que a un nivel muy elevado, como si de un concierto de música clásica se tratase. De hecho, muchos compositores clásicos, incluído Brahms, bebieron del folklore para escribir sus obras. El violinista forma parte de la plantilla del Liceu, el chelista es el principal de la Filarmónica de Estrasburgo... ¡un fantástico grupo de increíbles músicos que nos divertimos mucho haciendo música! Ya hemos tocado en sitios como el Concertgebouw de Amsterdam, el Wigmore Hall de Londres... Espero poder presentarlo pronto también en España.

Ha mencionado a Brahms, del que en España interpretará sus dos conciertos de piano, ¿cómo los siente usted?

Tengo que agradecer, primero de todo, a Ibermúsica la posibilidad que me ha brindado de interpretar estos dos conciertos unidos en la gira e incorporar así el Segundo concierto a mi repertorio, ya que hasta hace poco no lo había tocado. Para cualquier pianista estos dos conciertos son un verdadero reto. Son dos de los más difíciles que puedas tocar, por su extensión y por la emoción que contienen. Tienes que estar preparado a la perfección, tanto física como mentalmente. 

En sí, son dos conciertos muy diferentes que se llevan mucho tiempo. El Primero, ciertamente, le veo más complicado, como si se tratase de un poema sinfónico entre orquesta y piano, situados al mismo nivel y desarrollándose en una armonía perfecta. Es una de sus primeras obras mayores, sólo había compuesto por entonces una sinfonía y parece que Brahms quiera mostrar todo lo que es, todo lo que sabe, todas las nuevas ideas que se le han ocurrido. Incluso después de terminarlo, durante un ensayo en Hamburgo él mismo no se sintió totalmente convencido y en Leipzig no fue recibido muy bien, por lo que estuvo revisándolo y requirió mucho tiempo hasta que el público lo aceptó. Hay muchas emociones en este concierto y Brahms era muy moderno, muy avanzando en realidad para su época. La influencia de Beethoven, de Bach, un tanto de Schubert por aquí y por allá... la sombra de su amigo Schumann que se había quitado la vida!

¿Y qué hay del Segundo?

¡Escrito tanto tiempo después! Y como si no hubiese tenido suficiente con la duración e intensidad del Primero, va Brahms y le añade otro movimiento más! ¡Otro más! (Risas). Brahms es un canto a la libertad. Todo él. En su Segundo concierto veo tanta suavidad en su composición, tanta expresividad emocional, tanta libertad... es impresionante... ¡ese solo de chelo! ¡el comienzo con la trompa! Lo tiene todo: dolor, ternura, pasión, amor...

¡Es Brahms!

(Risas). Un maestro de la orquestación y de las emociones. Tuve la oportunidad de tocar los dos conciertos seguidos, en el mismo programa, hará como dos meses, en Portugal... (En este momento, Vasily Petrenko entra al camerino por unos minutos).

Oiga, ahora que se ha ido, ¿Quién es Vasily Petrenko?

¡Quién es Vasily Petrenko! (Risas). (Piensa) ¿Sabe? Vasily es una persona verdadera, un persona real. Como músico y como ser humano. Para un solista es maravilloso encontrarse con un director como él, alguien que quiere trabajar contigo, que quiere acompañarte sobre el escenario. Con él todo va sobre ofrecer a la música las mejores formas que uno tiene y dotarla además de todas esas sensaciones extramusicales que uno siente, o que debería sentir durante un concierto. Toda la emoción, toda la humanidad que rodea a la partitura.  Vasily tiene una visión muy clara sobre qué camino ha de tomar o toma la música, siempre. Crea una atmósfera fantástica durante los ensayos y para el intérprete eso es algo primoridal para que pueda desarrollar su trabajo. Juntos hemos encontrado, además, un amigo, un compañero fuera de los escenarios con el que compartir un mismo punto de vista sobre la vida. Nos conocimos en el año 2007, en Liverpool, y desde entonces hemos mantenido una estrecha colaboración profesional y, como le digo, amistad personal. Uno de los mejores directores de orquesta del mundo, ¡no le quepa duda!

Quisiera terminar hablando de fútbol con usted, porque le confieso que no tengo ni idea de ello, pero hace unos años, en una publicación deportiva, un titular decía: “Lo mejor, el pianista”. Entré en la noticia y resultó que era usted...

(Muchas risas). ¡De hecho creo que el comentarista era uno de los más famosos de su país! ¿No es así? ¡Le escribí para invitarle a uno de mis conciertos en Madrid, pero no me contestó! (Risas)

¿Mezclar fútbol y clásica puede ser un buen camino para llegar a nuevas audiencias?

Ehmmm... ¡Quién sabe! Quiero decir, yo soy una persona muy abierta. Me encanta conocer gente, me ha encantado conocerle a usted hoy y me encanta conocer a gente en el avión, en un restaurante... A esa gente que acabo de conocer, muchas veces la invito a mis conciertos. Creo que es una forma muy natural de que ellos se sientan de veras atraídos por lo que podemos hacer en un auditorio. Ellos vienen y luego deciden si realmente les ha gustado o no. Y si no les ha gustado... seguro que la experiencia ya se la han llevado... La música siempre te ayuda aunque tú no estés dispuesto a ello. Y si les gusta, ¡seguro que volverán! ¿A través del fútbol? ¿Por qué no? En ese partido toqué los himnos nacionales de España y Macedonia... si alguien puede sentirse atraido a través de ello para venir a un concierto, pues también será bienvenido, ¡claro que sí! Mientras tanto, ¡he de decir que me sentí abrumado por el titular! Al final uno nunca sabe cuándo va a tener delante a su mayor fan, como este comentarista! (Risas).

Foto: Benjamin Ealovega.