epistolario manuel de falla maria lejarraga y gregorio martinez sierra 1913 1943 1

Huele a incienso y sabe a fatalidad

Epistolario. Manuel de Falla - María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra (1913-1943). Edición de Mª Luz González Peña y Juan Aguilera Sastre. Editorial Universidad de Granada / Archivo Manuel de Falla. Granada. 2019

"Huele a incienso y sabe a fatalidad", concluía el matrimonio formado por María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra, tras asistir al estreno en España (Teatro de la Zarzuela, 1914) de La vida breve, de Manuel de Falla. Palabras que bien podrían haber definido no sólo la mística y la retórica de Falla, sino la relación de la pareja con el compositor que, como bien sabemos, terminó de una forma no merecida ni para María, ni para el propio Don Manuel. "Aquella amistad que por sincera y desapasionada parecía estar a prueba del tiempo y de las vicisitudes de la suerte".

Son estas frases recogidas en el epistolario de Falla que presenta la Universidad de Granada y el Archivo Manuel de Falla, en su segunda entrega, editada por Mª Luz González Peña y Juan Aguilera Sastre. Es un epistolario, pero es mucho más. Más porque incluye textos, reseñas, libretos, letras... superando con creces el centenar de documentos, y más porque añade una magnífico estudio previo, firmado por los editores, que detalla con precisión la relación y el sentir de los firmantes de las cartas que aquí se recogen. Al mismo tiempo, cada carta recogida (estructuradas cronológicamente y pudiendo vivir desde los momentos más álgidos de la relación, a su ruptura final) viene florida de detalles y notas a pie de página, que aclaran comentarios de los firmanes, añaden datos necesarios y unen lazos entre una misiva y otra.

Se convierte así este tomo en un foco, luminoso y reivindicativo, sobre la relación de Manuel de Falla y María Lejárraga, quien, como ya vamos sabiendo, fue en realidad la autora de numerosos escritos firmados por su marido, Gregorio, y la responsable de las letras en obras del gaditano como El amor brujo, o El sombrero de tres picos. No sólo eso, fue María la que conectó a Falla con la ciudad que le supondría todo: Granada, aunque el músico ya hubiese soñado con ella a través de sus partituras.

María Lejárraga fue una luminaria en un mundo, el suyo, oscurecido por la hegemonía de los hombres. Especialmente por su marido, Gregorio Martínez Sierra. A menudo les he hablado de su relación y su trabajo "juntos", de cara concretamente a la obra de Manuel de Falla, así como a su trato con Juan Ramón Jiménez o Joaquín Turina. Parte de lo que todos ellos fueron, lo fueron gracias a María. Poco a poco se va conociendo más su vida y su arte (¡Qué maravilla la obra Firmado Lejárraga, de Vanessa Montfort!), y se va haciendo justicia con su nombre, aunque frecuentemente se le siga negando el pan y la sal en auditorios y programas de mano. Cuando he levantado el dedo para indicarlo, a menudo, por la puerta de atrás, se me dice que tengo razón. También que qué pesadez con el tema, incluso desde dentro de esta redacción. Sin duda, motivos estos que me llevan a señalar este epistolario, con mayor efusividad aún, como necesario, ineludible e imprescindible para toda aquella persona que quiera no sólo saber, de verdad, sobre ciertos procesos creativos o vitales de Falla, sino también sobre una firma esencial en la literatura y la dramaturgia de nuestro país en la época, la de María Lejárraga*.

* Ambos autores han publicado anteriormente otros textos imprescindibles sobre Lejárraga. A Aguilera Sastre pertenece Una mujer por caminos de España, donde recoge el periplo de la autora en pro de la República, el Socialismo y el feminismo. González Peña firma el libro Música y músicos en la vida de María Lejárraga, donde detalla la relación de la escritora con numerosos músicos, desde Giménez a Usandizaga, pasando, lógicamente, por Falla.