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Mis músicos

María de la O Lejárraga: Epistolario del exilio. Cartas familiares (1939-1969). Juan Aguilera Sastre, Isabel Lizarraga Vizcarra y Antonio González Lejárraga, eds. Editorial Renacimiento.

La figura de María Lejárraga, aunque cada vez menos, sigue siendo una gran desconocida para la mayoría de melómanos y melómanas, a pesar de resultar imprescindible para el devenir musical de su época en nuestro país. No sólo musical sino, de alguna manera, de todo el ámbito cultura y político. Así lo atestiguan los trabajos más actuales que se han realizado en torno a su figura; desde la obra de teatro Firmado Lejárraga, de Vanessa Montfort; a los acercamientos musicológicos de Mª Luz González Peña (a quien se menciona en varias ocasiones en las notas del libro que aquí se reseña), pasando, por supuesto, por todo el más que bienvenido despliegue que desde la editorial Renacimiento se ha llevado a cabo para recuperar y posicionar el nombre de esta maravillosa autora, testigo y partícipe social de nuestro siglo XX: Luz ajena, de Isabel Lizarraga o Una mujer por caminos de España, en su faceta más activista durante la República, además de su propia obra dramática, como Viajes de una gota de agua o sus obras de teatro en Tragedia de la perra vida.

A todo ello, para terminar más que para comenzar a adentrarse en su perfil, este Epistolario del exilio se erige fascinante, descubriendo de su propio puño y letra la faceta más íntima y familiar a través de sus cartas. En ellas no sólo se recoge la realidad social y cultural de la época, sino la propia de Lejárraga. Sus cuidados sobre su propia obra, de la que se evidencia su verdadera autoría tras la firma de su marido, Gregorio, al mismo tiempo que la lucha por su reconocimiento a través de, por ejemplo, los derechos de autor. Y su carácter y forma de ser. Entre sus líneas se deja ver su personalidad, sus sentimientos, su humor.

Ya en el detalle y lo que, seguramente más interese a nuestros lectores y lectoras, también quedan patentes sus opinios sobre los textos que han servido a la música (especialmente, Las golondrinas), así como su relación con los músicos con los que trabajó, en un acercamiento cargado de interés. Recupero aquí un fragmento de una carta fechada a comienzos de 1949, ya fallecido Gregorio: "Podéis figuraros la pena que tengo por la muerte de Turina... Para mí representa su recuerdo todo un pedazo de vida en que, a pesar de todos los pesares, era feliz rodeada de mis músicos (sic), Falla, Turina, Conrado del Campo, María Rodrigo, Pura Lago. Con todos los compositores he colaborado, y no hay placer en la vida como el trabajo cuando se hace a gusto...". Supongo que la mayoría sabe quién es Falla, e incluso Turina. Tengo dudas sobre Conrado, pero a buen seguro aún nos queda un recorrido enorme por caminar para hacer justicia a la vida y obra de María Rodrigo o la pianista Pura Lago. Qué suerte de editoriales como Renacimiento que ya nos han ayudado a transitar la recuperación de un nombre, una vida y una carrera tan importantes como las de María.