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El proceso creativo

Correspondencia (1931-1935). Richard Strauss y Stefan Zweig. Edición de Willi Schuh. Editorial Acantilado. Barcelona, 2022.

¿Pueden un puñado de cartas intercambiadas entre dos artistas proporcionar tanta información sobre aspectos tan diferentes, aunque siempre interrelacionados, como la situación política, las fobias y filias de cada uno, la progresiva muerte de una forma de entender la cultura como algo imprescindible para vivir y, sobre todo, cómo se lleva a cabo el proceso creativo que da lugar a una ópera? Si alguien tenía alguna duda, esta correspondencia entre el compositor Richard Strauss y el escritor Stefan Zweig, que ahora publica la editorial Acantilado en una excelente edición de Willi Schuh, se las despejará todas. Porque sumergirse en este breve pero intenso libro es descubrir un tesoro que revela cómo dos de los personajes más influyentes y brillantes de la primera mitad del siglo XX (aunque Strauss ya destacará en el tramo final del XIX) crearon una amistad a partir de una relación de trabajo en la que cada uno de ellos dejó bien clara su manera de crear pero también su manera de ser.

El eje central de esta correspondencia es la creación de la ópera Die schweigsame Frau (La mujer silenciosa), con un libreto de Zweig y música de Strauss. A través de las sucesivas cartas veremos cómo es el acercamiento entre ambos, y Zweig siempre demostrará en esta relación un reverencial respeto por el insigne músico, pero siempre manteniéndose firme en sus convicciones artísticas que doblegan en más de una ocasión el criterio del veterano compositor. Strauss había perdido prematuramente su libretista fetiche, el poeta Hugo von Hofmannsthal, con el que formó una de las parejas más creativas de la historia de la ópera. Buscaba un sustituto con el que se entendiera y sólo Stefan Zweig supo acercarse a la especial manera de ver la dramaturgia musical que tenía Strauss. Vendrían otros libretistas pero casi impuestos por las circunstancias y por la persecución nazi del judío Zweig que le impedía colaborar con él, no tanto por la voluntad de Strauss, que mantuvo con el régimen nacional-socialista una relación ambigua (y más desde nuestro actual punto de vista) y que hubiera seguido trabajando con el escritor austriaco, sino más bien por el rechazo de Zweig a participar en nada que pudiera oler a colaboración con la Alemania nazi. Las implicaciones políticas del estreno de la ópera, con la firme oposición del régimen y Strauss defendiendo a Zweig, es uno de los capítulos más interesantes de esta correspondencia.

Pero hay mucho más: la constatación de la amplísima cultura de Zweig, su manera tan especial de ver el mundo de la ópera, el amor unido a la obsesión que dominaba su trabajo. Y por otra parte, la incesante actividad del ya sexagenario Strauss, su permanente interés por el aspecto económico de su trabajo o su mirada un poco condescendiente sobre la situación política desde su puesto privilegiado como uno de los directores fetiches del nazismo, pero también la generosidad y la solidaridad por defender a los que quiere… Y muchas cosas más que cada lector descubrirá a lo largo de la lectura.

Para alguien que admira a ambos hombres, como es mi caso, adentrarme en esta correspondencia ha sido una de las mejores experiencias de lecturas musicales de este año. Es sin duda un libro imprescindible para quien ame la cultura como se entendía de una manera muy diferente a la de hoy. O quizá no tanto.

Foto: Acantilado.