El genio inseguro
Jean Sibelius. Vida, música, silencio. Daniel M. Grimley. Editorial Alianza. Madrid, 2024.
Una de las sensaciones que se afianzan a lo largo de la lectura de este trabajo que firma Daniel M. Grimley, sobre la vida de Jean Sibelius, y que ahora edita en España la editorial Alianza, es que el gran compositor finlandés nunca estuvo seguro de la grandeza y la influencia de su obra. Continuamente leemos como Sibelius retocaba, retiraba o modificaba muchas de sus composiciones intentando siempre una perfección que para él pocas veces llegaba y también pretendiendo una aprobación del público y de la crítica. Y es que el compositor siempre vivió en una relativa precariedad económica (a uno le da más la sensación que creada por su angustia personal que real, sobre todo si lo comparamos con otros compositores de la misma época) que también influyó en ese deseo de triunfo que le asegurara unos ingresos fijos.
Y es que Sibelius, como también nos cuenta Grimley, vivió una dicotomía también personal entre sus orígenes suecos (Finlandia había formado parte del reino de Suecia hasta 1809, pasando ese año a ser un Gran Ducado del Imperio Ruso) y sus afanes independentistas y de reivindicación de lo finlandés, sobre todo en lo que se refiere al paisaje y el folklore, dos hitos fundamentales de su inspiración compositiva. Estos vaivenes políticos afectaron siempre al compositor, que por un lado quería ser reconocido como un artista internacional, pero por otra parte era encumbrado como el gran autor finlandés del siglo XX. El libro de Grimley (subtitulado Vida, música y silencio) se centra especialmente en el segundo punto de los tres enumerados. La vida de Sibelius sí que es tratada, sobre todo la infancia, pero no de una manera muy profunda, con diversos datos sobre sus relaciones familiares, su alcoholismo y su tendencia a los estados depresivos, pero sin entrar nunca a analizar más detenidamente estos aspectos de su vida. Tampoco el “silencio” de los últimos veinte años de Sibelius (recordemos que murió a los 91) pasa de unas cuantas páginas, al final del libro con su propia opinión y la de otros expertos. En cambio es admirable el trabajo sobre la génesis, desarrollo compositivo y primeros pasos una vez estrenadas de la mayoría de sus obras, con un análisis musicológico que demuestra los conocimientos del autor sobre el corpus compositivo de Sibelius y ahí el libro considero que es un referente imprescindible.
También hay un buen trabajo de investigación en las relaciones que tuvo Sibelius con otros compositores y la influencia creada entre ellos (interesante todo lo referente a su relación con Ferruccio Busoni, que trabajó muy joven en Helsinki y se casó con una finlandesa, y que siempre fue un compañero que le abrió muchas puertas en Berlín, una cultura, la alemana de gran importancia en vida de Sibelius aunque no tanto en su obra), y en sus contactos con Inglaterra o Estados Unidos, países que siempre valoraron su trabajo y donde recibió diversos encargos. También, como ya referí, con Alemania, donde la recepción de su obra no fue tan entusiasta como en otros lugares y sobre todo su relación con el III Reich, algo siempre espinoso y donde Grimley acaba exculpando al compositor de ser colaboracionista.
Jean Sibelius es uno de los grandes compositores de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, denostado en algunos círculos durante un tiempo, ya llevamos unas décadas, sobre todo de la mano de grandes directores finlandeses, en que su obra está ocupando el lugar que se merece en las programaciones musicales. Bienvenido sea, como lo es este libro, porque realmente fue un genio, aunque su carácter fuera angustiado e inseguro.