De lo mejor del año
El «problema» Puccini. Alexandra Wilson. Acantilado. Barcelona, 2024.
Cuando se celebra cualquier conmemoración o aniversario (nacimiento, muerte u otro evento) de un compositor, suelen aparecer en el mundo bibliográfico unos cuantos libros que se unen al evento. Este año celebramos el centenario de la muerte de Giacomo Puccini, y dada la proyección de este músico italiano, se han publicado varios libros sobre el compositor de Lucca, algunos más recientes y otros, como el que nos ocupa hoy, publicado en 2007 y editado ahora por Acantilado. No sé si habrá otra edición en español de El «problema» Puccini de la musicóloga Alexandra Wilson, pero uno se pregunta, si no es así, cómo se ha tardado tanto en traducir un libro tan importante en la bibliografía sobre el compositor italiano. Este título es ejemplar tanto en el enfoque de la figura de Puccini, como, sobre todo, en la interconexión que la autora establece entre su obra y las circunstancias históricas tanto de Italia como del mundo de su época, o su interrelación con el mundo operístico del país transalpino, donde la ópera es mucho más que un género musical, convirtiéndose en una bandera. Y también el texto destaca porque une la rigurosidad musicológica con la amenidad de lectura, algo que muchas veces se olvida. No es el caso de El «problema», escrito tanto para el especialista como para el simple aficionado al que le pueda interesar lo que significó Puccini en la vida cultural de esa época tan turbulenta de la historia de Europa que comprende el final del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX y lo que sigue significando porque el tema continúa siendo controvertido en la actualidad.
La base sobre la que Wilson levanta su trabajo es el “estudio en profundidad de la recepción crítica de las óperas de Puccini” y además, como ya se ha comentado, contextualizarlo en la época y el mundo en el que se estrenaron sus óperas. Los distintos capítulos son un recorrido por esta propuesta, empezando por la situación de una Italia recién unificada pero que distaba mucho de formar una entidad compacta. A Puccini se le intentará utilizar por algún sector como nexo de unión, dada su creciente fama y la raíz italiana que tiene su música, pero también habrá quien le achaque, desde el lado más ultranacionalista, su excesiva querencia por temas “extranjeros” en sus óperas (El compositor como internacionalista es el título de una las parte del libro), y por la influencia de otros autores como Wagner. La bohème, Tosca o Madama Butterfly serán analizadas por Wilson para ir desarrollando su tesis y diseccionar cómo la sociedad italiana reaccionó a su trabajo. Especial interés tiene el capítulo dedicado a Fausto Torrefranca, que en 1912 publicó Giacomo Puccini e l’opera interazionale, y que supuso un duro golpe para los partidarios de proclamar a nuestro autor como sucesor, como símbolo de Italia, de Verdi. El daño fue profundo y realmente injusto, pero su opinión coincidía con una parte de la intelectualidad italiana que, de alguna manera, se dirigía hacia un embrionario fascismo. La inacabada Turandot, que no contentó ni a las voces más conservadoras ni a los abanderados de la modernidad, supone, junto a un esclarecedor epílogo el final de un libro especialmente recomendable para todos los que quieran conocer todo aquello que rodeó a uno de los compositores más brillantes de la historia de la ópera, y, me atrevería a decir, que, a día de hoy, el favorito del público de todo el mundo.