
El historiador y el cantante
Pensar y cantar. Reflexiones de un cantante sobre música e interpretación. Ian Bostridge. Acantilado. Barcelona, 2025.
La editorial Acantilado nos vuelve a acercar una obra del tenor Ian Bostridge. Ya lo hizo con su excelente reflexión sobre la obra cumbre del lied: Winterreise de Franz Schubert. Ahora se publican, con el título de Pensar y cantar, tres ensayos que tienen sus orígenes en unas conferencias que dictó en la Universidad de Chicago, gestadas en el parón de la actividad artística como consecuencia de la pandemia del covid. Un tiempo que Bostridge aprovechó para reflexionar sobre temas que tienen que ver con su quehacer profesional. Y es que lo que diferencia, entre otras cosas, a nuestro autor de otros cantantes especialmente dedicados a la canción de concierto (sin olvidar nunca su faceta como intérprete operístico) es esa vertiente que tiene de ensayista, de hombre que reflexiona por escrito sobre lo que hace, sobre el mundo que tan bien conoce. Él nos explica en el prólogo la posible razón de ese interés por escribir y también del enfoque que da a su labor como intérprete: Bostridge fue antes historiador que cantante. Sigue siendo historiador, claro, pero su acercamiento al mundo lírico fue muy distinto al habitual.
La idea general del primer ensayo (Identidades desdibujadas. El género en la interpretación), tremendamente interesante para el aficionado al lied, pero también al melómano en general, es que el autor nos quiere transmitir su idea, fundamental en su trayectoria profesional, que cantar tiene que ver mucho con actuar e interactuar. Repasando varias obras que él considera en la frontera entre la canción y la ópera, nos expresa el convencimiento de que en estas creaciones es tan importante la interpretación vocal como el gesto. Quien haya asistido a un concierto de Bostridge se dará cuenta que su manera de estar en el escenario es especial, diferente a la de la mayoría de sus compañeros. Muchas veces he pensado en un junco (dada su delgadez y su altura) cuando lo he visto cantar a Schubert o Schuman. Un junco que se mece o se estremece según sean los versos que canta. A muchos puede parecerles su interpretación exagerada, pero lo que nadie debe dudar es que es auténtica, que es sentida. En el segundo (Historias ocultas. Ventriloquía e identidad en las Chansons medécasses de Ravel) emerge su formación como historiador en el sesudo análisis de las Chansons madécasses (“Canciones de Madagascar” o “Canciones malgaches”) escritas por Maurice Ravel entre 1925 y 1926. Bostridge se adentra en la génesis de estas canciones desde el punto de vista historicista, haciendo un repaso de la historia de la isla de Madagascar y la colonización de ella por parte de Francia. Es una forma de explicarnos cómo la relación (incluso la vocalización) entre lo que se canta y la realidad es muchas veces más tortuosa de lo que a simple vista nos parece.
Para finalizar, el escritor inglés entra de pleno en el plano metafísico (¨He apuntalado estos fragmentos junto a mis ruinas”. Reflexiones sobre la muerte) con sus reflexiones sobre la muerte a través de varios “pivotes” musicales y literarios (Winterreise, Britten, John Donne y otros) que le ayudan a cruzar su particular Laguna Estigia. Bostridge vuelve a demostrar que es un ensayista de amplia cultura y ante sus escritos el lector nunca se queda indiferente. Un libro, sin duda, muy recomendable.