radigales opera pantalla 

ÓPERA Y CINE: UN AMOR DURADERO

Ópera en pantalla. Jaume Radigales e Isabel Villanueva Benito. Ed. Cátedra. Madrid, 2019.

Vaya por delante que estamos ante uno de los libros más interesantes editados sobre clásica en la primera mitad de 2019. Ópera y pantalla, sin tocar un tema novedoso en la bibliografía en español, sí que aporta un enfoque más amplio y pormenorizado de la relación entre ópera, cine y medios audiovisuales. Jaume Radigales e Isabel Villanueva Benito presentan un volumen, editado por Cátedra, que uno se figura hojeando en la mesa de novedades y llamando desde el principio la atención del posible lector. Su edición, la claridad de su índice, las atractivas fotografías que lo ilustran y una breve lectura abriendo cualquier página hace que sea de esos libros tentadores que al final uno se acaba llevando a casa.

Los autores, en la introducción, nos presentan los nexos y sinergias que existen entre ópera y artes audiovisuales, basadas en distintos conceptos que van desde la llamada “obra de arte total” preconizada por Wagner a el Star system que comparten ambas disciplinas (las estrellas, los y las divas) pasando por la puesta en escena o los sistemas de producción. Es una parte necesaria pero quizá que se ve lastrada por unas excesivas referencias bibliográficas seguramente señaladas para que nadie pueda acusarles de que han establecido una conjunción entre  pantalla y ópera sin el debido fundamento.

La primera parte “La ópera en el cine” es, sin duda, la más interesante y atractiva, aunque no sea la más original de todo el libro. La secuencia temporal adoptada me parece muy bien elegida, partiendo del cine mudo y repasando distintos aspectos de esa relación tan fructífera. Cualquiera de los capítulos merece un comentario concreto pero a mí especialmente me ha interesado el dedicado a los biopics, esas biografías fílmicas sobre todo de cantantes y que muchos artistas posteriores han indicado que les impulsaron a elegir la carrera musical. Ejemplos como El gran Caruso, a nivel internacional, o las dos versiones de la vida de Gayarre, a nivel nacional, ilustran estas influencias. También llama la atención el estudio más concreto y exhaustivo del fenómeno Carmen y su indudable influencia en el mundo fílmico y del musical de Broadway. También queda claro en esta, y en otras partes del libro, que los autores no se limitan a hacer una trabajo aséptico sino que dan sus propias opiniones, sus filias (“sabiduría cinematográfica”) y sus fobias (“amaneramiento”), a la hora, por ejemplo, de hablar de directores de cine. Un planteamiento que es de agradecer aunque el lector no esté siempre de acuerdo con lo expuesto.

La segunda parte (La ópera en las otras pantallas) es un repaso por diversos medios audiovisuales que han ido ganando, progresivamente, terreno al cine (en cuyas salas ahora podemos ver retransmisiones desde grandes teatros internacionales, como nos recuerdan Radigales y Villanueva en el capítulo 12). Partiendo de la televisión analógica se hace un repaso a diversos soportes (video, DVD, Blu-Ray) que no puede ser exhaustivo por las dimensiones del volumen pero sí que es significativo. La parte se completa con comentarios sobre los medios actuales de acercarse a la ópera, con especial atención a internet. Destacaría también el último capítulo dedicado a la ópera y la publicidad audiovisual, un acertado trabajo para mostrar cómo el marketing, a través de teatros y cantantes, se ha introducido en el universo operístico.

Una adecuada bibliografía completa este libro que satisfará plenamente a los operófilos y a los cinéfilos, y que creo que tendrá una buena acogida del público porque es ameno y a la vez instructivo.