alumnos kraus

Gandía, Orfila, Machado, Jordi... voces en el legado y el recuerdo de Alfredo Kraus

Como parte del homenaje en recuerdo del gran Alfredo Kraus, cuatro alumnos suyos que han recogido el legado de su voz, de algún modo, en las suyas, le dedican unas sentidas palabras. Podéis leer el homenaje al completo en nuestra Edición Impresa nº12.

 

ANTONIO GANDÍA

Mis maravillosos y privilegiados recuerdos.

Para mí, él siempre esta presente. Debo decir, en primer lugar, que Alfredo Kraus fue y ES todavía mi maestro, ya que sigo aprendiendo de él. Tengo unas cintas de cassette donde tengo grabadas todas las clases que tomé con él en la Escuela  Reina Sofía y muchas veces las pongo para seguir aprendiendo de él. 

Cada ópera que me piden cantar, la aprendo escuchando sus grabaciones y me transmiten la práctica y el conocimiento que me enseñó.

Era muy humilde y muy especial, ÚNICO. Lo recuerdo muchas veces cuando llegaba con su mercedes sl 450 y salía del coche. ¡Me impresionaba! De hecho, lo cierto es que le esperaba siempre fuera, en la calle, para verle llegar.  En numerosas ocasiones no terminaba de creerme que estuviese estudiando con el MAESTRO. Le encantaba enseñar, disfrutaba. He sido muy afortunado.

Nunca , nunca, olvidaré lo que aprendí del MAESTRO.

Mi Maestro y mi espejo en donde mirarme, el tenor Alfredo Kraus.

 

SIMÓN ORFILA

¿Qué decir de Alfredo Kraus que no se haya dicho ya? Maestro metódico, inteligente, serio, muy duro y exigente en sus clases. “Alla antica” como decía yo. Tuve la gran suerte de conocerle cuando yo tenía tan sólo 18 años y cantaba en el coro de la ópera de Mahón. En un homenaje al gran Didac Monjo, Alfredo Kraus vino a Menorca a cantar y le pidieron si me podía audicionar, a partir de aquí empezó una preciosa relación, no tan sólo con él, sino también con su maravillosa esposa Rosa, que me acogieron en Madrid y se preocuparon por mí al ser tan joven. 

Durante cinco años me guió tanto vocalmente como en el repertorio a elegir, esa era una de sus prioridades, elegir siempre un repertorio afín a la vocalidad y edad de cada uno. Así fue él un referente en todos los papeles que interpretó, ya que estaban cuidadosamente elegidos para su vocalidad en ese momento. Además del repertorio, también tenía una sólida técnica vocal basada en mantener siempre la voz en “maschera”, es decir, siempre alta en los resonadores faciales para que no estuviera ni engolada, ni en una posición baja que tocara la garganta y por consecuencia dañara el aparato fónico a los pocos años de cantar. Eso le permitió cantar durante 40 años siempre con una facilidad y agilidad increíbles. 

Mi relación con él empezó siendo yo muy joven, iniciando mi carrera, pero aun hoy, ya con más madurez, es increíble la de veces que me acuerdo de sus consejos, ya no sólo para el canto, sino también en la vida personal. Sabios consejos de una persona metódica y con una grandísima experiencia que le convirtieron en uno de los mejores tenores de todos los tiempos, con el que nunca dejaré de emocionarme al escucharle cantar.

 

AQUILES MACHADO

Hay personas que son pilares en nuestras vidas y a las que nunca podremos dejar de llamar maestros. Sea por lo que nos han enseñado o por cómo han marcado nuestra existencia, estos seres siempre están allí, en nuestras mentes, como faros que se mantienen atentos a cada uno de los pasos que damos, guardianes que desde la distancia nos cuidan y recuerdan lo complicado del viaje, ayudándonos a salir de los incontables baches y auxiliándonos en la importante tarea de conservar la serenidad a la hora de navegar. Pareciera que sus voces nos dicen incansables: sólo manteniendo la constancia, el esmero y el cuidado en los pasos de nuestra ruta -incluso cuando las aguas están calmadas (esta otra voz si soy yo)- es que finalmente llegaremos a Ítaca. 

El maestro Kraus para mi siempre será eso: un imponente faro que me recuerda las muchas y peculiares cosas que se aprendían en sus clases y en su entrañable compañía.  Sin pretensiones, con sencillez y con gran lucidez nos enseñó a ver el canto como un todo con la vida: Imposible ser cantante si no se es cantante las 24 horas del día. Me enseñó a vivir este oficio con dignidad y a vivirlo respetando a todos y cada uno de sus componentes: Cada criatura que habita entre los muros de un teatro es un ser mágico y maravilloso. 

Con esa poderosa herramienta que nos regala el arte (la imaginación), intento tenerlo lo más cerca que sea posible de mi conciencia, traducir toda aquella experiencia a mi humilde locura cotidiana, recordarlo más allá de lo artístico o lo musical, recordarlo incluso cuando tomo un simple plato de conejo al salmorejo, porque para mí, él también fue un irreemplazable y querido ser humano al que es imposible dejar de extrañar y al que busco incansablemente entre mis recuerdos.

 

ISMAEL JORDI

Fue un sueño cuando llegué a la Escuela Reina Sofía a hacer la audición para el ingreso en la escuela. Solamente poder ver al maestro Alfredo Kraus, hacerme una foto con él, que me firmara algún cd , o en definitiva,  poder compartir con él unos minutos, me merecía la pena todos los nervios que llevaba. Lo primero que me mandó estudiar fue el aria Una furtiva lagrima. Me tuvo con la primera frase casi tres meses; llegué incluso a odiarla. No pasaba por alto absolutamente nada, cosa que después le agradecí. Todos sabemos de la técnica de su canto impecable, de su manera de frasear, de su manera de respirar... pero yo siempre recuerdo lo que me enseñó sobre el respeto a la profesión. Teníamos conversaciones donde me explicaba la importancia del trabajo, del estudio, de los periodos de descanso vocal y de descanso personal,  de la actitud en el escenario y sobre todo fuera de él, de las buenas elecciones en el repertorio,  etc...y  en definitiva de la profesionalidad, que desgraciadamente en estos tiempos estamos un poco faltos. 

Hay una frase que él decía: “Si además tienes voz, harás carrera”. Cada día me doy más cuenta de la razón que tenía, ya que además de la voz hace falta tener otras cosas como intuición musical innata, buen oído y sobre todo tener la cabeza en su sitio.  Son momentos impagables y no puedo estar más agradecido por haber podido vivirlos. Era un maestro rígido y severo en el estudio, pero cuando terminaba la clase era una persona amable y cariñosa con todos nosotros . Todos los cantantes que hemos estudiado con él nos sentimos en la obligación de que esa escuela, esa manera de pensar y de comportarse dentro y fuera del escenario, no se pierda. Haber sido alumno de Alfredo Kraus es una responsabilidad.