Gossett young

En recuerdo a Philip Gossett

Este año 2017 ha sido nefasto para los rossinianos. Hace pocos meses falleció Alberto Zedda, el impulsor del Festival de Pesaro (1980), que ha devuelto con sus estudios, publicaciones y reinterpretaciones la vitalidad al legado del gran compositor italiano, cuyo increíble olvido, en la primera mitad del siglo XX, llegó a quedar reducida a unas maltratadas y adulteradas versiones de Il Barbiere di Siviglia. Todavía recuerdo  con horror como el centenario de Rossini (1968) pasó sin ni una nota de recuerdo a sus creaciones en el Gran Teatre del Liceu. Es cierto que este  “renacimiento rossiniano”, lo había iniciado el director orquestal Vittorio Gui, con la ayuda de la genial mezzosoprano catalana Conxita Supervia, en los años 1920-1930, pero la temprana muerte de la diva (en 1936, justo antes de la guerra civil española) dejó a medio camino la rehabilitación de la música rossinana, que tuvo que esperar a la aparición de las grandes cantantes de la postguerra europea (con Teresa Berganza en “pole position”). El resultado de la callada labor de muchos, después de 1980, ha sido espectacular. 

Pero la Parca no entiende de música y se ha llevado por delante a Alberto Zedda y, no contenta con ello, ha arrastrado al otro mundo al musicólogo norteamericano Philip Gossettt, nacido en Nueva York el 27 de septiembre de 1941 y fallecido el 13 de junio de 2017. Formado en varios centros universitarios y en la Juilliard School de su ciudad natal, nos hizo saber, tal vez intuyendo o sabiendo su próximo fin, que hacía donación, el pasado mes de enero, de su colección de más de dos mil documentos, partituras y obras musicales relativas casi todas a la ópera del siglo XIX, a la que había dedicado una atención preferente y que había vivido “en directo” en las funciones del Metropolitan de Nueva York durante muchos años. Más tarde, además de profesor de la Universdiad de Chicago y espíritu de la investigación en Pesaro, nos ha dejado dos biografías del antiguamente denostado  Donizetti, que ha participado también en los últimos años del siglo XX, de la revalorización que ha tenido, gracias a Gossett y a la “Donizetti Society” de Londres, su inmensa producción lírica, que también había casi llegado a desaparecer en  los años oscuros del período 1910-1960.

Hasta recientemente, Gossett  impartía cursos sobre temas operísticos en varias instituciones norteamericanas; uno de los últimos estuvo dedicado precisamente a la música vocal rossiniana. Por fortuna, algunos “sabios” que ya habían enterrado un tanto  prematuramente el “bel canto” han acabado perdiendo la batalla y en estos momentos la contribución de Gossett, autor de un gran número de publicaciones, programas y artículos,  ha quedado bien consolidada en nuestro mundo cultural.