Por un Liceu vivo
Víctor García de Gomar presenta su proyecto artístico para el Liceu
Ya hace tiempo que en el entorno del Liceu se percibía una necesidad de cambio. De agitar el teatro y darle un nuevo impulso. Un impulso que, tras años de dificultades económicas y propuestas relativamente estimulantes, parece llegar de la mano de Víctor García de Gomar, flamante nuevo Director Artístico del Gran Teatre del Liceu. García de Gomar reemplazará a Christina Scheppelmann a partir de la próxima temporada, trasladándose así del Palau de la Música – donde ha hecho, y así se le ha reconocido, una gestión brillante junto a Joan Oller, – al otro lado de Las Ramblas. Pocas calles, pero todo un mundo pues el Liceu es institución de características bien distintas.
Eso lo sabe bien el nuevo Director Artístico, que acaba de presentar las líneas maestras de su propuesta para los próximos cuatro años. Líneas aún poco definidas pero que muestran ya un talante claramente diferenciado. De entrada, asumirá el cargo para trabajar en equipo no sólo con Valentí Oviedo, Director General y Josep Pons, Director Musical, sino que incorpora al furero Álex Ollé, lo cual, ya de por sí, hace intuir una tendencia, en la elección y producción de propuestas escénicas, bastante distinta de la existente en los últimos años. Ollé no sólo estará presente como director escénico con cuatro producciones escénicas los próximos años, dos de ellas nuevas, sino que intervendrá y asesorará en toda la vertiente teatral.
García de Gomar ha sintetizado las bases de su proyecto en cuatro pilares. El Teatro en sí, el proyecto educativo, el público y la creación e innovación. De todos ellos, el que ha parecido más trabajado ha sido el primero, mientras que los demás se intuían apenas esbozados. Como ha hecho en el Palau, parece clara la idea de convertir el Liceu en un contenedor artístico transversal, donde dialoguen diferentes vertientes artísticas y que aglutine y estimule la vida cultural de la ciudad. El concepto expuesto parece cercano a las ideas de Gerard Mortier, tanto por las líneas programáticas, la creación de dramaturgias en la misma programación, la presencia de la creación contemporánea dentro de la programación principal (no al Liceu Off, sí al Liceu On, toda una declaración de intenciones) así como la creación de la figura del artista residente.
Entrando más en detalle, García apuesta por situar la Orquestra del Liceu en primera línea, como embajadora del Teatro, trabajando en su mejora a través de la programación de conciertos sinfónicos, como en los últimos años, y apostando también por la música de cámara. De la contratación de nuevos componentes, un tupido velo.
Se insistirá también en mantener una cierta cuota de veladas liederísticas, a pesar de la poco entusiasta respuesta del público en los últimos años y, respecto al Ballet, la intención es reforzar los espectáculos con orquesta en directo. Y del siempre soñado (pero nunca planteado de manera realista) Opera Studio, García de Gomar se limitó a mostrar buenas intenciones y a señalar, como referente ideal, el modelo del Festival de Aix-en-Provence. Otro aspecto destacable ha sido el acento que el nuevo Director ha puesto en la colaboración con los otros equipamientos musicales de Barcelona así como con los centros operísticos españoles, a través de coproducciones y coordinación de calendarios.
El resumen de la propuesta sería, como García de Gomar ha comentado, el de un Gran Teatre del Liceu vivo, experimental y en constante evolución. Un Liceu que sorprenda y que vuelva a situarse en el centro cultural de la ciudad. Esperemos que la fortuna, y sobre todo la economía, permitan la realización de un proyecto que, al menos de entrada, es indiscutiblemente seductor.