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De lo bello y lo pasional

Madrid. 29/02/2020. Auditorio Nacional. Temporada 19/20 de la Orquesta Nacional de España. Obras de Elgar y Schumann. Vilde Frang (violín). Orquesta Nacional de España. David Afkham, dirección musical.

“Aquí está encerrada el alma de.....” es una adivinanza o una pista con cinco puntos suspensivos para que podamos dar en el clavo de lo que Edward Elgar nos quiere decir con esta frase, que escribió en el manuscrito del Concierto para violín en si menor, opus 61 y que, se piensa, se refiere a una amiga del compositor: Alice Stuart Wortley, a quien Elgar la llamaba “Windflower”. No obstante, el compositor dedicó la partitura al violinista Fritz Kreisler, estrenándola en noviembre de 1910, con buena acogida tanto por el público como por la crítica de la época. Obra con guiños a Max Bruch, con un color pasional y romántico, en la partitura leemos una descripción del compositor que dice: “Aquí es donde dos almas se fusionan y se derriten la una en la otra”.

La Orquesta Nacional de España ofreció una perfecta interpretación del concierto, con Vilde Frang en la parte solista. La violinista posee un gran talento, con una magia especial en su magnetismo y expresividad, con absoluto control técnico y musicalidad exquisita. Ofreció una interpretación llena de matices y dinámicas contrastadas, con un gran abanico de colores, pasando de la exuberancia expresiva a el intimismo más dulce. En la partitura de Elgar predomina la pasión romántica junto a un ambiente victoriano, a través del cual se pueden sentir los paisajes ingleses con su poético carácter. Frang posee un sonido profundo de robusto sonido, de gran calidad, dominando las dobles cuerdas, los arpegios y escalas, que significan la base de la escritura de la parte solista de esta partitura. Por su parte, David Afkham dirigió una versión acorde con la solista; sonido robusto y equilibrado de la orquesta, musicalidad expresiva y mucha vida interior de la partitura con grandes contrastes sonoros y musicales, siempre con una dirección precisa y resolutiva.

“El tiempo apremia y la noche empieza a caer”, frase que Robert Schumann escribe en una carta a su amigo Carl Kossmaly y que siente como una premonición a principios de octubre de 1841, comenzando un periodo denominado "Década Sinfónica", en el cual Schumann compuso sus cuatro sinfonías y sus obras orquestales. La Sinfonía núm. 3 en mi bemol, apodada “Renana”, es un canto a la vida dada la situación personal del compositor, en el principio de sus alucinaciones y su depresión, creando una obra bella, de riqueza instrumental y melódica, de carácter fresco y expansivo.

La sinfonía de Schumann se interpretó en la segunda parte del concierto con una dirección de carácter bucólico, con frescura y con un ajustado carácter pastoril, allí donde la partitura lo requiere, con un sonido más lúgubre en el cuarto movimiento, por su ambiente melancólico, unificado planos sonoros de todas las secciones. David Afkham le dio el carácter necesario en cada movimiento con acentos musicales cuando lo requería el fraseo, otorgando el sentido necesario a la escritura musical de Schumann y consiguiendo al mismo tiempo un sonido más ligero en la orquesta que el construido anteriormente, en la obra de Elgar. Con sutiles toques de color en el viento y con una clara importancia de la sección de las trompas, se observó una muy buena predisposición de los músicos a las indicaciones del maestro.

Foto: Rafa Martín / OCNE.