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Raquel García-Tomás: "Mi generación ha entendido que juntos hacemos más que por separado"

La Fundación BBVA ha otorgado recientemente una de sus becas Leonardo a la compositora barcelonesa Raquel García-Tomás, quien, además, acaba de ser galardonada con el Premio Nacional de Música 2020. Una de las creadoras más jovenes, sino la que más, en recibirlo. Justo el día antes del anuncio y con motivo del estreno de su nueva ópera: Per precaució, en el Liceu, hablábamos con ella largo y tendido. Solícita y generosa, nos regala detalles sobre su obra y trayectoria, al mismo tiempo que reflexiona sobre el presente que vivimos, las nuevas generaciones de compositores, el lugar de las creadoras en la programación, o el papel del público hoy en día.

 

¿Cómo ha pasado el tiempo de confinamiento? ¿Cómo afectan estos tiempos que vivimos a su creación?

Yo siempre tiendo a verlo todo en positivo. Quiero decir, cuando nos tuvimos que confinar, decidí hacerlo en solitario, en mi estudio, para poder avanzar en mi trabajo. En ese momento ya sabes, o intuyes, que es una situación muy nueva, cargada de incertidumbre y muy difícil. Todo apuntaba a lo que tristemente estamos viviendo ahora: crisis económica, santiaria y social. Te preparas para lo peor, pero no con miedo. En cuanto al trabajo, ante la presión siempre surge ante mí una nueva Raquel: la de mantener la calma y utilizar todo mi potencial para estar bien. Paradójicamente, en estos casos de mayor dificultad acabo sacando lo mejor de mí.

El confinamiento de tres meses, una vez que me adapté a él, fue relativamente fácil, porque no era una rutina nueva para mí. Mi vida por sí misma, mi profesión, ya consiste en estar bastante confinada durante muchas horas y días. Yo ya me estaba semanas enteras sin ver a gente. Ha sido un punto de encuentro personal, valorando mucho lo que tenía. Y como no sabía hacia dónde derivaría mi vida: si dejaría de tener encargos, si mi vida cambiaría radicalmente, si quizá tenga que reinventarme dentro de unos años por la crisis en la cultura, decidí vivir el momento presente.

¿Y lo que ha venido después, el post-confinamiento?

Creo que aquí coincido con mucha gente. Quizá esta parte haya sido más complicada, porque los que vivimos bien el confinamiento, que no hemos tenido pérdidas cercanas y hemos seguido teniendo trabajo, aprendimos a valorar el silencio, el tiempo sin exigencias y, sobre todo, sin tanto cúmulo de información en la cabeza que se da en el día a día habitual. En aquel momento conseguí tener una conexión mayor conmigo misma y con mi obra.

¿Se ha reafirmado en su camino como compositora?

Sí. Había un camino que yo estaba buscando. Notaba que vivía en un bucle constante, que todo iba demasiado rápido y necesitaba este tiempo. He tenido que decir que sí a muchos encargos por dos razones: porque perder oportunidades, como compositora, da mucho miedo y segundo, porque económicamente, tal y como está el panorama, no puedes vivir de hacer sólo un encargo al año. No estoy criticando solamente el dinero que destinan las instituciones al encargo de nuevas obras, sino también los impuestos a los creadores, las cuotas de autónomos… 

¿La rutina de un encargo tras otro, a su vez, puede perjudicar a la creación?

Puede ser. Como todo. Evidentemente, para un autor la condición perfecta, quizá, sería hacer una obra al año… aunque esa no es mi situación ni la quiero en realidad, porque necesito marcha, necesito ritmo. A través de los múltiples encargos puedo desarrollar mis atributos y son nuevas oportunidades para vencer bloqueos personales, para ver cómo manejar tus propias emociones ante tus propias obras… Estos años estoy aprendiendo mucho gracias al número de encargos que estoy teniendo, pero a medio y largo plazo me planteo si es esta la vida que quiero seguir llevando.

 

"DURANTE UNA ÉPOCA SENTÍ LA COMPOSICIÓN COMO UN FRACASO EN MI VIDA"

 

¿Ha sentido en estos tiempos alguna conexión con aquel momento en que se dijo a sí misma: quiero ser compositora, quiero dedicarme a esto 100%?

(Piensa). No lo sé. Es que aquí radica el quid de la cuestión. En mi familia no hay músicos ni artistas. No tenía referencias cercanas, aquellas que te pueden marcar desde la infancia y que permanecen en tu subconsciente, generándote un sistema de creencias. Las ganas de componer, de crear, de que te escuchen, las vas desarrollando con tu trabajo… y ha llegado un punto en el que me gusta mucho. Me gusta mucho componer, cada vez más. Y es que tengo que decirle: yo comencé la carrera de composición en la ESMUC tras abandonar mi carrera como pianista por una tendinitis. Tenía un gran sentimiento de pérdida en aquel momento. Además, un año antes había dejado la carrera de Bellas Artes para prepararme bien la de piano…

Lo suyo con la composición parece una historia de amor de las que se trabajan, no un flechazo…

Empezó mal. Bueno, no empezó mal porque, es importante decirlo, desde los diez años me gustaba componer… pero también me gustaba tocar. En realidad, es un problema endémico en nuestra educación musical: tener que decidirte en exclusiva por una cosa u otra. Como comencé a conectar más rápido por el piano… me decanté por él. Es un paso por el que tenía que pasar, si lo pienso, porque no sería la compositora que soy si no hubiese sido así. En cualquier caso, cuando comencé el Superior de composición, en realidad ese era el plan B o C para mí… Desde fuera todo se veía bien: las notas, mis avances… pero dentro de mí, no tenía ningún vínculo con lo que hacía. Tenía una herida tan grande tras lo del piano, que no quería implicarme en lo que hacía. En el fondo, durante una época sentí la composición como un fracaso en mi vida. Y nunca antes había tenido una sensación así.

¡Pues este fracaso no le ha ido tan mal!

¡No! (Risas). ¡Gracias que dije adiós al piano! Realmente no era mi medio, mirándolo en perspectiva. Todo a lo que llego ahora, la trascendencia que todo tiene para mí desde la composición, no podría sentirla sólo a través del piano.

 

 

¿Toda esa conexión de la que me habla, la consiguió por fin en la composición, también a través de otros medios?

Ha ayudado a ello. Fue en cuarto curso de la carrera cuando noté el click. En aquellos momentos no creo que nadie hubiese podido afirmarlo, pero por dentro estaba totalmente bloqueada. ¿No le pasa a usted cuando escribe, que siente como si desapareciese de este mundo? Lo mismo me pasaba a mí en Bellas Artes o tocando el piano… y con la composición, desde la tendinitis, no me estaba pasando, hasta ese momento, cuando compuse Shadja, para vibráfono y marimba. Ese nivel de abstracción creo que es una capacidad que todos tenemos cuando somos niños y que la mayoría de las personas acaban perdiendo con el tiempo. Yo pude mantenerla a través del arte. Recuperar esa sensación me fue vital, porque me estaba muriendo de pena. Y esa conexión que empezó a desarrollarse me llevo a animarme a componer una ópera como proyecto final de carrera.

¡Usted ya a lo grande!

(Risas) ¡Sí! ¡Una ópera cómica precisamente! Tras ello me fui a hacer un Máster a Londres y ahí fue cuando, en esta búsqueda por la verdad, por respetarme a mí misma, me encontré. Ahí ya sí que me dije, esto es lo que quiero, y lo quiero además, porque me parece lo natural, mezclando disciplinas artísticas. Quiero tener siempre esa libertad.

Defiéndame al artista interdisciplinar.

Es que de hecho hice el Doctorado sobre creación interdisciplinar, diferenciándola detalladamente de la creación multidisciplinar en el arte. No encontré un solo autor que ahondase en ello de forma, para mí, suficiente. Basándome en otros ámbitos como la ciencia, lo multidisciplinar mezcla varias disciplinas, pero no necesariamente se trasvasan procedimientos entre ellas, lo que sí ocurre en lo interdisciplinar. Me di cuenta que yo siempre trasvasaba procedimientos… y decidí utilizar el término interdisciplinar para definir mis proyectos. Por ejemplo, con el English National Ballet hice una obra en la que el bailarín me enviaba videos con su coreografía y yo los analizaba para poder componer. Como era una película fija, puse sonido a cada uno de sus movimientos. Su proceso se transfería a mi práctica compositiva. Es un enfoque que me resulta muy estimulante.

Estimulante y tengo la impresión que también necesario para usted.

Sí, para mí sí. Y es que si no, no sé muy bien porqué hago las cosas. Quiero decir, por ejemplo, cuando he compuesto óperas, necesitaba incluso coger el micrófono para interpretarla por mí misma, a mi manera. Me montaba el teatro en mi casa para entender lo que pasaba. Conectas con el texto de una forma distinta. Es una forma de crear, la interdisciplinar, que a mí me funciona como brújula para saber por dónde continuar. 

No le voy a pedir que defina su música…

¡Porque no sabría hacerlo!

Pero, ¿se puede hablar ya de etapas en la obra de Raquel García Tomás?

¡Uf! (Piensa mucho). Etapas sí, pero no sobre estilos, sino sobre momentos vitales. Uno cuando era estudiante de la ESMUC, con algunas obras fuera de catálogo. Luego en Londres vinieron dos etapas: antes y después del Doctorado. Y al volver a Barcelona fijaría una etapa desde 2016 hasta que terminé Je suis Narcissiste. Desde entonces hasta hoy, hay otra etapa. En base a sensaciones, yo creo que para principios de 2022 ya habré terminado la presente. ¡Es sólo una sensación! Pero creo que, además, sentiré haber terminado un ciclo vital.

¿Cuál?

La de niña, adolescente y primera edad adulta. Cierro toda esa etapa y paso a un gran ciclo vital radicalmente distinto. ¡Tengo la sensación de que entraré en madurez! (Risas). Me explico: con todo el trabajo que estoy teniendo y el que esta por venir, me servirá como aprendizaje para madurar. Una vez que acabamos Je suis Narcissiste, necesité que pasaran una serie de meses para poder recuperarme. ¡Y cuidado! ¡También con el monodrama que se estrena ahora en el Liceu! Me noto al terminarlo que entro en un terreno distinto. Noto que las obras son distintas, más amalgamadas, con una profundidad diferente. 

Tanto Je suis Narcissiste, como el monodrama Per precaució… y toda su obra, en realidad, parecen muy conectadas con la actualidad. Tanto el contenido como en el continente, digamos.

Es curioso, porque no es forzada esa actualidad, aunque efectivamente está ahí. En cuanto a las óperas, me gusta hablar de cosas de ahora. Componer sobre dioses griegos, por ejemplo… (risas) si hay un encargo lo haces, pero seguramente lo acabaría vinculando con la actualidad. Me gusta que los textos hablen de cosas que yo conozco, aunque la modernidad no es un requisito imprescindible. En cuanto a la música, ni me lo planteo, porque sale lo que somos… ¡Vivimos en el siglo XXI! Desde luego, me cuestiono siempre aspectos de mi lenguaje, mi estilo… pero por ejemplo Je suis Narcissiste estaba lleno de guiños, clichés y parodias sobre música de hace dos siglos. Era más la combinación de todos los elementos, la macro-estructura o el tipo de collage que propone la obra, lo que la hace más actual. 

 

 

¿Y Per precaució, que presenta ahora en el Liceu?

No sé si es tan novedosa a nivel de sonido. El tema escogido, eso sí, es de ultra-actualidad. Tanto en el caso de Victoria, la dramaturga, como en el mío, es una situación que nosotras hemos vivido. En cuanto a la música, lo importante para mí era mostrar algo continuo, que saltase de un lugar a otro rápidamente. Hay momentos en que el paisaje de sonido que crea el arpa es más abstracto (hace incluso percusión, o con la llave de afinar hace glissandi en una de las cuerdas) y otros en los que se escuchan canciones, porque son recuerdos de la protagonista, de cuando cantaba. Es parte de la dramaturgia. De la canción al miedo, a la rabia, a la esperanza… hay mucho contraste en ese proceso. Saltar de un mundo a otro como si cambiaras de canal en la televisión. Creo que mi obra se representa más en su totalidad, estructuralmente, en lo que supone su todo, que si coges un fragmento de la misma.

¿Qué se va a ver o escuchar en Sis Solos Soles?

Son seis monodramas ordenados por momentos vitales de las protagonistas. Nosotras con Per precaució somos las últimas porque nuestra señora es la más mayor. Habla del conflicto que vive cuando se da cuenta que la quieren sacar de su casa y llevarla a una residencia de ancianos. Ella considera que es totalmente válida y quiere seguir viviendo en su casa. Lo importante aquí es la reflexión emocional que ella hace. Victoria, la libretista, me ha dado libertad para expandir su texto, originalmente en prosa, a través de mi música. Era importante para mí dar mayor profundidad a la protagonista, explotar la faceta más lírica de Dolors Aldea, quien la interpreta. Crearle más capas, con momentos de enfado y pena, pero también de liberación. Quiero decir, yo quiero ver a una señora mayor que no esté todo el rato enfadada, que es como muchas veces quieren pintárnoslas, planas y sin demasiada vida interior.

De hecho, quería preguntarle si su obra también tiene una parte de reivindicación de la mujer mayor. 

Sí, totalmente. Nuestra protagonista no quiere que la lleven a la residencia y me gustaría que se entendiese que es porque ha encontrado un sentimiento vital con ella misma, una paz interior y un bienestar consigo misma. Quizá por los primeros síntomas de una senilidad. Yo he visto cómo mis abuelas, a medida que han perdido su memoria, han conectado consigo mismas como mujeres. El conflicto cobra más fuerza si esa mujer se encuentra bien y se está redescubriendo como mujer y ser humano. ¿Por qué tantas mujeres han de esperar a los últimos momentos de su vida para liberarse? Ahí está mi reivindicación. Una mujer de esa edad también puede ser atractiva, inteligente, tener vida interior, vivir a su manera… No todas son señoras muebles, aparcadas en una silla. Lo dicen muchas actrices: cuando llegan a los 50 no les dan papales… y cuando cumplen sesenta y algo, pueden empezar a hacer de abuelas. Pero abuelas pasivas, con perfiles cliché. No son señoras de cierta edad que son inversoras, managers, artistas, activistas… ¡o lo que quieran ser! O estar en su casa, pero con mayor profundidad. Es nuestra responsabilidad cambiar la imagen que se proyecta de la mujer.

 

"ES NUESTRA RESPONSABILIDAD CAMBIAR LA IMAGEN QUE SE PROYECTA DE LA MUJER"

 

¿El arte necesita de lo social para ser arte? ¿O simplemente con ser bello es suficiente para considerarlo arte?

¡Uf! ¡Vaya pregunta! Es imposible de contestar, al menos en una entrevista. ¡Necesito otro Doctorado! No puedo contestarle aquí y ahora. Es un melón demasiado grande de cuya respuesta tampoco estoy segura ¡Siguiente! (Risas).

Hablemos entonces de la narrativa, muy presente también en su obra en general, ¿no le parece? Las composiciones de cámara, los títulos escogidos para todo su corpus…

Sí, puede ser. Aunque creo que cada obra la trabaja de una forma diferente. De hecho, cuando analizaba las ocho obras de mi tesis doctoral, hice un gráfico en el que estudiaba diferentes aspectos: con qué disciplinas colaboran, qué relación mantiene con la imagen… y qué relación mantienen con el texto. Algunas, evidentemente utilizan el texto directamente, con un guión, como la ópera disPlace, o Alice’s Adventures in Wonderland. Por otra parte había trabajos con conceptos clave, otros con textos sin sentido, como la instalación audiovisual multicanal Liquid Speeches, que tenía un lenguaje inventado, y, por supuesto, había obras sin texto. Luego, es cierto, puede haber narrativa a través de imágenes, de conceptos más ambiguos o abstractos.

Uno de sus proyectos con mucha narrativa, aparentemente, es su My Old Gramophone, del que en enero estrena una nueva entrega con Sigma Project en el CNDM.

Aquí, quizá es una narrativa más abstracta. No lo sé. Quizá sí que haya una narrativa y no lo haya pensado hasta ahora. A mí se me escapan los términos posteriores a mi propia obra. La gracia de este ciclo de obras, es que ahonda en la historia de que, cada vez más, diseñamos máquinas para que parezcan humanos. No soy la primera en fijarme en ello, obviamente. Una televisión, o un gramófono, al escuchar la voz de las personas a través de ellas, estamos humanizando esas máquinas. Esa es mi sensación, al menos. Al mismo tiempo pues, cuando escuchamos un disco, un vinilo, o una cinta de casete, cuando la máquina da error, se producen sonidos muy anti-humanos. A los humanos nunca se nos hubiese ocurrido una secuencia de fonemas seguidos, como un loop, si no hubiese sido por las máquinas. Esa cosa mecánica, por un lado, me resulta muy entrañable y al mismo tiempo, muy interesante como gesto. Me gustan mucho los loops en la música. Desde este enfoque, he ido componiendo varias obras, con distintos instrumentos en cada una de ellas. Para mí son muy divertidas de hacer. Hemos estrenado la primera y la segunda. La tercera, para clarinete, está pendiente, porque tuvo que cancelarse debido al coronavirus. Es muy probable que se estrene antes esta cuarta entrega, para cuarteto de saxofones y electrónica. Efectivamente la tocará Sigma Project en el Ciclo Series 20/21 del CNDM.

 

 

Estrenará también dentro de poco una obra para la Orquestra Simfònica de Barcelona, ¿en que consistirá?

Es una obra para orquesta y coro participativo, formado de varios coros amateurs. Inicialmente, sin pandemia, iban a ser 360 cantantes, ahora mismo no sé qué pasará. Es muy probable que sean menos y la formación de la orquesta más pequeña. El requisito para la nueva obra era que estuviese inspirada en Bach, cosa que me encantó. Un amigo filólogo, Bernat Castany, me sugirió unirlo a la obra de Walt Whitman y me pareció fantástico, porque no quería hacer algo atormentado, sino que quería empoderar a la gente a través de Bach y Whitman. Escogí unos versos de Song of Myself, sin tantos dogmas religiosos (como percibo en la obra de Bach) y con un carácter  espiritual, bajo mi punto de vista más universal… y bueno, ¡espero que guste! ¡Estoy ilusionada!

Ha estado usted nominada recientemente a los Premios Max de Teatro con Je suis narcissiste, en varias categorías. ¿Encuentra sentido a que estén nominados a Mejor composición musical para un espectáculo escénico, tanto usted que ha creado su obra de la nada, como alguien que, pongamos, pone música a Tres hermanas de Chéjov, o Celebración de Pinter?  

Ya… entiendo su pregunta. Supongo que podría haber muchas más categorías, pero como tampoco hay tantas nuevas creaciones operísticas, es el hueco que nos corresponde. Viéndolo en perspectiva y hablándolo con colegas compositores, ellos me decían: aquí lo importante no es ganar o no ganar, sino estar, entrar en “el sistema”. Para la música contemporánea es decisivo que se nos vea en otros círculos, porque da la impresión de que, desafortunadamente, siempre estamos en nuestros propios circuitos, de los que no salimos. Es positivo para todos. Para los creadores de nueva música clásica-contemporánea: recuperar la conexión con el público.

Me gustaría poner en valor la labor de Òpera de Butxaca i Nova Creació, porque siempre se habla del Teatre Lliure, el Español, el Teatro Real, el Liceu, como si fueran los responsables de sus óperas…

Para mí, a día de hoy, ha sido durante 25 años o más, el verdadero motor de creación operística en Cataluña. Puede que haya habido encargos de óperas por otros teatros, claro, y es fantástico, pero la constancia y la continuidad ha sido suya. Todas las óperas que he hecho, a excepción de mi proyecto final de carrera, que fue auto-producida con la ayuda de muchos compañeros y amigos, todas han sido posibles gracias a Òpera de Butxaca. Todas. Absolutamente. Si no existiera Òpera de Butxaca, si es que yo tengo algún tipo de talento en el terreno de la ópera, se habría perdido. Y como el mío, el de muchos: Agustí Charles, Joan Magrané… No es fácil hacer ópera y hay muchas maneras de producirla. En el caso de Òpera de Butxaca suelen buscar muchos colaboradores para encontrar la ayuda necesaria para llevarlas a cabo. Esta labor raramente la hacen los teatros, a no ser que ya seas una gran figura. Yo les debo mi carrera operística a ellos, y posteriormente, a los teatros que han creído en mí. Lo que está claro es que los grandes teatros no sabrían quién soy sin las oportunidades que ha generado Òpera de Butxaca.

 

"LAS GENERACIONES ANTERIORES DE COMPOSITORES HAN GENERADO UNA SITUACIÓN QUE HA TERMINADO POR CONSEGUIR QUE EL PÚBLICO NO CONFÍE EN SÍ MISMO"

 

Tengo que hacerle una pregunta: como mujer, y por supuesto no lo pregunto porque su obra no lo valga, que lo vale muchísimo, ¿ha sentido en alguna ocasión que le programen por cumplir con la cuota de algún gestor?

(Piensa) A ver… primero de todo: en cuanto a compositoras vivas y más de mi generación, aunque estadísticamente somos menos, yo nunca he sentido discriminación directa. Ahora bien, que las mujeres sufrimos un peso social que provoca que tengamos menos oportunidades, o que simplemente no nos proyectemos llegando a según que sitios porque no ha habido otras mujeres que aparentemente lo hayan conseguido, o que tengamos que sufrir constantemente mansplaining o paternalismos de todo tipo… eso también es verdad.

¿Si he sentido estar cumpliendo con una cuota? Yo, afortunadamente, cuando tengo dudas, o cuando alguien me lo vende, porque hay quien te dice: “Ya les he dicho que te llamen, porque alguna mujer tenemos que tener”… cuando eso pasa, yo recuerdo mis inicios profesionales, cuando ya tenía trabajo equivalente al de mis colegas hombres. Siempre intento volver a recordar cuando no se hablaba tanto de cuotas y comprobar cuánto trabajaba ya. Y por favor: si alguien quiere llamarme por cumplir con una cuota, ¡que no me llame! ¡Que no me llame a mí! Eso devalúa mi trabajo. Agradezco que haya criterios de género, porque si no, al final, la tendencia es irse a los señores, pero para las compositoras no es agradable que nos insinúen que nos encargan una obra por ser mujeres. No es justo usar el paternalismo y apropiarse de las políticas que buscan la igualdad para acabar devaluando nuestro trabajo.s…

Mientras el tejido de la clásica esté sostenido por el heteropatriarcado o acólitos, seguirán haciendo falta cuotas… ¿no le parece? 

¿Usted cree que está sostenido por el heteropatriarcado? No lo sé… sí, quizá sí. La verdad es que ni me fijo en ello. Las cuotas son un arma de doble filo. En el momento en que empiezan a utilizarse para dar siempre visibilidad a las mismas compositoras, o bien nos lo dicen como si nos estuvieran haciendo un favor, o haciéndonos ver que tenemos una ventaja… no me interesan. Van en contra de nosotras. Tendría que ser algo natural, que si te das cuenta que no has programado a alguna mujer, te plantees por qué y recurras a ellas también. Tenemos que hacer el esfuerzo de visibilizar a la mujer ya desde nosotros. Tendría que haber, por ejemplo, una recuperación activa del fantástico repertorio escrito por mujeres que hay desde hace siglos, de hecho hay una musicóloga, Sakira Ventura, que está desarrollando esa labor en profundidad. Yo humildemente, estoy haciendo, de hecho, una playlist para Platea Magazine que me han encargado, donde hay nombres como Beach, Boulanger… que no tienen nada que envidiar al repertorio habitual. Se lo merecen. Ellas también estaban creando obras de grandísima calidad. Es algo que ya favorecería que el imaginario hombre-mujer se equiparara.  

Parece complicado cuando el grueso de la sociedad se sigue amparando en un perfil que no hace por ver la igualdad entre hombres y mujeres.

Sí, es que en muchas ocasiones nos ponemos a hablar de la música y la clásica como si fuese una isla aislada del resto… y en realidad formamos parte de una sociedad. En cualquier caso, resalto que a nivel personal no he sido consciente de machismo o discriminación de género hacia mi persona. Es algo que hay que recalcar porque me da esperanzas. No obstante, esta afirmación no tiene carácter absoluto, ya que tengo compañeras compositoras, intérpretes y directoras que te dirían lo contrario. 

¿Cree que el público de ahora recibe mejor, o esta más abierto a la contemporánea de ahora, valga la redundancia, que a la música de los sesenta o setenta?

Es que ahora mismo estamos en un momento de cambio. No se pueden sacar conclusiones. 

¿De dónde hacia dónde?

No me gusta dar la impresión de que la cultura se esté yendo al foso, así que le diré que tengo la sensación de que, a veces, hay muchos conciertos de música nueva a la que viene mucho público que, incluso siendo menos entendido, la disfruta más. Conectan más… Y según le digo esto, dudo de ello. No lo termino de tener claro, pero yo quiero pensar que sí, que esto que le digo es así. Para bien o para mal, en España hay una gran masa, y quizá sea creciente, de no melómanos. Seguramente les es tan difícil escuchar una sinfonía de Mahler o Bruckner, como una obra de nueva creación. Es tan complejo, que quien no es melómano o no está acostumbrado a la clásica, tiene difícil conectar con compositores de hace un siglo. Hay barrios o ciudades, pensémoslo, donde no tienen acceso a la clásica de ninguna manera. Por eso están en el mismo punto cuando se sientan a escuchar una obra nueva. ¡Qué no nos sorprenda tanto que la gente del siglo XXI entienda o disfrute más y mejor de lo que está compuesto en el siglo XXI!

 

"¡QUÉ NO NOS SORPRENDA QUE LA GENTE DEL SIGLO XXI DISFRUTE MÁS DE LO QUE ESTÁ COMPUESTO EN EL SIGLO XXI!"

 

Y luego está quien sí ha tenido acceso a toda la clásica, o parte de ella y parece llevar un prejuicio… 

Luego están, efectivamente, quienes ya conocen la música de siglos anteriores, tienen una idea en la cabeza de lo que debe ser para ellos la música, pero, aún así, la contemporánea podría sorprenderles. La mezcla del público de hoy en día es muy heterogénea. Mucho. Así que no sé decirle, en realidad, hacia dónde vamos, pero sí que hay una voluntad, al menos por mi parte, de que la música de ahora llegue, conecte con el público. Es algo que me gusta y que me interesa conseguir. Y eso no quiere decir caer en la simplicidad. El público es exigente y sensible. Se ha de renovar el público de hoy en día sí o sí. Y aquí me pongo tajante. Los teatros han de arriesgarse, han de buscar nuevas propuestas. A veces, parece que los teatros nunca apuestan al 100% por la financiación de una ópera nueva. Y esto es así. No lo critico. Es un hecho. Comprendo sus riesgos, pero insisto: hay muchas formas de llevar la nueva creación a los escenarios… si los teatros lo fomentaran, se estaría creando patrimonio y además, sería fruto de nuestro tiempo. 

¿Cuál sería el primer prejuicio a batir, de cara al público, en la nueva creación? 

Bueno, yo creo que uno de los mayores prejuicios o miedos es el “no lo voy a entender”. Y como no lo voy a entender, me voy a aburrir. Creo que el público, y los creadores también, tenemos que confiar en ellos, en el público.

¿Quizá subestimamos al público?

Quizá sí. Y quizá también haya quien subestime a los creadores. Quien piense que lo que hacemos es una basura. Lo que creo es que todos debemos ir con mayor curiosidad. Soy consciente de que no todo lo que estrenamos es fantástico y que no pasará a la historia. Los creadores tenemos el derecho de cometer errores. Se trata de ir con una actitud abierta, interesados por lo que nos encontramos. Y al público le diría que no se subestime, que estén predispuestos. Quizá haya sido cosa de las generaciones anteriores de compositores el generar una situació que haya terminado por conseguir que el público no confíe en sí mismo. Un gran error en mi opinión.

Creo que hay una muy interesante y muy potente nueva generación de compositores hoy en día en nuestro país… entre los cuales la incluyo. ¿Se distingue en algo esta generación de aquella que trajo la “vanguardia” musical a España?

Sí (decidida). Sí. Sin entrar en nombres porque no sé la realidad de cada uno e individualmente habrán tenido sus circunstancias, pero en nuestra generación, que ya no somos los más jóvenes realmente, hay un hecho fundamental: el uso de Internet. Los compositores lo hemos explotado y hemos logrado que una generación conecte entre sí. Nos seguimos yendo fuera a formarnos, pero ahora no nos vamos como antes, que se iban completamente solos y de forma aislada. Incluso conocían a pocos músicos e intérpretes. El modelo académico de algunas escuelas superiores como la ESMUC y las redes sociales han sido decisivos para las generaciones de ahora. También los caracteres de la juventud y sus paradigmas han cambiado, claro y como resultado somos una generación en la que hay mucha solidaridad y respeto, teniendo cada uno nuestro propio lenguaje. Ya no importa tanto a qué escuela pertenecemos, sino que tenemos nuestra propia sensibilidad y sentimos que podemos desarrollarla libremente. Yo no me identifico con la música de ninguno de mis colegas, pero sé que, siendo muy distinta a ellos, me valoran de igual manera que yo a ellos. Está por encima el respeto y el compañerismo. Me han influenciado mucho más ellos en el desarrollo de mi carrera que los compositores de aquellas generaciones que menciona usted. Si hubiese comenzado mi carrera en un terreno hostil, me hubiera costado mucho llevarla a cabo. Creo que mi generación ha entendido que juntos hacemos más que por separado.

¡Algo bueno tenía que tener Internet!

¡Y la precariedad y la crisis! Hemos salido con un nivel de resiliencia muy alto. (Risas)

 

 

Foto: Raquel García-Tomás.