Daniela Dessi mosaico

Simplemente Daniela

El pasado mes de febrero tuve el triste honor de firmar una de las últimas entrevistas -si no la última en profundidad- concedidas por la soprano italiana Daniela Dessì, fallecida antes de ayer víctima de un cáncer fulminante, detectado apenas hace unas semanas. Artista de raza, sumamente carismática y genuinamente italiana, fue sin la menor duda una de las sopranos de referencia de las dos últimas décadas. Por acentos, por temperamento y asimismo por el color de su voz y por su desenvoltura escénica, Daniela Dessì se situó en la estela de toda una tradición de sopranos italianas -de Renata Tebaldi a Mirella Freni- de la que ella fue prácticamente el último y exiguo epígono. 

Nacida en 1957 en Génova, Daniela Dessí saltó a los escenarios a partir de 1980, cuando se proclamó vencedora en el Concurso Internacional de la RAI, debutando en Savona con La serva padrona de Pergolesi. Se había formado en el Conservatorio de Parma y en la Accademia Chigiana de Siena. Su trayectoria se consolidó aproximadamente un lustro después, a partir de 1985, pero sería durante la década de los noventa cuando su nombre saltaría definitivamente a la primera plana, alcanzado los escenarios de Nueva York, Chicago, San Francisco, Viena, Salzburgo, Londres, Milán, etc. Su presencia en España fue también relativamente habitual, sobre todo durante la primera década del presente siglo, actuando a menudo en el Teatro Real de Madrid -Madama Butterfly, Tosca y Maddalena en Andrea Chénier-, en el Liceo de Barcelona -Maria Stuarda, Desdemona en Otello, Maddalena en Andrea Chénier, Madama Butterfly, Manon Lescaut, Tosca, Aida y Adriana Lecouvreur-, en el Teatro de la Maestranza de Sevilla -Minnie en La fanciulla del West, Liù en Turandot- y la temporada de ABAO -Maddalena en Andrea Chénier Tosca-.

Dotada de un instrumento amplio y esmaltado, con un cuerpo y un color reconocibles, seductora y magnética en escena, poseía ese arrebato genuino que eleva la temperatura de un teatro cuando una solista como ella abre la boca. Su repertorio cubría un amplio espectro, desde Mozart -¡qué Fiordiligi!- y otros papeles del Settecento hasta el verismo de Giordano -¡qué Fedora!-, Cilea y compañía, pasando por descontado por Verdi y Puccini, que fueron de hecho los dos pilares de su agenda, con creaciones tan genuinas como su Tosca, su Butterfly, su Minnie, su Desdemona o su Elisabetta di Valois. Como curiosidad, llegó a cantar incluso la Polina de El jugador de Prokòfiev. 

El pasado mes de febrero protagonizó sus últimas funciones en escena, precisamente en un teatro español, en el Pérez Galdos de Las Palmas, dentro de la temporada lírica impulsada por la asociación de amigos de la ópera de esta localidad, dando voz a la Maddalena di Coigny en Andrea Chénier.  Estaba previsto que actuase de nuevo en su ciudad natal, en Génova, en la temporada 2016/2017, retomando el papel de Elisabetta en el Don Carlo de Verdi. Y como apuntaba en la entrevista que mantuvimos, estaba preparando su debut con la Medea de Cherubini. Sin embargo a comienzos de julio anunció en sus redes sociales que debía ausentarse temporalmente de los escenarios a causa de su salud. Tras pelear estas semanas contra un fulminante cáncer de colon, Daniela Dessì fallecía el pasado sábado en un hospital de Brescia. Desde el año 2000, el tenor italiano Fabio Armiliato había sido su compañero de vida y también su habitual partenaire en escena. Es imposible hacerse cargo de lo que la ausencia de su esposa y compañera profesional puede suponer para él. Sirva este texto como humilde y sentido homenaje a una artista auténtica, generosa y distinguida.