je suis narcissiste 

Je suis musique!

Barcelona. 13/04/2019. Festival d’òpera de butxaca. Raquel García-Tomás: Je suis narcissiste. Libreto: Helena Tornero: Clotilde: Elena Copons, Giovanni: Toni Marsol. Mujeres: María Hinojosa. Hombres: Joan Ribalta. Dir. de escena: Marta Pazos. Dir. musical: Vinicius Kattah. Escenografía: Fernando Ribeiro. Diseño de luces: Nuno Meira. Coreografía: Amaya Galeote. Sonido: Sixto Cámara. 

Guinda acústica o brillante colofón la de la celebración del 25º aniversario del Festival Òpera de Butxaca i Nova Creació con el estreno en Barcelona de la ópera de Raquel García-Tomás (Barcelona, 1984): Je suis narcissiste. Enmarcada dentro de unas interesantísimas Jornadas profesionales sobre la presencia femenina en la creación y dirección en las artes escénicas: “Òpera & Dona”, este proyecto, ideado, escrito, compuesto y con la dirección escénica de tres mujeres, ha supuesto un pequeño gran hito en la historia del Festival y en la confirmación de que en la lírica contemporánea catalana las nuevas generaciones tienen mucho que decir. 

Estrenada mundialmente en el Teatro Español de Madrid el 7 de marzo pasado, con cuatro funciones en sold out, esta ópera con una duración de poco más de ochenta minutos sin interrupción, es una coproducción de Òpera de Butxaca i Nova Creació, Teatre Lliure, Teatro Español y el Teatro Real de Madrid (con su estreno enmarcado dentro de su programación general de la temporada 2018-19). La primera sorpresa para los que conocían poco el universo sonoro de García-Tomás es su libertad compositiva, que mezcla efectos electroacústicos, juegos de micro y su experimentación sonora, un eclecticismo desacomplejado y una inquieta búsqueda de los colores y las texturas desde una orquestación fluída, serpenteante y aquí con guiños cómicos a Chopin, Wagner o Puccini. 

Con una excelente prestación desde el podio del director brasileño Vinicius Kattah, al frente de una quincena de músicos de la Orquestra Camera Musicae, esta ópera bufa del siglo XXI, explota los recursos de un libreto agudo y lleno de humor negro por parte de la dramaturga Helena Tornero. La libretista titula la historia con un juego de palabras que hace referencia eslógan del Je suis, usado hasta la saciedad de manera mediática desde el original Je suis Charly, creado a causa de los atentados de París contra el semanario satírico Charly Hebdo. Este Je suis narcissite aprovecha el espíritu del uso ombliguista y multireferencial de las redes sociales y la sobrexposición personal a nivel mediático, como crítica reflexiva a una sociedad superficial que es capaz de hacerse un selfie mientras detrás se quema la catedral de Notre Dame. La historia de una gestora cultural a la que se le ha muerto el gato y acude a la consulta de un psiquiatra en pleno ataque de ansiedad, lleva al espectador a una historia con toques de surrealismo vital en modo flashback

La producción, construida desde la hilarante y esteticista puesta en escena de Marta Pazos fue hipnótica y sugestiva. El uso del color con inspiración a las viñetas de Moebius, referente confeso de Pazos, la ausencia de humanidad en la caracterización de los cuatro personajes, todos con piel de color azul, naranja y rosa, convierte a los protagonistas en una especie de puppets de cómic, que rayando lo grotesco, rebosan conflictos demasiado humanos: pérdida, decepción, frustración, deseo, complejos…Con una atractiva escenografía de Fernando Ribeiro, que juega con el reflejo y los plateados, incidiendo en el efecto espejo y sus referencias narcisistas y una iluminación de Nuno Meira, teatral y que juega con las referencias al cine de Almodóvar o al manga japonés. La conjunción del éxito de esta propuesta afloró desde el llamativo vestuario y caracterización de Pier Paolo Álvaro, pasando por el soberbio trabajo de maquillaje de Txus González o la coreografía del movimiento de Amaya Galeote, hilarante en momentos como los del entierro o el trance gurú.

A destacar el trabajo de sonido por el ingeniero Sixto Cámara, pues la ópera se canta microfonada  rompiendo uno de las características esenciales del canto lírico. García-Tomás a preferido traspasar esta especie de tabú incidiendo en los efectos y equilibrio de sonido de una partitura que busca y juega constantemente con la voz, intercalando el habla, el canto, el uso de un estilo de musical, el jazz…Una exploración del género operístico que combina lo electrónico, propio de una sociedad multidisciplinar y tecnificada y el uso natural y espontáneo del canto. ¿Se puede musicar un momento GIF?, ¿puede la ópera sonorizar un delirio otaku de una youtuber?, la respuesta práctica sería: Je suis narcissiste. En esta ópera, escrita y cantada en castellano, estallan momentos de desopilante comicidad, la fidelidad a la esencia de la ópera bufa no se pierde nunca, que consiguen la complicidad del espectador desde los inicios de la obra.

Impagables las prestaciones y empatía que crean los cuatro solistas: la soprano Elena Copons, quien se destapa como una sorprendente protagonista cómica, lejos de sus registros más conocidos, dejando en la memoria fogonazos de chica Almodóvar con su bolso/teléfono colgando, con un canto siempre limpio y pulido y una complicidad teatral total con sus compañeros. La soprano María Hinojosa demostró una vez más su soberbia capacidad vocal camaleónica, con un canto lleno de matices y una caracterización que van desde una Sailor Moon distópica a la de una enfermera años 50 sensual y picante. El barítono Toni Marsol desbordó teatralidad gracias a su don escénico y un trabajo vocal siempre impecable, medido y sonoro. Por último el tenor Joan Ribalta aportó, sobretodo como impagable ascensorista, la medida justa entre musicalidad y naturalidad escénica.

El trabajo desde el podio de Vinicius Kattah, quién actuó como un personaje más vestido de blanco y maquillado, tuvo la gracilidad de hilvanar la imaginativa partitura, con un resultado lleno de viveza sonora. Un trabajo de conjunto vital que contagia entusiasmo gracias al talento de un equipo liderado por tres mujeres, una hecho sorprendente todavía en pleno siglo XXI. Un dato: en los 172 años desde la inauguración del Liceu de Barcelona, solo una ópera de una compositora femenina se ha podido ver en el icónico teatro de la Ramblas. Fue en 1974 con la ópera Vinatea de la compositora valenciana Matilde Salvador.

Compositoras como Raquel García Tomás y equipos como el de la libretista Helena Tornero y la directora de escena Marta Pazos demuestran que propuestas inquietas y de calidad como la aquí ofrecida por Òpera de Butxaca, merecen su sitio también en un escenario de teatro de ópera grande como el Liceu, el Teatro Real de Madrid o el Palau de Les Arts de Valencia. Hay que apostar por las nuevas generaciones gestadas y formadas aquí para abrir la brecha patriarcal y todavía pesante, de una tradición lírica que en España necesita renovarse y demostrar porqué está más viva que nunca.