solaun domingo

ARTISTA DE LA SEMANA: JOSU DE SOLAUN

Con el fin de potenciar y dar mayor visibilidad a las citas musicales que van teniendo lugar en nuestro país, así como a los artistas que participan en ellas, presentamos nuestra sección ARTISTA DE LA SEMANA, para abrir cada día con música, alcanzando ya su segunda edición en la temporada 2021-2022. De nuevo, cada selección es un auténtico privilegio, pues estará escogida, día a día durante toda una semana, por grandes nombres de la clásica de nuestro país, o de gran cercanía a él. 

El pianista valenciano Josu de Solaun es uno de los pianistas más reputados de nuestro país, habiendo resultado ganador de certámenes como  el XIII Concurso Internacional de Piano George Enescu, el Primer Premio en el I Concurso Internacional de Piano de la Unión Europea celebrado en Praga, y el Primer Gran Premio en el XV Concurso Internacional de Piano José Iturbi. Ciudadano español y estadounidense, obtuvo su doctorado en la Manhattan School of Music, con maestros como Nina Svetlanova y Horacio Gutiérrez. Solaun ha desplegado su pianismo por salas internacionales como el Carnegie Hall y el Kennedy Center, el Southbank de Londres, el Auditorio Nacional de Madrid, la Salle Cortot de París, el Teatro La Fenice de Venecia o la Academia de España en Roma, entre muchos otros escenarios.

Esta semana tocará por primera vez junto a la Orquesta de Extremadura y la batuta de Andrés Salado, con el Segundo concierto para piano de Rachmaninov, en un programa que será completado con la Quinta sinfonía de Tchaikovsky. En la siguiente temporada regresará para hacer lo propio con el Tercero, pero antes, en la que nos ocupa, visitará Alicante para tocar música de cámara (Schubert y Schumann) junto al violonchelista Adolfo Gutiérrez Arenas, así como con el violinista Jesús Reina en Santander. A piano solo actuará en Granada y con la Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria ofrecerá el Concierto en sol mayor de Ravel. Además, visitará frecuentemente Rumanía, país al que se encuentra musicalmente muy vinculado, al mismo tiempo que Portugal, Italia y Francia.

Entre su sugerente y amplia discografía, se encuentra la obra completa para piano solo de Enescu, así como parte de su música de cámara, para el sello Naxos, o dos álbumes grabados para IBS Classical. Disgressions, con músicas de Schumann y Brahms, así como PanDEMiCity, una serie de improvisaciones libres del propio De Solaun, a raíz de la pandemia que estamos aún sufriendo. Asimismo, en Audite y junto a la violinista Franziska Pietsch ha grabado sonatas para violín y piano de Fauré, Debussy, Shostakovicho Richard Strauss, entre otros.

Su selección musical (comentarios del propio Josu): 

Domingo 10 de abril. Maria Tănase: Blestem - Cine iubește și lasă.
Maria Tănase (1913 - 1963) es quizás a Rumanía lo que Edith Piaf es a Francia. Un icono cultural. La voz de un pueblo entero. Yo la descubrí, embrujado y seducido por las montañas, ríos y planetas de su voz, en una de mis múltiples incursiones en ese país maravilloso flanqueado por los Montes Cárpatos. Como en Diego del Gastor, uno encuentra en ella, la esencia de lo popular - la música de la tierra, telúrica y vibrante. Una enciclopedia de cómo frasear y crear un clima, una temperatura, una atmósfera con tan sólo hilvanar dos o tres sonidos... Maria te transporta en seguida... Cantante, actriz - su música varió desde la música tradicional rumana hasta el romance, el tango, la chanson y la opereta. En su carrera de casi tres décadas, se convirtió en la diva nacional de la música tradicional de Rumanía, siendo admirada por su originalidad, voz, belleza física y carisma. En, 1937, con tan sólo 24 años, entró un frío día de invierno en un estudio de Bucarest para grabar, para el sello Columbia, algunas canciones tradicionales que habían sido recopiladas por los conocidos etnomusicólogos Constantin Brăiloiu (1893 - 1958) y Harry Brauner (1908 - 1988). Entre ella estaba esta impresionante y alucinatoria Blestem - Cine iubește și lasă (Maldición - Quien ama y luego se marcha). Esta canción tradicional es lo que los etnomusicólogos llaman un "cântec de jale”, una canción de tristeza, un lamento. En realidad, es una especie de ancestral, oracular maldición para “los que aman y luego se van... los que abandonan, los que se rinden, los que engañan, los que hieren...” Una música especial para ellos y ellas. La maldición del amor que ama y se va fue, de hecho, recopilada en 1929 por Harry Brauner, de una tal Lelea Hirea, una viuda del pueblo de Drăguș, en el bello condado de Brașov. Maria Tănase escuchó esta canción ya de muy pequeña por primera vez en la casa de Brauner, quien había descubierto el talento de la joven cantante. Y, amando esta canción, Maria comenzará a cantarla con mucha frecuencia. Al escucharla, Harry Brauner trabajó en la canción para hacer una transcripción que hiciera resaltar la voz de Maria. Esta maldición para el amante que abandona a su amada tiene el embrujo de lo antiguo en todas sus dimensiones... No hay nada igual en todo el universo de la música.

Sábado 09 de abril. John Coltrane: Someday My Prince Will Come.
En mis recomendaciones no podía faltar alguna referencia al jazz, una música que me ha marcado desde muy pequeño y que amo con verdadera pasión. En 1937, el compositor estadounidense Frank Churchill (1901 - 1941) componía la canción Someday My Prince Will Come (Algún día mi príncipe vendrá”) para la película de Walt Disney “Blancanieves y los Siete Enanitos” que todos hemos visto de pequeños. Muy pronto la canción se unió al Gran cancionero americano, el llamado Great American Songbook, ese tácito canon de maravillosas canciones que engloba las más conocidas composiciones de la cultura popular de los Estados Unidos del s. XX, la mayoría de las cuales fueron escritas por el grupo de compositores del barrio llamado Tin Pan Alley para Broadway y Hollywood entre los años 1920 y 196o - un verdadero cancionero nacional. Como es bien sabido, muchos de los temas del Great American Songbook se han convertido en después en estándares de jazz y este es el caso de Someday My Prince Will Come. Pero es que además, en este caso, la canción quedó inmortalizada en el álbum de Miles Davis de 1961 cuyo título es el mismo que el de la mencionada canción. Sería la última vez que Miles Davis y John Coltrane tocaran juntos. Y es que John Coltrane es uno de mis ídolos. Su solo en este tema es de los que definen lo legendario - dos coros en los que transmite la quintaesencia de su épico, trascendental y genial arte improvisatorio. Se puede escuchar claramente la pasión acumulada y la energía de la cultura musical popular estadounidense a través de estos breves minutos de gran arte improvisado transmitido por el infinito talento de este mítico músico al que sólo puedo escuchar como uno mira al sol. En un intento de canalizar la pasión a través del virtuosismo, Coltrane se lanza al vacío como un torrente improvisatorio lleno de invención, ingenio, pasión, lirismo, fantasía, imaginación, audacia y honestidad. Todo empieza en ese mágico minuto 5:51 y lo demás es historia. La vida, sin Coltrane, sería un error...

Viernes 08 de abril. Diego del Gastor: Bulerías. Por Maryla Jones. 
Si hay en la faz de la tierra un “hacer-música” no basado en la rapidez en abstracto, en la brillantez superficial, en la ciega sumisión a las exigencias del mercado, sino un arte musical sostenido en algo puramente auténtico, franco, sencillo, primitivo, tosco - en el mejor sentido de esa palabra - que expresa hondura y espontaneidad, verdad y belleza sin concesiones, es el arte del guitarrista flamenco gitano Diego Amaya Flores (1908 - 1973), conocido como Diego del Gastor. Nada de tonta velocidad ni lucimiento personal, ni ninguna concesión a lo comercial, sino lo “jondo” por los cuatro costados. Un testimonio vibrante de la esencia de la cultura oral en música, de la verdadera improvisación, de la mezcla que es España y su música. Como un poeta de sonidos laberínticos, Diego del Gastor teje las redes de sus improvisaciones como una persistente araña creadora. Verlo tocar y escuchar sus poemas sonoros es volver a ser niño, es aprender a nunca perder de vista lo esencial... Me imagino a Beethoven tocando el piano exactamente como Diego del Gastor tocaba la guitarra flamenca, con ese halo de lo grande y perdurable que no es posible explicar nunca... Aquí le escuchamos improvisando, a principios de los 70, tocando por bulerías, creando con paciencia y sabiduría un verdadero compendio de todas aquellas cualidades inefables que definen el verdadero arte de la música. Un músico modélico, rapsoda y aedo a la vez, poeta y danzarín, tigre y paloma, siempre “en duelo de mordiscos y azucenas...” con su guitarra eterna...". ¡Feliz escucha!

Jueves 07 de abril. La Monte Young: The Well-Tuned Piano.
En 1964, un joven de 29 años comenzaba lo que él llamaba una “composición permutante” de temas e improvisaciones para piano solo, pensados para un piano afinado con temperamento justo (en castellano afinación temperada o templada). La tituló “The Well-Tuned Piano” (“El Piano Bien Afinado”), en clara alusión al El clave bien temperado de Bach. Pronto, el joven pionero, La Monte Young, se convertiría en el líder indiscutible del mal llamado minimalismo musical. Hoy tiene 87 años y sigue buscando... Sus obras me han hecho replantearme muchas veces lo que es la música... “The Well-Tuned Piano”, en su versión de 1981, dura unas cinco horas y la primera vez que la escuché, absolutamente hechizado, fue gracias a mi profesor de Contrapunto y de Historia de la música en Nueva York, Peter Andreacchi - un músico maravilloso. Es música hipnótica, fuertemente influenciada tanto por conceptos de la matemática y de la acústica como por la práctica de la música clásica indostaní - del norte de la India. Young nunca ha considerado la composición o interpretación "terminada", y ha realizado “encarnaciones” - como él las llama, no versiones - de la misma varias veces desde 1964. Creo que The Guardian una vez incluso la describió como "uno de los grandes logros de la música del siglo XX”. Este tipo de música ciertamente no es para todos; sin embargo, a mí me parece que contiene misterios importantes a tener en cuenta como músico, sobre todo respecto a lo que significan el sonido y la escucha...

La obra comenzó en 1964 como una improvisación, siguiendo unas estructuras escritas, evolucionando y cambiando constantemente durante las próximas décadas. Algunas partes de la pieza se remontan a cuando Young improvisaba en el piano de su abuela cuando era un adolescente. Sus estudios de diversos compositores influyeron también en numerosos pasajes de la obra, incluidos algunos trozos que contienen títulos explícitos como Homenaje a Brahms u Homenaje a Debussy. Su amplio conocimiento multicultural jugó también un papel importante en la gestación de la obra. El sistema de afinación justa lo ayudó a acceder a una serie de registros expresivos asociados a "los modos de sistemas clásicos tan antiguos como las músicas de Grecia, Persia, el subcontinente indio y el Lejano Oriente", ofreciéndole "un universo infinito de posibilidades”, creando una especie de “nubes ancestrales” de sonido que flotan sobre el piano. Este es quizás el aspecto más misterioso y que más me afecta emocionalmente de la escucha de The Well-Tuned Piano: cuando Young consigue que las notas se unan en una especie de torbellinos acústicos, emergen así sonidos fascinantemente extraños que crean las más asombrosas e inusitadas ilusiones auditivas. A veces Young parece estar cantando, o a veces parecen escucharse campanas, sirenas o incluso máquinas extrañas...

Es posible escuchar esta música mágica como algo repetitivo que borra el concepto de tiempo; o como una narrativa musical en la que diferentes ideas emergen, se disipan y regresan en ciclos progresivos; o también como un tipo de música inclasificable que se siente estática y en movimiento al mismo tiempo. Música verdaderamente enigmática, cuya estela ha anidado para siempre en mi alma musical...". Escúchala aquí: https://www.youtube.com/watch?v=VXxZCSAWUP8

Miércoles 06 de abril. Chopin: Mazurka, op.59-1. Por Maryla Jones. 
Entre los años 1946 y 1950, una pianista judío-polaca prácticamente desconocida, Maryla Jonas (1911 - 1959), grababa una colección de 18 de las Mazurkas de Chopin en Nueva York. Tenía 35 años, había logrado escapar de los Nazis y había sido recientemente descubierta por Arthur Rubinstein en Brasil, donde se escondía, habiendo abandonado el piano ... Su carrera concertística internacional no duró ni diez escasos años, por vicisitudes de la vida: enfermedades, tragedias familiares - los nazis asesinaron a sus padres, marido y hermanos... Qué decir... Yo, personalmente, nunca he escuchado algo igual. Si hoy pudiéramos escuchar a Chopin, creo que quizás sonaría así... Estoy casi seguro. O si no, daría igual, porque lo que consiguió esta pianista en esos breves años de su vida, en esas tardes solitarias de frío estudio de grabación en el todavía más frío invierno neoyorquino, desborda el ámbito de la palabra. No conozco una sola pianista de mayor hondura expresiva y afinidad con el espíritu de Chopin que esta mujer. Me recuerda a aquello que decía Oscar Wilde: “Tras tocar Chopin, siento como si hubiera estado llorando por pecados que nunca cometí y lamentando tragedias que no eran mías.” Así es exactamente como uno se siente tras escuchar a Maryla Jonas, transportado a la esencia poética de la nostalgia y el anhelo hechos música. Maryla Jonasówvna (pronunciado Yonasuvna), había nacido en Varsovia y había estudiado con los pianistas polacos Paderewski y Turczyński. Su intención de ser concertista de piano se vio truncada por la invasión alemana de Polonia en 1939, cuando Maryla contaba con 28 años de edad. Es entonces cuando decidió escapar de Varsovia a la Embajada Brasileña de Berlín, en un viaje de varias semanas - 600 km - a pie, sin alimentos ni un refugio seguro. Casi un mes andando durante el cual es probable que se mermara seriamente su salud, lo cual podría haber resultado en su muerte prematura a la edad de 48 años. Desde allí, en Berlín, pudo finalmente escapar a Brasil, casi de milagro... De sus 18 Mazurkas de Chopin, la Op. 59 Nr. 1, en la menor, es una auténtica enciclopedia de melancolía...

Martes 05 de abril. Beethoven: Novena sinfonía. Por Hermann Abendroth y Rundfunk Sinfonieorchester Berlin. 
"El 31 de diciembre de 1950, en Berlín, durante un concierto de Año Nuevo, la Rundfunk Sinfonieorchester Berlin (RSB - Orquesta de la Radio de Berlín), la orquesta oficial de la radio del Berlín Occidental, interpretaba la Novena sinfonía de Beethoven bajo la dirección de Hermann Abendroth (1883 - 1956), que contaba por aquel entonces con 67 años de edad. Cualquiera que conozca esta sublime partitura no podrá quedar indiferente ante la furia expresiva, el júbilo ecstático y la afectividad tan directa e incandescente de lo que lograron aquella mágica tarde los músicos de esa orquesta con el legendario maestro alemán. La orquesta y su líder destilan la esencia de lo épico en música con una emocionalidad explosiva a la par que honesta, en un acercamiento a la partitura totalmente libre de las influencias estandarizantes que homogeneizaban el enfoque musical de la mayoría de sus contemporáneos: un “hacer-música” rebosante de una personalidad y de una expresividad únicas, al mismo tiempo que siempre exaltando el flujo estructural y animando la obra con una atención extraordinaria al balance instrumental y a los más sutiles detalles rítmicos. Pero además, todo ello aderezado con los más elocuentes acentos dinámicos, audaces extremos de tempo, e incluso el gruñido ocasional para recordarnos la naturaleza revolucionaria de la obra, transformando el gran tema del finale, generalmente presentado como un himno majestuoso, en una súplica salvaje y urgente. Para mí, el dirigir de Abendroth es la esencia de lo que los italianos llaman slancio y los alemanes Schwung - el momentum, el movimiento incesante e inevitable de toda verdadera gran música hecha en tiempo real". ¡Feliz escucha!

Lunes 04 de abril. Spontini: La Vestale: Nume o tutelar. Por Rosa Ponselle. 
"Todavía recuerdo el día en que la soprano Catherine Malfitano, gran artista y amiga del alma, me hizo sentarme en su apartamento del Soho neoyorquino y me puso esta grabación de la legendaria soprano Rosa Ponselle (1897 - 1981), diciéndome: “Josu, escucha este canto sin límites, este canto sin fin. Aquí está la esencia misma del legato y de todo lo que esa mágica palabra, legato, significa para un músico; todas sus profundas y entrelazadas connotaciones: la conexión de partes para crear un todo unitario; la pasión vibrante de la voz humana en estado puro; el canto eterno de la música; la esencia de la vocalitá”. Me acuerdo quedarme sin habla, inmóvil, ante el melos infinito de esta singular artista, posiblemente la más grande soprano de todos los tiempos. La grabación es de 1926, cuando Ponselle contaba con tan sólo 29 años. El aria se titula “O Nume Tutelar” (Oh, Deidad Tutelar), de la hoy tristemente olvidada ópera de Gaspare Spontini (1774 - 1851) La Vestale (La Vestal), de 1807. En ella, la soprano, Julia, implora a la Deidad Tutelar que tenga piedad de ella y que aleje de ella al objeto de su amor, que es también el objeto de sus desdichas. Desde el día que escuché esta voz mágica, el fraseo de Rosa Ponselle, la cantante preferida de Maria Callas, es uno de los luceros de mis días y además, una conexión casi ancestral con mi amor por la música. Si la música es algo, definitivamente es esto...". ¡Feliz escucha! 

Foto y foto Portada Artista de la semana: Fernando Frade.