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Hay vida (y cultura) más allá de Madrid 

Valencia. 14/03/2021. Palau de Les Arts. Verdi: Falstaff. Ambrogio Maestri (Falstaff). Ainhoa Arteta (Alice Ford). Vileta Urmana (Mrs. Quickly). Chiara Amarù (Mrs. Meg Page). Davide Luciano (Ford). Juan Francisco Gatell (Fenton). Sara Blanch (Nannetta). Jorge Rodríguez-Norton (Dr. Cajus). Joel Willliams (Bardolfo). Antonio Di Matteo (Pistola). Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Mario Martone, dirección de escena. Daniele Rustioni, dirección musical.

El centralismo es un mal endémico en nuestro país, hasta un punto en el que eclipsa todo lo que no suceda en los alrededores de la Puerta del Sol. Y no, no les hablo de Isabel Ayuso y Pablo Iglesias, dios me libre. Me refiero a nuestros teatros y auditorios, huelga decirlo. Sin duda es meritorio el esfuerzo que están llevando a cabo las institutuciones madrileñas, como el Teatro Real, el Teatro de la Zarzuela o la Orquesta Nacional de España, entre otras unidades del INAEM. Pero el denodado empeño por sostener en pie la actividad cultural en nuestro país va mucho más allá y en instituciones como el Palau de Les Arts de Valencia tiene destacados paladines.

De hecho, el pasado mes de mayo Les Arts fue una de las entidades pioneras a la hora de retomar la actividad tras el confinamiento. Y desde entonces no ha cejado un instante en su empeño por llevar adelante los planes previstos para su temporada 20/21: desde el estreno en España de Fin de partie de Kurtág, en octubre, a La Cenerentola de Rossini en diciembre, pasando por diversos conciertos y recitales.

Tan solo este Falstaff que nos ocupa, precisamente, se vio afectado por los imponderables del covid-19. Y es que las funciones, originalmente previstas para el mes de enero, hubieron de posponerse ante la detección de varios casos positivos entre el elenco. Pero nadie en Les Arts se conformó con ese contratiempo y las representaciones han salido adelante, por fin, ocupando el lugar del proyectado Tristan und Isolde, que queda pospuesto así para temporadas venideras.

Encabezando el elenco, una vez más impresionante el barítono Ambrogio Maestri como Falstaff. La suya es una encarnación en todo el sentido de la palabra. Voz, acentos, físico, actitud... es Falstaff de principio a fin de la velada. Maestri sigue brindando una interpretación entusiasta, simpática, de indudable consistencia, gracias entre otras cosas a un instrumento formidable, de sonorides amplísimas y firmes. Bravísimo. A su lado, aunque pueda preferirse una voz de hechuras más generosas, lo cierto es que el joven barítono Davide Luciano resolvió la parte de Ford con suficiencia. Discreto el resto del elenco masculino, a excepción del fantástico Dr. Cajus de Jorge Rodríguez-Norton y el sonoro instrumento de Antonio Di Matteo

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El coro de comadres estaba encabezado aquí por Ainhoa Arteta, quien parece haberse hecho con el don de la ubicuidad, compaginando los escenarios líricos con sus apariciones televisivas. Lo cierto es que con esta Alice la soprano tolosarra se reivindica como una artista de los pies a la cabeza, con un instrumento en forma y un indudable compromiso escénico. Como Quickly volvimos a escuchar a la gran Violeta Urmana, artista de legendaria trayectoria y de preciado recuerdo precisamente aquí en Les Arts. Sus tablas son indudables y lo cierto es que quien tuvo, retuvo. Su instrumento no es ya el de antaño, pero Urmana sigue manifestando autoridad y solvencia a raudales. Menos entusiasmo despertó en cambio la intervención de Chiara Amarù como Page. Y brillante sin duda fue el desempeño de la joven soprano Sara Blanch como Nannetta, exhibiendo una voz brillante, de emisión limpia y desahogada, amén de una refrescante desenvoltura escénica.  

Estrenada en marzo de 2018 en la Staatsoper de Berlín, entonces con Michael Volle como protagonista y con Daniel Barenboim a la batuta, la producción firmada por Mario Martone resulta, como entonces, perfectamente anodina, fingidamente actual. Su propuesta carece del más mínimo poso dramático, siendo apenas poco más que una actualización estética de dudoso interés. Muy poco que rascar, en suma. 

Reemplanzando en el foso a su colega James Gaffigan, el joven maestro milanés Daniele Rustioni no llegó a convencer tanto como pudiera esperarse, habida cuenta de su excelentes resultados en la Ópera de Lyon, de la que es titular desde 2017. Rustioni no alcanzó a poner en valor la virtuosa orquestación que Verdi despliega en estas páginas. A pesar del excelente desempeño de la Orquesta de la Generalitat Valenciana, hubo instantes algo alborotados, pasajes atropellados y escenas con tendencia al exceso de decibelios. Faltó filigrana, se desperdició la miniatura y eso acabó por trasladarse a la acción, un tanto envarada. 

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